El Ramadán coincide con las fechas en las que el libro sagrado de los musulmanes le fue revelado por primera vez al Profeta Muhammad. Entre otros preceptos, fija los límites en las relaciones entre individuos y el individuo con la comunidad. Durante este mes, los creyentes deben de cumplir con el ayuno, uno de los cinco pilares del islam. Se trata de una forma de autopurificación en la que el fiel profundiza en sí mismo y cultiva la paciencia.
Estos 29 o 30 días que tiene de duración el Ramadán –al basarse en ciclos lunares no siempre tiene la misma extensión– cumplen una función religiosa pero, también, sanitaria porque purifica el cuerpo; mental porque fortalece la voluntad; y moral porque hace comprender qué soportan las personas privadas de alimento.
Los musulmanes se rigen por el calendario lunar cuyos días no coinciden todos los años. En cualquier caso, siempre es el noveno mes del calendario islámico que empieza con la aparición de la luna nueva y finaliza en la misma fase de la siguiente luna. El Ramadán comienza unos 11 días antes cada año, con lo cual, en la próxima década, los musulmanes se abstendrán de esos placeres terrenales entre abril y mayo de modo que el sacrificio será más llevadero puesto que habrá más horas de oscuridad.
Efectivamente, para todo aquel musulmán sano desde el momento en el que alcanza la pubertad. No obstante, existen ciertas salvedades que el creyente debe tener en cuenta.
Los niños y las mujeres con la menstruación o en el periodo de recuperación después de un parto reciente pueden abstenerse de guardar ayuno. Al igual que los enfermeros y personas de viaje durante estas fechas. En estos casos tienen la posibilidad de aplazar esta vigilia que recuperarán más adelante y antes de terminar el año.
Además de no ingerir comida, bebida y eludir las relaciones sexuales o el consumo de tabaco durante las horas de sol, el Ramadán requiere de los creyentes un comportamiento ejemplar basado en una moral y una ética intachables que debe ser extensible al resto del año. Por tanto, los musulmanes tienen que evitar los chismes y cuidar el comportamiento hacia el prójimo. Por algo a este mes el islam lo considera como el de la comunidad, un periodo dedicado a ayudar a los vecinos, en especial a los más necesitados, y en el que se pasa más tiempo en familia. En Ramadán, los devotos tienen que ser más generosos, altruistas, afables y serviciales. Sin contar con que la oración, otro de los pilares del islam, es fundamental en esta época del año en la que el Corán se recita completo en las mezquitas.
Alrededor del planeta se celebra el Eid Al-Fitr o Fiesta de Ruptura del Ayuno que cuenta con dos momentos álgidos: la oración en comunidad al aire libre –musal-la– y la entrega de una limosa a los más necesitados –zakat Al-Fitr–. Esta Pascua también es especial porque se intercambian regalos, los fieles estrenan ropa y con ella participan en la primera oración de la mañana o en el rezo comunitario. Una jornada en la que tampoco olvidan a los difuntos y en la que aprovechan para visitar a familiares y amigos.
Los musulmanes de Alaska, el norte de Canadá o Finlandia, por ejemplo, se encuentran con un problema a la hora de realizar el Ramadán: el sol apenas se pone unas horas... o ninguna. A este respecto, el Centro Islámico del Norte de Noruega, entendiendo que el pasado año habría 23 horas de sol cada día, dio permiso a los musulmanes de seguir el horario de sol de la Meca. En el caso de Alaska, los musulmanes pueden seguir el horario de otras partes de Estados Unidos durante estas fechas.
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