Mi amigo Ángel Valadés Gómez, con el que mantengo muy buena amistad desde que en 1996 defendiera los valores de Mirandilla y sus gentes, presentando durante años el torneo internacional de “Toques de balón” que celebrábamos en mi pueblo, en memoria del bueno de Juan Gómez (“Juanito”), destacado y veloz jugador del Real Madrid, y después entrenador del Mérida, tristemente fallecido en accidente de tráfico, resulta que hace unas semanas me envió por correo electrónico un artículo suyo que semanalmente publica en varios periódicos, en el que Ángel comenta los buenos amigos que tuvo en el viejo Partido Comunista de España (PCE) en su Don Benito natal. Todos -dice- eran buena gente, moderados y responsables, que trabajaron mucho por su ciudad, resaltando que entonces todos a diario oían clandestinamente Radio España Independiente (“la Pirenaica”), Emisora que fue el órgano de propaganda del PCE. Y, al hilo de esto último, voy a ocuparme hoy de dicha Emisora, para poner de manifiesto la diferencia entre los políticos de entonces y los de ahora.
Ángel es jubilado, como yo, y nunca militó en el PCE; y, en mi caso, jamás pertenecía ningún partido ni fui político. Él es gran comunicador, profesional de la prensa, que ejerció como Director de emisoras de Radio y Televisión. Fue Jefe del Gabinete de prensa del ex ministro de Adolfo Suárez, el extremeño Enrique Sánchez de León. Y ya referí en otro artículo que admira bastante a Ceuta, donde fue muchas veces a radiar partidos al “Alfonso Murube” cuando el Ceuta y el Don Benito jugaban la liga en segunda división. Días después del correo, nos reunimos en la comida de amistad a la que nunca faltamos cada vez que voy a Extremadura, junto con nuestro común amigo Miguel Donoso Valiente, tricampeón del mundo nacido en Mirandilla y algunos otros amigos, con las respectivas esposas. Y en el curso de la comida, hablamos como siempre de lo divino y lo humano. Parte de la conversación volvió a versar sobre la Emisora de radio la Pirenaica.
Coincidimos en señalar cómo aquellos antiguos comunistas, socialistas y franquistas de entonces– ideologías aparte – prestaron un gran servicio a la democracia. Estuvieron mucho tiempo enfrentados, incluso con las armas. Pero por España y para alumbrar al mundo un nuevo régimen democrático, un día unos y otros se pusieron a pensar juntos sobre qué podían hacer en favor de la convivencia nacional. El Régimen franquista había ya tocado a su fin. Se reunieron, y unos y otros se toleraron y cedieron, siendo capaces de enterrar odios, rencores y resentimientos. Se fundieron en un fraternal abrazo final y aprobaron la Constitución y la Ley de amnistía. Parecían haber terminado así con las dos España de entonces. Muy pocos se acordaban ya del régimen anterior y de los muertos de uno y otro bando. La Constitución después nos ha dado 40 años de paz, convivencia, progreso y bienestar. Y quienes la hicieron posible, pudieron morirse con la creencia y la conciencia tranquila de que había merecido la pena tolerarse y ceder todos en algo para lograr tan ejemplar reconciliación, que fue puesta como modelo en todo el mundo.
Pero un día llegaron sus nietos ofreciéndonos lo nunca visto en política; todo lo mejor: paz, armonía, convivencia, justicia, igualdad, solidaridad, erradicación de la corrupción, y hasta el “sursum cordan”. En cuanto ganaron el escaño empezaron a decir que iban a “asaltar los cielos”, enfrentándose y a enfrentándonos, dividiéndonos y removiendo los muertos de uno y otro lado, pese a haber sido eso lo más sagrado que siempre los vivos habían respetado, dejándoles descansar hasta la eternidad. Empezaron a erigirse ellos mismos en jueces supremos para decidir quiénes son los “buenos” y los “malos”. Así hicieron renacer la división, el sectarismo, las represalias, el resentimiento el odio y la ofuscación. Hicieron renacer de nuevo las dos Españas. Allí donde quienes se enfrentaron bajaron las espadas para darse un abrazo fraternal, ahora quienes ni siquiera conocieron aquella trágica guerra, sus nietos, han vuelto a desenfundar las espadas y a blandirlas en alto. Y hay que volver a bajar las espadas, anteponiendo la mesura, la sensatez y el sentido común. A ver si es posible que, de una vez por toda, podemos tener la dicha de encontrarnos con gente como aquélla, tolerante, responsable y con talla intelectual. Los políticos que no lo vean así, no saben lo que se pierden con no intentarlo de verdad y el mal que con ello hacen a España y al pueblo.
