La Rugulopterix okamurae se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para muchos investigadores, quienes ven su propagación de manera incontrolada, arrasando con los fondos marinos de allí donde llega. Esta alga que está acabando rápidamente con la biodiversidad de los fondos, no sólo en el Estrecho sino que avanza por el Mediterráneo, quizás pueda tener alguna utilidad con la que aprovechar los importantes arribazones que aparecen en nuestras costas.
Si a principios de este mes El Faro publicaba la intención que tenía la Ciudad, a través de Obimasa, de transformar las algas en algún material aprovechable, quizás como compostaje para las zonas verdes, ahora es la Universidad de Sevilla, en un estudio conjunto con otras instituciones, la que busca qué hacer con esta alga asiática que llega sin control a nuestras costas.
Es el biólogo José Carlos García, de la Universidad de Sevilla, el responsable de este proyecto de gran envergadura que se está desarrollando en la Bahía de Algeciras, en colaboración con Cepsa, la Autoridad Portuaria de Algeciras y otros organismos. Parte de los estudios de este proyecto que durará unos cinco años se realizará también en Ceuta, ya que se han abierto varias líneas de investigación.
Por otro lado, en paralelo y en conexión con este proyecto, desde la Estación de Biología Marina del Estrecho en Ceuta, también dependiente de la Universidad de Sevilla, se van a iniciar una serie de estudios en colaboración con Obimasa y, como es lógico, teniendo en cuenta que tanto el proyecto de José Carlos García como el de la Estación de Biología Marina forman parte del área de investigación de la Universidad de Sevilla, ambos proyectos se retroalimentan.
Ahora en septiembre, Obimasa en conjunto con la Estación de Biología Marina del Estrecho iniciarán un proyecto para determinar a qué está alterando este alga invasora. Se trata de un amplio enfoque para saber a qué especies está afectando la invasión, todo ello, explican desde la institución dependiente de la Universidad de Sevilla, para poder desarrollar estudios futuros a nivel de protección de especies o de cómo afrontar esta invasión, difícil de erradicar. Los expertos que participarán de este proyecto lo catalogan como “un acercamiento” al problema en sí, a sus afectaciones y con esta información, ir elaborando proyectos futuros.
A menor escala, pero ya con los primeros resultados sobre el terreno, los estudios emprendidos por Obimasa para el uso de estas algas como compostaje para las áreas verdes empiezan a ver la luz. El consejero Servicios Urbanos y Patrimonio Natural, Yamal Dris, confirma que de las pruebas hechas sobre campo, desalinizando el alga, triturándola y echándola sobre distintas cantidades de tierra a modo de abono, han arrojado unos avances en positivo.
No obstante aún están a la espera de los resultados de laboratorio que serán los que determinen si estos resultados positivos sobre el terreno, también pueden ser viables a largo plazo y si la salinidad no afectaría a las plantas sobre las que se ocupe este abono hecho a base de algas. “No nos queremos adelantar”, explica el consejero, aunque reconoce que otras ciudades están a la espera de saber cómo avanzan estos resultados, como es el caso de Tarifa.
Dris cuenta que su homólogo en esta localidad gaditana se ha puesto en contacto con él y están a la espera de una reunión donde exponer los resultados, ya que la situación en Tarifa se ha vuelto crítica con la masiva llegada de algas. Porque si la los investigadores la rugulopteryx okamurae se ha vuelto un quebradero de cabeza, proporcional es la preocupación de los municipios a los que arriba esta alga.
El consejero admite que es un problema, no sólo la retirada, sino su destrucción, ya que se convierten en residuos sólidos urbanos a los que hay que dar tratamiento. Por ello, son muchos los organismos que están buscando qué hacer con este alga invasora y compartiendo sus avances, ya que si no pueden erradicar su llegada, por lo menos poder buscarle alguna utilidad.