El pasado sábado, día 3 de Septiembre, el Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC-Ceuta), en su afán por seguir perfeccionando sus posibles actuaciones, continuó su acción formativa a través de un nuevo curso online, organizado por el Colegio Oficial de la Psicología de nuestra ciudad (COPCE) y creado por la Universidad Autónoma de Barcelona, que culminó con la visita de la profesora Ingeborg Porcar Bercker, psicóloga experta en la atención a las víctimas de este tipo de sucesos y situaciones en Cataluña, a la cual agradecemos sinceramente su esfuerzo, interés y dedicación para ayudarnos a mejorar y ampliar conocimientos en base a su dilatada experiencia.
Durante las nueve horas presenciales, repasamos los protocolos de actuación prestando especial atención a ciertos matices en situaciones de emergencias cotidianas como son los accidentes, cuando se ha de comunicar la mala noticia a los familiares, proporcionarles primeros auxilios psicológicos, asistirlos y acompañarlos hasta la morgue, reducir sus iniciales niveles de activación, facilitarles el afrontamiento y ayudarles a pasar adecuadamente por el proceso de duelo, como medidas preventivas para evitar futuros trastornos y cronicidades.
Diversos estudios han demostrado que las correctas intervenciones psicológicas en los momentos iniciales a la tragedia, reducen significativamente la aparición de futuras complicaciones, como duelos patológicos, estrés postraumático, ansiedad, depresión, etcétera.
Dado que en anteriores artículos nos centramos más en los contenidos formativos, quisiéramos esta vez aprovechar la ocasión para desmontar ciertos mitos o leyendas urbanas sobre la función y utilidad de los psicólogos en estas dramáticas situaciones.
Uno de ellos es creer que el psicólogo sólo reparte consuelo o da cariño a los afectados, y que esto no va a poder ayudarles en nada ante la gravedad del hecho. Sin embargo, lo que realmente hacemos es aplicar técnicas de demostrada eficacia que reducirán los síntomas y el malestar de los familiares, a través de una labor de acompañamiento durante la cual les mantenemos constantemente informados, les proveemos de necesidades básicas (agua, comida, medicamentos prescritos), los conectamos con sus redes de apoyo (otros familiares y entidades socioasistenciales), estimulamos y normalizamos sus expresiones emocionales, modificamos sus cogniciones (como la culpabilidad) y los mantenemos en un estado de relativa calma hasta la finalización de los rituales funerarios.
Si es necesario, tras las 72 horas que duran nuestras intervenciones en la Fase de Impacto, les dejamos conectados con los servicios sanitarios de salud mental para realizarles un posterior seguimiento psicológico.
Es por todo ello que creemos en la necesidad y conveniencia de nuestra asistencia en estos contextos, pues prevenimos futuros trastornos y complicaciones, mejoramos la calidad de vida de los afectados y reducimos por consiguiente los costes sanitarios derivados de las continuas visitas al médico en atención primaria y de los costosos tratamientos farmacológicos, nunca exentos de posibles efectos secundarios y no siempre eficaces.