Pues, en ese espíritu de tolerancia, concordia y abierta mentalidad hacia todos, tengo que decir que también yo de joven escuché muchas veces las distintas emisoras de radiodifusión, sin ninguna clase de prejuicios, para, en un análisis de conjunto, poder formarme mi propia opinión. Y también durante aquel régimen, sobre todo cuando trabajé como Radiotelegrafista en varias emisoras de radio, pues lo mismo oía la radio oficial del Régimen que la Pirenaica y otras emisiones de distintos países e ideologías, como la BBC de Londres, Radio París, la Agencia Tas de Moscú transmitiendo en morse, Radio Hilversum de Holanda y las Radios de Pekín, Cuba, Dochevele de Alemania, Sefarad de Israel, Berna, Varsovia, Budapest, Belgrado, Estocolmo, y otras emisiones en castellano para España o para los países de habla hispana.
Y es que, el partidismo, el sectarismo y la exclusión, sean de izquierda, de derecha o de centro, no hacen la verdadera historia, sino mera ficción de ella. La auténtica historia para Cervantes en El Quijote era madre de la verdad, que nos enseña lo que fue el auténtico pasado (nos parezca bueno o malo), y nos advierte sobre el porvenir. Por eso, todos los acontecimientos trascendentes de todas las partes son los que forman la auténtica y objetiva memoria histórica, gusten más o menos. Es por eso, que hoy me voy a ocupar de cómo funcionaba la Pirenaica, porque sus emisiones también forman ya parte de la historia de España, que es curioso conocer.
Nació la Pirenaica a iniciativa del PCE en el exilio, habiendo sido impulsada su salida a las ondas por Dolores Ibarruri, la “Pasionaria”, que fue su primera Directora y también la que acuñó su nombre. Comenzó a emitir en principio desde Moscú, el 22-07-1941; después, cuando las tropas alemanas avanzaban hacia Moscú, se vio obligada a replegarse a Ufá, república ex soviética de Baskiria, en Siberia; y cuando pasó la amenaza nazi, se reintegró de nuevo a Moscú. En 1955 trasladó su sede con carácter definitivo a Bucarest (Rumanía), tras discrepancias surgidas entre los Partidos Comunista ruso y español, aprovechando que el entonces Presidente rumano, Nicolás Ceaucesco, era partidario de la línea política que seguía la Pasionaria.
El nombre de la Pirenaica asociaba la creencia de cercanía a España, porque parecía como si estuviera nada más pasar los Pirineos, y también sirvió para crear fábulas sobre si la sede estaba en un rincón pirenaico escondida o alguien llevaba el emisor en una mochila a cuesta a través de las montañas. De 1962 a 1966 fue dotada de modernos medios técnicos de transmisión y estuvo muy activa. La llamada “Antena de Burgos”, programa elaborado por los mismos presos encarcelados en el penal de dicha ciudad, informaba de manera tan eficaz que a las pocas horas de haber sucedido un hecho de trascendencia, salía ya por la emisora la noticia, suponiéndose que la información se la trasmitían directamente por teléfono. Estuvo emitiendo hasta la venida de la democracia. Su último programa lo emitió el 14-07-1977 desde Madrid. Solía emitir encendidas proclamas antifranquistas de la Pasionaria, Santiago Carrillo, Rafael Alberti, Mikis Theodorakis y otros destacados dirigentes comunistas en el exilio y de intelectuales de izquierda en el extranjero.
