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" Nos meten así en la boca del lobo"

¿Es posible vender humo? Los políticos lo hacen a diario. Y si se trata de calmar los ánimos crispados por la ristra de tiroteos, dos muertes violentas y falta de detenciones, esa venta se hace al por mayor. Así que el pasado 6 de octubre la Delegación del Gobierno coordinada con la Ciudad Autónoma vendía a bombo y platillo la organización de controles para cerrar la ratonera en la que se ha convertido el Príncipe, buscar armas y vetar el tráfico de hachís que entra por la frontera para abastecer los zulos en los que se almacena. El teniente coronel de la Guardia Civil, Andrés López, lo confesaba abiertamente a los medios el día de la Patrona: “Nuestra misión principal es encontrar armas”.
Mes y medio después el resultado es más bien escaso. Ni se han interceptado armas y el hachís que se ha decomisado no pasa de unas bellotas y menos de 20 kilos. Un balance que choca con la parafernalia orquestada por la junta de seguridad y que no ha hecho sino provocar las iras sindicales, el hartazgo vecinal y las quejas por la falta de eficacia policial obtenida. “Entre otras cosas cómo íbamos a coger armas si ni tan siquiera llevábamos los medios para ello”, reconoce un agente de la Guardia Civil que aplaude la decisión de ordenar la retirada del lugar de un Cuerpo que, durante este tiempo, se ha transformado en una marioneta electoral. Así es como muchos de ellos se han sentido. “Estábamos colocados, salíamos bien en las fotos y hemos sido los únicos que hemos estado haciendo los controles todos los días y a todas horas”, confiesa este agente.
La propia asociación de vecinos de la barriada ya mostró su malestar por lo que consideró que era organizar un gueto y advertía que esta salida no era más que una medida electoralista. Poco se equivocaron, terminadas las elecciones los controles visuales se han retirado y se ha ordenado el desembarco de la UIP sin fecha límite de estancia. El grupo llegado de Valencia y el de Sevilla que ya trabajaba en el Biutz y frontera se reparten los controles móviles a horas concretas y durando, cada uno, no más de treinta minutos. Así el Príncipe ha pasado de estar prácticamente cerrado (siempre ha habido una entrada y salida sin control policial que los vecinos conocían, ubicada en el enlace de Piniers al Príncipe pasando por la zona de obras de la cárcel) a convertirse en escenario de una presencia policial más rutinaria y ocasional. La UPR sigue manteniendo su presencia en la barriada, pero a las dos de la madrugada la vigilancia desaparece por completo. ¿Son efectivos estos controles? A ojos de los mandatarios políticos venden que sí, pero para sus protagonistas todo es un disparate. “Esta no es una manera de solucionar el problema”, señala un agente. “Nos meten en la boca del lobo”, añade. ¿A qué se refiere? A situaciones vividas recientemente con tres o cuatro policías de servicio en la barriada, de los que hay que quitar uno porque tiene la obligación de quedarse dentro del furgón policial por si lo intentan robar o apedrear. Así que la seguridad la debe garantizar una pareja. Y pasadas las dos de la madrugada, nadie. “Estas no son las maneras de arreglar lo que está pasando”, consideran los agentes a pie de calle. La UIP ya ha recibido sus primeras piedras y  está semana un agente del Cuerpo era amenazado con un machete por un individuo que se dio a la fuga. La realidad del día a día la viven los policías. Las miradas intimidatorias y amenazantes de quienes los consideran una fuerza represora se notan en cada servicio. La presencia policial no se ve como algo normal en una barriada que lleva años denunciando la falta de una base fija.
La junta de seguridad anunciaba también la construcción, de forma urgente, de una comisaría y la Ciudad se apresuró a ofrecer unos terrenos cerca del Reina Sofía. Otra pantomima mediática más. Fuentes de la Ciudad reconocen que será muy difícil llevar a cabo este proyecto: no hay dinero ni posibilidad inmediata de construir esa base, así que el Príncipe arrastrará esa falta varios años más.
¿Y qué piensa la barriada de todo esto? Ríe, mira, analiza, lee y vuelve a reir. La solución del barrio no pasa por la obtención de beneficios electorales: “Esto es un caos, lo mires por donde lo mires, y no nos cansamos de pedir medidas integrales de todo tipo”, dicen. También urbanísticas para acabar con la ratonera. “Si ocurre algo, que entre la UIP en la barriada que sus furgones se quedarán atascados en los callejones... Esto es el Príncipe”.

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