El asesinato de Gabriel ha sacado a al luz lo mejor y lo peor que podemos mostrar las personas. La maldad, la ira, el racismo, la mentira oportunista...
El asesinato de Gabriel ha sacado a la luz lo mejor y lo peor que podemos mostrar las personas. La maldad, la ira, el racismo, la mentira oportunista, el periodismo carroñero; pero también la solidaridad, la bondad, el fenomenal trabajo de los investigadores.
Nada más conocerse la detención de la asesina comenzaron a circular whatsApp con el texto “Ya veis, siempre son ellos, los extranjeros, que se vayan”.
Una respuesta que se desmontaba fácilmente respondiendo con los nombres de los detenidos por los asesinatos de Diana Quer, Marta del Castillo, Ruth y José, Mari Luz Cortés, Sandra Palo. Son whatsApp racistas y falsos como los que circularon para infectar y mal-informar a los ceutíes sobre unos argelinos que ponían obstáculos en la carretera para robarte y agredirte cuando bajabas del coche, por cierto, desmentido por la propia Ciudad Autónoma.
Curiosamente no se enviaron whatsApp informando a los ceutíes de la entrega y custodia de una riñonera con dinero y documentación por un inmigrante varilla o aparcacoches.
Antes hemos visto cómo cientos de personas, entre profesionales y voluntarios, salían de la barriada de Hortichuelas de Níjar (Almería), para intentar localizar a Gabriel Cruz, un niño de 8 años que encontró una bruja en su camino.
Era la parte bonita de un cuento que nunca debía escribirse, un cuento que no acabó con un final feliz, como terminan las fábulas escritas para niños.
Pero ahora no trato de escribir un cuento, todo lo contrario, un relato de lo que no se debe hacer, sobre todo, cuando la vida nos da un duro golpe, cuando las familias sufren y los profesionales tratan de hacer su trabajo para acabar con ese sufrimiento.
Una historia que nos muestra las dos caras del periodismo. Unos, cumpliendo con la loable intención de informar; otros enarbolando la bandera del periodismo marrano, carroñero, buscando la noticia sensacionalista, narrando verdades a medias para ir más allá de la información; intentando ocupar un espacio que corresponde a los profesionales especializados en la investigación en estos tipos de delitos.
Un despliegue mediático que ha entorpecido la investigación, porque mientras los profesionales realizaban las labores de seguimiento con la reserva y cautela que requieren este tipo de delitos, la investigada por asesinato se sentía vigilada continuamente por periodistas carroñeros que la perseguían en todo momento.
Una intromisión que provocó que los responsables de la investigación pidieran a los profesionales que no atosigaran a los familiares de Gabriel para realizar la investigación con la reserva que corresponde en este tipo de delitos.
También hemos contemplado la solidaridad de millones de ciudadanos que han mostrado su apoyo a la familia, unos en las distintas concentraciones; otros llenando el mundo de “pescaitos” como quería la familia de Gabriel.
Unos padres que han pedido “justicia, no venganza”, porque era la única forma de ganar una partida a la bruja mala; a las malas personas que apuestan por la rabia, la maldad, el interés económico, el racismo y la violencia en un mundo que necesita más que nunca la concordia, la paz, la no violencia; en contraposición a lo que la bruja representa en este cuento real.
Una bruja que puede trasladar a la sociedad su maldad, el odio, la violencia, la venganza sin sentido. Los padres de Gabriel, Ángel y Patricia, han pedido “que no se extienda la rabia, que no se hable de esta mujer más y que queden las personas buenas”.
Unos padres que han luchado por encontrar a su niño; ahora para que el virus dañino que ha matado a su hijo no se extienda entre la gente buena. Han apostado y luchan para que la bruja no gane, para que el mal que ha matado a su hijo no gane y, de esta forma, triunfe Gabriel, la inocencia, la gente buena y de buen corazón.
Hablaba de las mentiras oportunistas y del periodismo carroñero, algo con lo que no contaban los padres de Gabriel, pero a lo que se han tenido que enfrentar teniendo que pedir a los periodistas que fueran prudentes, que no mintieran sobre el dramático suceso y a los tuiteros que no utilicen la muerte de su hijo para difundir mensajes falsos sobre el padre de Gabriel; mensajes repletos de odio por su ideología.
Piden que no triunfe la bruja, que no se alíen con su maldad; piden que los respeten. Piden respeto a su dolor y a su familia. Piden algo que no deberían pedir. Que no triunfe la rabia; que queden las buenas personas.