Llevamos años (perdonen pero he perdido la cuenta) asistiendo a la gran estafa de la clínica de radioterapia. Sí, no busquen otros términos. Es una estafa contra todos, contra los ciudadanos que sufren hoy de cáncer, contra sus familias y contra los que podremos pasar por una enfermedad que no entiende de edad, de sexo... no entiende de nada más que de hacer daño a quien la sufre y a quienes les rodean. Ceuta, por sus condiciones, debería haber tenido ya una clínica de radioterapia. Pero no ha sido así porque el empecinamiento político no ha alcanzado el nivel que sí se tiene para otros proyectos. Nos sacaron informes diciendo aquello de “...es que no es rentable”. Luego modificaron el mensaje, bárbaro donde los haya, mostrando documentos médicos que convertían en improbable su efectividad y rendimiento. Después llegó la lucha por llevarse el gato al agua, cuando los partidos sacaron la bandera apropiándose de la idea y dándose golpes de pecho por ser los primeros en apadrinar el proyecto. ¿Y saben qué? Que seguimos sin tener clínica de radioterapia, seguimos soportando ver a nuestras familias, a nuestros mejores amigos y amigas, aguantar un sufrimiento que solo ellos conocen, viéndose obligados a cruzar el Estrecho para recibir los tratamientos obligados para continuar aferrándose a la vida. Con temporales, con el cuerpo hecho una mierda, con la pérdida de ganas despiezada por el camino, han tenido que subirse a un helicóptero o a un barco y emprender ruta para la sesión de turno.
La ciudadanía recogió firmas, se publicaron cartas, comunicados, hubo protestas y debates plenarios. Pero todavía hoy seguimos hablando de la famosa clínica que no existe y seguimos anhelando tener una sede en Ceuta para que los tratamientos se den en nuestra ciudad. Mientras esta estafa, esta auténtica cabronada continúa, seguimos asistiendo al show de una clase política cobarde que no ha dado el paso por cumplir promesas. Una clase política cobarde llamada PP y PSOE que han jugado con este proyecto, que han dado decenas de titulares y que no han apostado por él lo mismo que con otras obras erigidas en las preferidas de la corona.
No nos cuenten milongas y tengan dignidad por una vez para cumplir con una obligación moral y con su deber de clase política por y para el pueblo.
Es curioso que la AECC siga haciéndose fotos con el alcalde y dependiendo de una subvención que los condiciona a hacerse la foto con él. No hay radioterapia lo mismo que no hay gestión en ningún ámbito. Ser participe en la opinión de una forma independiente haría cambiar las razones para mantener a tanto inoperante. Pero al final llegan los compromisos y callamos...