Dicha Emisora tuvo tres épocas en cuanto a la intensidad y eficacia de sus emisiones. De principio, emitía pocas horas, porque debía compartir su cuota de emisiones con otras emisoras de la esfera comunista y también fue una fecha que coincidió con escasez de medios técnicos. Estuvo bajo la dirección, primero, de Dolores Ibarruri y, más tarde, de Castro Delgado. La segunda época corresponde a los directores Jacinto Barrio y José Sandoval y fue la más difícil. Y en su tercera y última etapa estuvo bajo la dirección de Ramón Mendezona, alias “Pedro Aldámiz”, un catalán de origen ovetense, cuando el emplazamiento lo trasladaron a Bucarest. Fue el período más esplendoroso y las emisiones estuvieron más bien dedicadas a información en lugar de a propaganda, pero muy bien orientadas al proselitismo y la instigación de las fuerzas de oposición al Régimen. Transmitía en aquel tiempo unas 16 horas diarias; pero hubo momentos muy significativos para su causa, como cuando murieron Grimau, Carrero Blanco y Franco, que llegaron a emitir las 24 horas del día seguidas.
Comenzaba a transmitir por la mañana a las 07.00 horas de forma esporádica. Por la tarde, de 14.00 a 23.00, en longitudes de onda de 19, 25 y 26 metros; pero luego se iba desplazando por ondas volantes, especie de armónicos, que variaban de frecuencia para que no le pudieran fijar las interferencias a que la sometían el Ministerio de la Presidencia del Gobierno y el Ministerio de Información y Turismo, a través de potentes aparatos interceptores. Tras sus características notas graves de sintonía, salía emitiendo con voz potente y clara, hasta que lograban interferirla. Comenzaba a emitir de la forma siguiente: “¡Aquí Radio España Independiente, Estación Pirenaica. La única emisora española sin censura del Régimen!. Estuvo emitiendo durante 35 años clandestinamente. Tras ser redactado el borrador de la Constitución de 1978, Ramón Mendezona, su último Director, regresó a España.
Cuando el 14-07-1977 la Pirenaica cerraba sus emisiones, tras emitir la sesión de las Cortes constituyentes, así se despedía Ramón Mendezona (“Pedro Aldamiz”) en su última emisión: “Dentro de unos segundos dejaremos de estar en el éter. Con ese motivo, los redactores y locutores que han trabajado en nuestra Emisora durante los últimos meses, unen sus voces para hacer llegar a los que hasta estos momentos han sido sus oyentes en todos los confines de nuestra patria, un cordial saludo y los mejores deseos de bienestar, democracia, concordia y progreso social”. En una de sus entrevistas concedida a la Agencia EFE, declaraba: “Era una guerra en el éter contra Fraga (Ministro de Información), que instaló cientos de antenas para meter ruidos en nuestras ondas, a lo que nosotros respondíamos aumentando la potencia. Desde Bucarest, llegamos a tener cuatro antenas, con más potencia incluso que la Radio rumana”.
El hecho de que la Pasionaria la bautizara con el apelativo de “pirenaica”, se debió a la estrategia de querer despistar y dar la sensación de proximidad al pueblo, para hacer ver que, sobre todo los exilados en Francia tras la guerra, mantenían viva la lucha contra el franquismo. Paradójicamente, el dinero y apoyo tecnológico para su funcionamiento, se lo facilitaron los EE.UU. de Norteamérica, pese a estar entonces enfrentados con el bloque Oriental en la llamada “guerra fría”. Sus corresponsales crearon la leyenda de que la Pirenaica transmitía desde algún punto intermedio próximo a España.
El régimen franquista tardó 25 años en saber que transmitía desde Bucarest, pese a las muchas pesquisas que hizo para descubrirlo. Llegó a tener una plantilla de 12 personas trabajando, siendo reclutadas de entre los exiliados del PCE en Moscú. Todos trabajaban bajo un seudónimo, por temor a que sus familiares en España pudieran ser represaliados, pues hay que tener en cuenta que tanto sus corresponsales en España como simplemente el hecho de sintonizarla o escucharla clandestinamente, ya era considerada actividad delictiva de oposición al Régimen, susceptible de encarcelamiento. Llegó a emitir durante toda su andadura clandestina un total de 108.000 emisiones, desde el 22-07-1941 el 14-07-1977. En la última emisión se dijo que “R.E.I. da por cumplida su misión. Abandonada la clandestinidad, nunca deseada sino impuesta, su labor de información no adscrita al poder, su carácter transgresor, se traspasará a todas las radios nacidas en democracia”.
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