Hoy más que nunca con especial cariño, nos dirigimos a docentes, compañeros y estudiantes para expresar el sentimiento que tenemos oculto. Ese sentimiento que nos une a todos y cada uno de nosotros.
Sabemos que la aparición del COVID-19 es y está siendo duro para todos nosotros, aún más después de que se decrete el estado de alarma en nuestro país. Esto ha hecho que la actividad universitaria se traslade a nuestras casas. Mi casa, tu casa, su casa... cada alumno vive una situación familiar diferente (y esto pocos docentes logran comprender), es por ello que estamos hoy aquí, alzando la voz para pedir un poco de empatía a todos aquellos docentes de la ciudad.
Los primeros días de confinamiento pasan ante nuestros ojos como un espejismo, parece que estamos medianamente preparados para la situación, la afrontamos con la predisposición y empatía que pensamos que tendrán los docentes con todos nosotros.
Los días pasan, la saturación y el agotamiento se apodera de nosotros como estudiantes, dando lugar a un sentimiento de frustración. La nueva docencia llevada a cabo es incluso más asfixiante que la presencial.
Somos conscientes de que la labor de los docentes es difícil y que intentan adaptarse a esta situación, como también somos conscientes que de alguna manera tendremos que ser evaluados, y esa opción jamás ha desaparecido entre los estudiantes. Por el contrario, los estudiantes también nos hemos ido adaptando a las circunstancias, a las distintas maneras de trabajo de cada docente y todas las plataformas para lograr ponernos al día con nuestras clases, ya que sabemos que esto es nuevo para todos, y quizás es por esta razón que se esperaba más comprensión por parte de los docentes.
Día a día nos vemos en la situación de tener que estar actualizando la bandeja de entrada del correo, con el miedo de habernos saltado cualquier actividad, haciendo miles de trabajos y acudiendo rápidamente a nuestros cientos de grupos de WhatsApp donde nos encontramos con 400, 500 o incluso 1.000 mensajes de estudiantes sofocados.
Los compañeros observamos que se han llegado a hacer más trabajos estando en casa desde que empezó el confinamiento que asistiendo a clase, a lo que responden los docentes: “ Es mejor para manteneros ocupados ”... ¿Acaso no nos deja esta situación bastante preocupados y angustiados ?
Estos son algunos de los muchos casos que estamos viviendo los alumnos:
- “Se me pone la piel de gallina cada vez que escucho una sirena pasar delante de mi casa, me temo lo peor”
- “Por la noche lloro de la impotencia cuando me veo en esta situación”
- “Mi familia es una de las afectadas y siento mucho miedo por si le llega a pasar algo a uno de ellos o a mí”
- “Mi edificio está en confinamiento”.
- “Hace un año que perdí a mi abuelo, y me siento derrotada, derrotada viendo como mi abuela se halla sola desolada en una casa sin poder salir”
- “A mi hermana le pilló el confinamiento en mi casa y tienen un bebé que llora constantemente, no sé cómo haré para estudiar ”
- “Comparto habitación con mis dos hermanas y me cuesta concentrarme teniendo en cuenta que ellas también tienen tareas, o utilizan su tiempo libre para ver series o hacer deporte y no puedo pedirles que dejen de hacerlo porque es lo único que les libera de esta presión”
- “Mi casa es muy chica y no tengo como hacer para estudiar con tanta gente el único sitio al que podía acudir para estudiar era la universidad”
- “Me he planteado abandonar por tanto estrés”
- “He perdido a un ser querido, ¡Ya no aguanto más esta situación!”.
¿Creéis que es necesario todo esto?. Que a estas alturas tengamos que “exigirles” a nuestras familias silencio para poder estudiar, si lo único que nos hace olvidarnos de que estamos encerrados, es poder verlos y disfrutar de esos momentos, que quizás puedan ser los últimos.
Es difícil despertarse pensando ¿Qué habrá ocurrido hoy?, ¿Quién habrá fallecido?, ¿Cuantos contagiados habrá ahora? o escuchar distintas historias como las que hemos nombrado anteriormente de estudiantes que realmente te rompen el corazón, estudiantes que luchan por llevar una vida mejor y que se encuentran desamparados ante las circunstancias.
No imagináis lo imposible y complicado que es para alguien centrarse siquiera en memorizar un solo tema (de los 15 o 20 por cada asignatura) en estas circunstancias, pero no nos malinterpretéis, no pedimos que nos regalen la asignatura, ni pedimos un aprobado general como se ha hecho en Italia, solo queremos un poco más de visión particular por vuestra parte.
Realmente se nos parte el alma al ver cómo una sociedad educada hacia la empatía, el respeto y los valores, no tenga en cuenta los sentimientos de sus estudiantes, ni las situaciones por las que están pasando.
Somos conscientes de la nueva situación, somos conscientes de que hay que terminar el curso y que evaluar el mismo. Pero, ¿No crees que es hora de ser conscientes de la situación que estamos viviendo, y que el rendimiento no va a ser el mismo?
Lo lamentable de todo esto es que, quiénes se supone han de defender los intereses de los alumnos, no lo han hecho. Que un compañero/a haya tenido que recurrir a la prensa para visualizar la situación que vivimos los demás, y a raíz de ello la facultad haya abordado la problemática que vivimos, es prueba más que suficiente de ello.
Esto es una "gran lección para universitarios, profesores, padres, compañeros. Esta asignatura de "vida" y compromiso con la sociedad que estaís "cursando" no tiene más remedio que tener "nota media" con las disciplinas curriculares. Ni alumnos, ni profesores, ni padres son "superman" o "superwoman". En estos momentos, díficiles, la conmiseración con los estudiantes y profesores en sus displicinas, con ese "aprobado general" sería un reconocimiento al "trabajo de equipo"en tantos momentos de incertidumbre en la "comunidad universitaria". Sería una "nota media" con las disciplinas curriculares. Este empuje psicológico para el día después con aulas llenas y recompensadas . Además se contemplaría subir nota en una convocatoria presencial. Tampoco habría agravio comparativo, en eso, Italia es "sabia".
¿Alguien se paró a pensar que los profesores y profesoras también tienen familia?, ¿alguien dedicó un solo minuto a ponerse en el lugar de los padres, madres, abuelos o abuelas de los profesores y profesoras?, ¿en algún instante alguien creyó que los profesores y profesoras "no tienen sentimientos", que esto no les está afectando?
Hacen su trabajo de la mejor forma que saben y pueden, siguiendo las instrucciones que tienen y probablemente con muchos sentimientos encontrados, a causa de esta situación.
La empatía va en dos direcciones... que este virus no saque lo peor de cada uno.
Es más, se están ofertando por las distintas administraciones apoyo psicológico a sanitarios, fuerzas y cuerpos de seguridad, estudiantes de todos los niveles,......por esta situación anómala que estamos viviendo y en este caso concreto en la enseñanza universitaria donde es algo nuevo y se van dando palos de ciego y ,creo, no se sabe por donde salir.Trabsjos y más trabajos no sé si es la solución y algo tendrán que opinar los alumnos muchos de ellos lejos de sus hogares que son la otra cara de la moneda. Para esto no estábamos preparados.