Hace más de cuarenta años me destinaron a Madrid. Allí llegamos seis ceutíes que tuvimos que abandonar nuestra tierra para trabajar. No era nada fácil, porque esta tierra te ata y te la llevas en el corazón, sobre todo cuando eres joven y dejas aquí la familia, los amigos y los recuerdos más hermosos que te acompañan durante el resto de la vida. Todos partíamos con la ilusión de tener un trabajo y con la esperanza de volver lo antes posible. Algunos lo conseguimos; otros formaron su familia fuera y regresan de vacaciones, porque Ceuta te atrapa, se hace querer y se quiere.
En Madrid hice amigos de otras ciudades y todos coincidían en una opinión: “La gente de Ceuta os apoyáis los unos a los otros, sois una piña, eso no nos ocurre a nosotros”. Y esa apreciación era cierta, porque amigos, vecinos o conocidos se ofrecían a que te llegaras a casa de gente de Ceuta, te daban el teléfono de familiares o de amigos por si necesitabas algo. Al final, sin darnos cuenta, nos reuníamos un montón de ceutíes, haciendo piña, ayudándonos entre todos.
Ceuta te atrapa y los ceutíes presumimos de ser de esta tierra, porque no hay mejor tierra ni mejor gente. Gente de distintas culturas, de distintas religiones que nos juntamos en torno a una identidad: SER CABALLA; nada nos separa, ni nos separarán por mucho que se empeñen; presumimos de ser de esta tierra y, sin saberlo, nos convertimos, se convierten en embajadores de Ceuta.
Hace unos días la televisión de Estepona entrevistaba a un joven matrimonio que acababa de abrir un restauran-cafetería en el puerto deportivo de Estepona. La periodista les preguntaba sobre esta aventura y lo primero que dijeron es: “SOMOS CABALLAS”, porque están orgullosos de ser de esta tierra. En ese momento se me vino a la cabeza cuando nosotros nos marchamos de Ceuta, porque esa era nuestra carta de presentación: “SOMOS DE CEUTA”.
Rabe y Sumy son un matrimonio ceutí que, por la falta de oportunidades, tomó la decisión de trasladarse a Estepona. Se abrieron paso trabajando en la construcción, de fontanero, en una empresa de alquiler de coches y en la hostelería, como su esposa Sumy, que desde muy pequeña ha trabajado en este sector. Pero el COVID-19 les afectó quedándose en el paro y fue entonces cuando tomaron la decisión de montar un restaurante en esa ciudad.
En esa situación, con mucho esfuerzo, ilusión y con la incertidumbre han apostado por sacar a sus hijos adelante abriendo COFFEE MARSA y, como dos valientes emprendedores, han invertido lo que tenían, han recuperado el dinero del paro y están dispuestos a trabajar duro y, de esta forma, sin pretenderlo, ser embajadores de su tierra. Una tierra que necesita más que nunca que suene por lo mucho bueno que tenemos, por su buena gente, por lo que nos une a los y las caballas y, sobre todo, porque donde hay un caballa, siempre hay un punto de encuentro, otro caballa dispuesto a ayudarlo.
No conocía a este joven matrimonio, pero al verlos en la televisión local de Estepona, decidí visitar el restaurante que, por cierto, recomiendo porque se come un delicioso cuscús, tienen tapas y productos típicos de nuestra tierra y, por qué no decirlo, porque son dos ceutíes que necesitan un empujón de la gente de su tierra.
Si eres de Ceuta y te sientes caballa, recuerda que en el puerto de Estepona hay dos caballas que regentan la cafetería COFFEE MARSA. Gente buena de esta tierra, caballas que, como otros muchos, han tenido que marcharse para sacar a su familia adelante.
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