El proyecto de la
interconexión eléctrica submarina entre Ceuta y la península ha superado su paso “más importante” a nivel
medioambiental, la declaración de impacto que debía elaborar el Ministerio para la Transición Ecológica con condiciones ambientales preventivas, correctoras y compensatorias sobre la propuesta elaborada por Red Eléctrica de España (REE) para que la ciudad autónoma deje de ser una isla energética abastecida por fuentes más caras y contaminantes. Para lograrlo será necesario efectuar una inversión superior a 220 millones de euros, según la última estimación, elaborada antes del incremento desbocado de precios ligado a la invasión de Ucrania. La interconexión se justifica en términos de
eficiencia económica para “permitir la integración de la generación renovable, de menor coste que la generación actual en el sistema aislado” de Ceuta, y en términos ambientales, ya que su puesta en funcionamiento “supondrá la reducción de 10 MW de la potencia instalada en la central térmica, contribuyendo a la descarbonización de la economía, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (unas 299 kt/año) y de ruidos, partículas y otros gases contaminantes”. Incluirá la construcción de dos nuevas subestaciones, una a
cada lado del Estrecho, y el tendido de una línea subterráneo-submarina en doble circuito de 68,9 y 66,9 kilómetros de longitud, respectivamente.
Las actuaciones en el medio terrestre afectarán a los términos municipales de San Roque y La Línea de la Concepción, en la provincia de Cádiz, y a la Ciudad Autónoma de Ceuta. La línea a 220 kV de conexión entre las subestaciones discurrirá por zanja hormigonada de 1,8 metros de anchura máxima y 1,45 de profundidad. El tramo subterráneo en Ceuta tendrá una longitud de 1,6 kilómetros desde la explanada anexa a la playa de El Chorrillo, donde se producirá el aterraje en la ciudad autónoma (aunque exija rodear la península
del Hacho, ya que los fondos rocosos de la bahía norte tienen “mayor valor ecológico y mayor dificultad constructiva), hasta la zona portuaria, en la que se levantará la nueva subestación Virgen de África junto a la central actual de Endesa tras descartarse la Cuesta de las Caballerías y avenida de España. La ejecución material del proyecto, que
se prevé pueda estar operativo en 2025, exigirá mover 37.025 metros cúbicos de tierras y el trazado discurrirá por el fondo del mar en aproximadamente 35 kilómetros. El ministerio estima que en el ámbito de Ceuta el impacto sobre la vegetación natural y la fauna será nulo, “puesto que todas las actuaciones discurren sobre terreno urbano”. En el peninsular, la implantación de las infraestructuras del proyecto sí ocasionará diversos impactos que deberán ser paliados. No afectará, eso sí, a “ningún espacio natural protegido de Andalucía ni de la Red Natura 2000 de ámbito estrictamente terrestre”.
El futuro de las almadrabas, incierto
Durante la ejecución de las obras deberán remitirse informes durante la fase de construcción con una periodicidad mensual tanto al ministerio como a la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul de la Junta de Andalucía y a la
Consejería de Fomento, Medio Ambiente y Servicios Urbanos de la Ciudad. Además, entre otras condiciones, el proyecto deberá “tener conocimiento de los mamíferos marinos y de las tortugas marinas presentes en la zona de actuación y durante la época en la que se tiene prevista su realización” e incluir “un control arqueológico a pie de obra de todos los movimientos de tierra con el objeto de detectar posibles elementos patrimoniales no inventariados”. También exige “evitar cualquier afección” a la comunidad de lapas ferrugíneas catalogadas en peligro de extinción, informan “con suficiente antelación” a las cofradías de pescadores de los trabajos a ejecutar. La Capitanía Marítima de Ceuta ha informado de que podrían verse afectadas dos almadrabas (Fraimartín y El Mero) y una batea mejillonera (Piedra del Pineo). Tales afecciones implican “la necesidad de establecer una zona de exclusión en la que se prohibirá el calamiento de almadrabas, las cuales podrían reposicionarse, aunque no se descarta que se vean obligadas a cesar su actividad”. El espacio habitualmente utilizado por embarcaciones de recreo para fondear en la bahía sur también podría verse afectada en su extremo suroeste.