El puente de la frontera del Tarajal,
inaugurado el 15 de julio de 2019, presenta un aspecto deplorable: estructuras de metal oxidadas (el azul con que se pintó ha pasado a mejor vida y se ve el ocre del óxido en las barras) y los cables que se instalaron, sueltos y colgando. Esa es la imagen que cada día pueden ver los transeúntes que pasan por este lugar, ya sean vecinos
del Príncipe o trabajadores. El proyecto de la pasarela rondó los 300.000 euros, sobre un presupuesto total de la obra de 6.100.000. Una “millonada” que ya ha quedado obsoleta, critica Abdelkamil Mohamed, Kamal, presidente de la Asociación de Vecinos del Príncipe. “Es una estructura que tiene que durar en el tiempo. Y más estando al lado del mar. No va a durar nada. Un año más y se van a caer cascotes del puente”, advierte.
El tránsito se ha visto disminuido por este lugar debido al cierre
de la frontera el pasado marzo, pero eso no quita para que Kamal se anticipe a la reapertura de los pasos y al aumento del número de personas por esta pasarela. “Todo el flujo de gente pasa por ahí. Cuando acabe el verano se va a notar más. Quizá el desgaste del tránsito de la frontera lo ha podido deteriorar aún más”, intuye. Por eso no entiende cómo no se ha construido con otro material que aguante más el salitre de una zona tan cercana al mar, elemento que ha podido acelerar la oxidación del metal. “Podrían haber utilizado hormigón para que durase más, porque hay zonas que ya están podridas”, señala tras ser uno de los testigos en primera persona de este declive en la calidad del puente. Señala que, si aún se está a tiempo, “se revise y se pidan explicaciones a la constructora” de este puente que dio un respiro a todos los vecinos de la barriada y ha acabado convirtiéndose en un lugar que “ya se está cayendo”. Las dimensiones de la infraestructura son de dos metros de anchura y 34 de longitud, con rampas de acceso en el lado de frontera con Marruecos y con la ciudad. La altura es de 7,40 metros.