Raúl González Blanco

No perteneció a la “quinta del buitre” de los Emilio Butragueño, Michel González del Campo, Miguel Pardeza, Manolo Sanchís Y Rafael Martín Vázquez y tampoco lo fue de la “quinta de la galleta”, ésta en honor al chicharrero Sandro, nacido en el barrio de Las Galletas de la paradisiaca Isla de Tenerife. El destino de Raul lo dejó escrito Jesús Gil, cuando decidió cerrar el paso a los jóvenes que integraban la cantera del Atlético de Madrid a finales  de los años 80 y principios de los 90. Aquel presidente que creyó más en lo que podía ofrecer Paolo Futre, no supo apreciar que, en sus divisiones inferiores, goleaba un niño destinado a ser uno de los mejores jugadores del mundo. Craso error que el propio mandatario lamentó en numerosas ocasiones. Equivocación que hoy sigue campeando por presidentes que no cuentan con la cantera y que se ha constituido en el gran endeudamiento que hoy padecen los mejores clubs del fútbol.
Cuando el Real Madrid se hizo con la liga a las órdenes de Jorge Valdano en la temporada 93-94, tuve la ocasión de ver por primera vez a Raul en persona defendiendo la camiseta del equipo madridista y que precisamente supuso el debut del citado Sandro. Junto a Fernando Redondo, aquel maravilloso jugador argentino, los merengues se hicieron con el resultado gracias un gol marcado por el chileno Iván Zamorano. En ese partido y con diecisiete años, Raul dejó su sello en cuánto a lucha y destreza. El Heliodoro Rodríguez López de Tenerife se rindió a su entrega y buen fútbol. Desde entonces y antes, cuando debutó en La Romareda contra el Real Zaragoza, no dejó de ser titular en el mejor equipo del mundo: “El Real Madrid Club de Fútbol”. Unicamente en la última temporada y herido por los caprichosos de este deporte, perdió su puesto y la titularidad gracias a la influencia negativa que ha padecido por parte de un sector envidioso y que siempre anduvo movido por otros intereses… porque la elegancia y la educación, no es aceptada por esa cloaca humana que se trasnocha día a día.
Si nos centramos en su contribución a la Selección Española, será difícil encontrar a un jugador tan laureado. Ni siquiera lo sería porque fue apartado injustamente de la misma, cuando aun bordaba ese fútbol de alta escuela. Seguro que más reconocido en el extranjero que en nuestro propio entorno. Esa selección que fue campeona de Europa y después del mundo, ya lo debió ser en el mundial de Corea y Japón, si no es porque un equipo arbitral comprado,  privó del sueño a unos jugadores dirigidos por José Antonio Camacho, al anular dos goles legales a Fernando Morientes y al valencianista Baraja. Es curioso que algunos medios deportivos se cebaran con su persona, influyendo en la decisión adoptada para no ser llamado más a la selección que, con tanto orgullo, defendió en más de cien partidos. Y es incomprensible ese deseo desmesurado porque David Villa supere el número de goles del seleccionado, enfrentamiento del que ambos jugadores, seguramente, viven desinteresados. Porque los records están para batirlos… antes o después y posiblemente, en el próximo partido, el asturiano lo conseguirá.
Hablar de Raul es hablar de compromiso, de amor a unos colores, de un liderazgo difícil de igualar y especialmente, de elegancia. De sus comentarios comedidos y de regalar a los aficionados muchas sesiones de buen fútbol y de goles maravillosos… desde aquel su primer gol al Atlético de Madrid hasta el lienzo pintado en el Mundialito de Clubs al sortear prendido de la belleza, al defensor Vítor, ex madridista, y batir al meta del Vasco de Gama, que aun no habrá salido de su asombro.
Elegancia?... No supo de ella el barcelonista Giovanni cuando obsequió al Santiago Bernabéu con un corte de mangas tras marcar un gol. Desgraciadamente, este jugador desconocía qué historia  se sustentaba en unas gradas cuyos asientos contaban pasajes de un fútbol apasionado y plagado de títulos.
En diferente sesión, Raul tocó silencio en el Camp Nou en noche donde las estrellas brillaron… solo lo podía hacer él, ya que por carisma y humanidad, no necesito considerarse un Dios del fútbol… en todo caso, dejó marcada con letras de oro días de gloria en las mentes de todos aquellos que amaron y aman el fútbol al unísono de un balón. Por todo ello…
Silencio… Es Raul, ¡el mejor jugador en la historia del Real Madrid!.