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Próxima estación: Ceuta

Los inmigrantes que llegan diariamente a tierras ceutíes han realizado un largo viaje hasta llegar aquí. Un viaje cargado de dificultades, un viaje con muchas escalas y que no termina aquí.

Ceuta supone en éstos una de las últimas estaciones para quienes desean llegar a Europa, concretamente a la península, a intentar encontrar una vida mejor.

Pero antes de llegar a la estación ceutí, los inmigrantes han tenido que pasar por Marruecos, un país que, de esta manera, se ha convertido tanto en emisor como en receptor de la inmigración, ya que algunos, una vez que lo conocen, consideran que pueden encontrar una estabilidad aunque sea a través de ayuda y venta ambulante. Aunque la mayoría de los inmigrantes ven Marruecos como una estación pasajera, a través de la que se pasa a la siguiente, Ceuta, y a la siguiente, la península.
Por ello, al otro lado de la frontera de Beliones aguardan grupos preparados para cruzar a la siguiente estación y continuar con el camino hacia su objetivo final. Organizados por nacionalidades, esperan el momento idóneo para cruzar, en la mayoría de las veces por mar con una balsa. Es el caso, por ejemplo, de muchos de los que llegaron la pasada semana.
Al parecer, al otro lado de la frontera de Beliones hay un “túnel” a través del que se puede llegar al otro lado, Ceuta. Un “túnel” que ha sido cavado por nigerianos y que “sólo lo pueden utilizar ellos, a los demás les cobran 500 euros”, explica Dembayai, un joven de 24 años que en los últimos 4 que ha pasado en Marruecos lo ha intentado varias veces. La última, sin ir más lejos, la pasada semana.
Según cuenta este joven senegalés, en los bosques de Beliones hay grupos de más de 100 personas, repartidos por nacionalidades. “Hay grupos de senegaleses, cameruneses y guineanos”. Pero los nigerianos son los que están mejor organizados, incluso, asegura este inmigrante, con el dinero que cobran a los que quieren utilizar el túnel, entregan una parte a un militar “para que no hable” y les deje pasar. Además, dice, cuentan con una jerarquía, conocimiento de la situación y suficientes víveres.
Recuerda que una de las veces que estuvo en los campamentos llevaba cinco días sin comer y aguantando unos mosquitos que dice que son “grandes y que pican mucho”. Por ello intentó robar comida del campamento nigeriano y fue atacado por “el jefe” con una vara de metal, explica mientras señala una gran cicatriz en el hombro. El joven asegura, además, que cobran “10 euros” por un poco de agua a los inmigrantes que no son de su grupo, que no son de su nacionalidad.
Aunque él no ha conseguido pasar aún, asegura que los suyos son más inteligentes: “Los senegaleses pasamos mejor, somos más listos”, sonríe. La última vez que intentó cruzar la frontera fue la pasada semana. Dice que a pesar de quedarse “enganchado” en la primera valla, consiguió saltarla, aunque antes de alcanzar la segunda fue detenido por la policía marroquí. Después fue llevado a Tánger, luego a Tetuán y de allí a Uxda, frontera con Argelia. Allí los dejan y comienza de nuevo el viaje de vuelta a su asentamiento en Marruecos. Encontrándose luego en el mismo lugar en el que se encontraba, eso sí, días después y cansado de una larga caminata.
Aún así, asegura que volverá a intentarlo. “Si no voy a España me quiero morir”, afirma, para continuar diciendo que “en España hay gente buena, no racistas. Son mejores personas que los franceses o los italianos”. En llegar a la península tiene depositadas todas sus ilusiones, concretamente en la zona de la madrileña Barajas, donde asegura que tiene a “muchos amigos que han encontrado trabajo”. Él es chófer. Mientras, seguirá soñando con España: “El otro día se despertó diciendo que estaba soñando con Madrid”, añade un amigo.
Otros, sin embargo, aseguran que prefieren quedarse en Marruecos y encontrar allí una rutina debido a que en los últimos años se están incrementando los controles en la frontera y cuando los interceptan los llevan a Uxda, teniendo que volver después a través de un largo recorrido al lugar en el que estaban en tierras marroquíes.

LOS INMIGRANTES LLEVAN AÑOS ORGANIZÁNDOSE EN LOS BOSQUES DE BELIONES

Esperando en Beliones: Los inmigrantes se organizan por grupos dependiendo de la nacionalidad
Los inmigrantes esperan al otro lado de la frontera de Beliones para cruzar a nado o a través de la valla. Según cuentan algunos inmigrantes, los nigerianos son los que mejor se organizan e incluso han cavado un túnel para pasar al lado español y cobran 500 euros a los inmigrantes de otras nacionalidades que quieran usarlo para llegar a Ceuta.
Control en las entradas a los campamentos: Los guardianes velan por no ser descubiertos
A los campamentos es difícil llegar, sobre todo si no eres inmigrante. Estos cuentan en la entrada con inmigrantes que velan por no ser descubiertos. En estas imágenes, tomadas por este medio en 2004, se aprecia a dos haciendo guardia a la entrada de un campamento en Beliones. Según han relatado a este medio inmigrantes, existen grupos que están perfectamente jerarquizados e incluso cuentan con algún arma para defender sus víveres y pertenencias debido a que pueden llegar a pasar muchos días en el bosque.

Organización: Se reparten para hacer las tareas
Unos hacen guardia, otros van a comprar o a recoger agua, y otros hacen de comer. Los campamentos están totalmente organizados y cada inmigrante tiene encomendado una labor. En las imágenes se puede ver a un miembro del campamento llevando pan al mismo y a otro cocinando unas patas de pollo.

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