Hace ya cuarenta años se estrenó una película española titulada ”¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?”. Dirigida por Fernando Colomo y protagonizada por Carmen Maura, los críticos de entonces la calificaron como una comedia divertida y “algo alocada”. Así sería, pues precisamente Loquillo canta una canción que lleva el mismo título.
El otro día, mientras veía en la tele la final de la Copa del Rey entre el Barcelona y unos zombies de blanco que decían ser el equipo del Sevilla, tuve tiempo de fijarme en la alineación del primero, así como de repasar su plantilla. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que –aun incluyendo a suplentes- el único jugador no catalán ni extranjero era su capitán, Andrés Iniesta. Hay allí una sucursal de la ONU –Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia, Francia, Holanda, Alemania, Croacia, Camerún… pero, entre los españoles, solamente él no es catalán, pues los demás –Alba, Sergi Roberto, Piqué. Busquets- son nacidos en Cataluña.
Iniesta, por tanto, es una excepción en la regla, un muchacho manchego, nacido en un pueblecito de la provincia de Albacete con menos de dos mil habitantes, del que sabemos que existe y se llama Fuentealbilla gracias a la fama del futbolista. Captado por un observador con evidente buen ojo, siendo un crío se lo llevó el Barcelona y tanto en ese equipo como en las diversas selecciones de España (desde la sub-16 a la absoluta) ha ido dando lecciones magistrales de su clase, su sabiduría, su extraordinaria visión de la jugada, su dominio del balón y su brillante aportación al buen fútbol, cualidades todas ellas que lo convirtieron con toda justicia en uno de los futbolistas más admirados y respetados del mundo.
Muchas veces se ha dicho que el “Barça” son “Messi y diez más”. Creo que sería más justo decir “Messi, Iniesta y nueve más”. Aparte de todas sus virtudes como jugador, Iniesta es una buena persona, un hombre cabal, modesto y sencillo en el mejor sentido de ambas palabras, pues jamás se ha ufanado ni de su bien ganada condición de “crack” futbolístico ni de la fortuna que, con todo merecimiento, poseerá. Ni él ni su mujer, Anna, una joven peluquera con la que se unió hace más de diez años, son partidarios de salir en la prensa o en los programas televisivos del corazón. Han formado una familia y tienen ya tres hijos (dos chicas, Valeria y Siena, y, entre ellas, un varón, Paolo). Muy raras veces hemos oído, leído o visto algún cotilleo sobre ellos.
Por si todo lo anterior fuera poco, Iniesta ha pasado ya, con letras de oro, a la Historia -con mayúscula- del fútbol español, gracias a aquel famoso gol que le marcó a Holanda en la prórroga de la final del Mundial de Sudáfrica del año 2010, el gol que llevó a España a ser Campeona del Mundo por primera, y hasta ahora, única vez. Creo que la fama de ese gol ha superado con creces al ya legendario de Zarra, con el que se derrotó a Inglaterra en el Mundial de Brasil del año 1950. Sin exagerar, se puede decir que Iniesta es un héroe del fútbol español, una persona que ha alcanzado fama gracias a sus hechos y virtudes.
De un modo cada vez más evidente, el Barcelona se ha ido convirtiendo en una especie de ariete o símbolo del independentismo catalán. Piqué es su baluarte sobre el terreno, pero desde su directiva -o Consejo de Administración- se vienen dando claras señales de una orientación ideológica que nunca debería haberse infiltrado en los campos de fútbol. Piden la libertad de los “presos políticos”; defienden la “libertad de expresión” de sus seguidores para exhibir la bandera “estelada”, silbar el himno de España y abuchear al Rey: sacan notas de prensa susceptibles de ser interpretadas como separatistas; se rasgan las vestiduras porque la Policía retiró en la final unas cuantas camisetas amarillas con leyendas de carácter político y, como prueba fehaciente de esa inclinación soberanista, ahí está esa escena, viral en las redes sociales, en la que una periodista de “Barça TV” discute con un hincha “culé” y le obliga a esconder la bandera española que portaba, porque, según le dice, si la sacaba la metía en un problema, pues tenía instrucciones de que no saliera nada de carácter político (¿acaso lo es la bandera de todos?), mientras por detrás pululaban sin problemas las dichosas “esteladas”…
El Barcelona tiene muchos seguidores que no son independentistas – extranjeros, catalanes y del resto de España, donde cada vez se va granjeando más antipatías. Son bastantes los que, sintiéndose muy molestos, han llegado a abandonar, con tristeza, su condición de “culés”. Por eso mismo me vino a la cabeza, viendo la final de la Copa, el título de aquella película española, planteándome entonces la pregunta de qué hace un manchego, “Hijo Predilecto” de Fuentealbilla e “Hijo Adoptivo” de Albacete, en un club que emite señales de ser, por decirlo suavemente, bastante poco amigo de España.
Iniesta ha decidido dejar, cuando finalice la temporada, a su equipo de siempre, tras veintidós años con la camiseta blaugrana, y aunque todavía está en condiciones de jugar muy bien al fútbol, como demostró en la final de la Copa, en la cual, además, recibió una emotiva y gran ovación del público que llenaba el Metropolitano, tanto culés, como sevillistas y madrileños -prueba evidente de la admiración general que se le profesa. Se va con la idea de fichar en un equipo no europeo. Pronto cumplirá treinta y cuatro años y no quiere languidecer en su equipo de siempre. Nos queda la esperanza de verlo jugar en la selección española durante el próximo Mundial de Rusia, pues doy por hecho que será seleccionado.
No sería extraño que en su decisión haya influido un cierto sentimiento de incomodidad ante la deriva política que viene experimentando su club.. Dejar el “Barça” le ha costado muchas lágrimas, aunque puede tener la plena seguridad de que siempre se le recordará como un extraordinario futbolista y como una buenísima persona. Se lo ha sabido ganar con su inimitable calidad y su ejemplar sencillez.
De lo que no cabe duda es de que, allá donde vaya, se sentirá mucho mejor jugando donde no exista esa cruel tortura del perpetuo latazo y la matraca propia de los separatistas catalanes. ¡Qué enorme alivio!