Hay ocasiones en las que por más que se insiste en difundir una queja razonada, los que deben atenderla miran hacia otro lado. Resulta incomprensible pero esto es lo que, por ejemplo, ocurre en la
calle Isabel Cabral, en Ceuta, para padecimiento de sus residentes.
Por más que han solicitado el cerramiento del acceso a un callejón a efectos de seguridad y salubridad, sus peticiones caen en saco roto y tienen que ser testigos de lo que a diario sucede y de lo que se acrecienta los fines de semana. Por ejemplo este domingo, con el toque de queda a las 22:00 horas se produjo, en torno a la una de la madrugada, destrozos en una farola del callejón que reventaron y tiraron. Allí, además, se produce consumo de
estupefacientes, concentraciones de personas en número superior al permitido por normativa sanitaria, botellones, destrozos… Y las consecuencias directas son más insalubridad e inseguridad que padecen directamente los vecinos.
Los más
mayores no pueden usar las barandillas porque otros las destrozan. Por mucho que se limpie la zona, vuelve a estar sucia debido a los comportamientos incívicos que se concentran en este lugar. Pasan los meses, se repiten las reclamaciones y lejos de ser atendidas, los responsables las ignoran. Los vecinos han vuelto a trasladar sus quejas a este periódico porque la situación va a peor, reclamando un cerramiento para que puedan hacer uso de esa calle solo los vecinos del edificio y la iglesia de Los Remedios.
Los residentes de la zona
han trasladados sus quejas en forma de escritos al Ayuntamiento, solicitando únicamente que se dé solución a este callejón ordenando un cerramiento con el consentimiento de la Vicaría, quedando el tránsito reducido a los que deben ser usuarios legítimos de esa vía y no dar albergue a los que se esconden aprovechando su existencia para la comisión de delitos o de actos incívicos. Lo que reclaman es colocar dos rejas para retranquear la puerta de acceso en ese callejón como se permitió, por ejemplo, en Romero de Córdoba.