La segunda jornada de sesiones celebrada en la sala de la Sección VI de la
Audiencia de Cádiz en Ceuta ha contado con la declaración de las forenses que hicieron el informe a la niña de 4 años que fue objeto, supuestamente, de agresión sexual por parte de quien fuera
profesor de educación física en el colegio Ramón y Cajal. Las profesionales fueron informadas de lo sucedido, después de que la pequeña acudiera al hospital y contara detalles. Físicamente fue examinada pero no encontraron lesiones físicas, no obstante el hecho de que se usara un bastoncillo para causar la
agresión no dejaría marca alguna en el cuerpo. La menor usó el término de “palito fino” dentro de las expresiones propias que puede manejar una niña de 4 años. El término concreto de bastoncillo fue introducido por la madre y se dio por válido en el relato de hechos que ha llegado hasta aquí.
Cuando las forenses hablaron con la menor estaba presente la progenitora, aunque las profesionales médicas han reseñado que no intervino con valoraciones durante esa exploración inicial que sería más profunda en el juzgado mediante la valoración del equipo psicosocial. También se encontraba el médico de urgencias. La familia comentó que la pequeña tenía comportamientos extraños desde hacía unos meses, pero verificar el tiempo es complicado toda vez que muchas veces el darse cuenta de esas alertas se produce a posteriori, cuando se ha evidenciado que se ha producido una agresión y se cuadran episodios a los que antes no se daba importancia. La niña formaba además parte de un colectivo familiar vulnerable, con un padre en prisión y una madre maltratada y residente en la Península, lo que podría provocar que estuviera más desatendida para la apreciación de determinadas cosas.
Declaración de policías por videoconferencia
Este miércoles han declarado por videoconferencia
policías que intervinieron en el caso al ser quienes acudieron al clínico de Loma Colmenar alertados de la presencia de esta víctima. Hablaron con la madre que narró la relación de hechos que podían haberse producido. Estaba la menor en una zona próxima pintando, se encontraba tranquila, no presentaba síntomas de nerviosismo y trataron con ella para evitar que al ver a dos personas uniformadas pudiera verse impresionada. No quisieron intervenir más allá dejando la actuación en manos del grupo especializado. ¿Podía estar la niña escuchando lo que narraba su madre? El agente cree que sí, que a pesar de estar pintando y aparentemente distraída podía ser consciente
de lo que la progenitora informaba a la Policía. Aunque ahora este agente no lo recuerda, en instrucción manifestó que la pequeña parecía tener vergüenza. También en instrucción este agente comentó que la pequeña les dijo que no quería ir al colegio porque le hacían cosas malas. En su declaración ofrecida hoy se ha ratificado también en esa declaración aunque este miércoles no lo recordaba tan al detalle.
Cuatro psicólogos declaran cómo se hizo la entrevista a la menor
Cuatro psicólogos que participaron, en el caso de dos de ellos, en la realización de la prueba preconstituida, que se hizo a través de protocolos estandarizados, han prestado declaración de manera conjunta. Dos presencialmente y otros dos a través de videoconferencia, para intentar que la pequeña narrara los hechos sufridos. Los que han declarado a través de videoconferencia lo hicieron propuestos por la defensa. ¿Fue posible obtener un relato libre sin sugerir? Los profesionales han aclarado que se intentó que ese relató fuera lo más libre posible. La niña hablaba de tocamientos y besos en la boca. El lenguaje que empleó la menor era el propio de su edad. Ofrecía un relato válido adecuado a los años que tenía y sin introducir términos impropios de su edad. Sí que demostró vergüenza, dado lo que estaba contando. El informe solicitado fue para analizar la existencia de síntomas compatibles con los hechos investigados. Como psicólogos forenses recogieron toda la información clave del caso. Fue un caso complicado en cuanto a la obtención de algunas informaciones debido a que se estaba en pleno confinamiento y que la autoridad que cuidaba a la menor es una señora mayor y que no habla bien español. Recopilada la posible, plantearon las hipótesis: ¿es verdad o mentira lo que se cuenta? La mentira es deliberada y requiere de una intencionalidad. Para los psicológicos, la menor tiene 4 años y por tanto la hipótesis de la falsedad quedaba descartada, ya que a esa edad era inviable que mintiera. La teoría de la verdad es imposible concretarla puesto que habría que haber sido testigos de los hechos para poder certificar que algo es cierto. Se sitúa la valoración en un ámbito intermedio.
Hubo trabas en este procedimiento al no tener claro, por ejemplo, cómo se reveló la narración de los hechos -es decir, el origen de todo- y otro aspecto importante: la menor antes de llegar a la prueba preconstituida ha podido conocer detalles, por lo que la exposición de hechos que ofrece a los psicólogos ya no es pura y puede ofrecer un relato influido por lo que haya escuchado. Esto no significa que mienta, pero son datos que se deben tener en cuenta. ¿De dónde procede la información narrada por la pequeña? Esa es una clave que no puede quedar clarificada pero es muy importante porque supone la fuente natural de todo. Se tuvo en cuenta también que la menor, ya en sus dos primeros años de vida, fue testigo de un clima desestructurado por malos tratos, con un padre en prisión, una madre que no está en Ceuta y residiendo con una abuela que presenta cuantiosas carencias económicas y de habitabilidad en el hogar ya que por ejemplo carecen de agua caliente en casa y, además, no maneja el castellano adecuadamente. La pequeña ya presentaba por tanto una sintomatología que mostraba un ambiente anómalo. También hay factores a tener en cuenta que no se analizaron porque simplemente no existen, ya que por ejemplo nunca se hicieron informes médicos sobre si las evidencias mostradas por la niña podían tener un origen orgánico. Esa falta de informes se debe tener en cuenta porque hubieran sido importantes a la de hora de disponer de más datos con la existencia de un refuerzo médico, es decir, alguna exploración sobre si la niña presentaba algún problema físico que tuviera consecuencias como aparición de rojeces o en el ámbito estomacal.
En resumen, todo esto son factores que vienen a enturbiar el ámbito ideal de trabajo en el que debían moverse los profesionales para poder laborar en un mejor escenario al evidenciarse varias limitaciones. Los psicólogos ofrecen un trabajo, una impresión sobre estos hechos en un entorno en el que figuran carencias, pero es el tribunal el que se encarga de determinar todas las abundantes dudas que se van apreciando en este caso en el que se sienta en el banquillo una persona sobre la que pende una acusación inicial del Ministerio Fiscal de 15 años de prisión, además de medidas de libertad vigilada y alejamiento. Existen discrepancias sobre si la niña ofrece un relato mínimo en la prueba preconstituida sobre unos hechos para poder ser considerados como tales, es decir, que se tratara de una narración libre y no conducida con preguntas concretas.