El curso escolar empezó este año con una fuerte tendencia al suspenso. La incertidumbre, el miedo a lo desconocido y el respeto a ese nuevo compañero de clase llamado coronavirus hicieron que saltaran las alarmas de todos los centros escolares. Sin embargo, y gracias a los planes de contingencia establecidos, la actitud positiva de los niños y niñas y el trabajo y esfuerzo del personal docente y no docente, han hecho que este curso escolar haya empezado a progresar adecuadamente.
Y prueba de esto es que, en algunos colegios de Ceuta, los protocolos sanitarios activados están funcionando a la perfección, ayudando a que los escolares vuelvan a una normalidad y una rutina que se les quitó de golpe en el mes de marzo. El Faro de Ceuta tuvo la oportunidad de conocer de primera mano el funcionamiento del protocolo -distintos entre sí- en dos centros escolares de Ceuta: el CEIP Rosalía de Castro y el CEE San Antonio.
Para que se pudiesen abrir las puertas de los colegios, ofreciendo garantías de seguridad para alumnos, personal y familiares, se decidió crear la figura del coordinador covid en Ceuta. Estos responsables son el contacto directo con Sanidad y los encargados de que las normas establecidas en el plan de contingencia se cumplan.
Cada uno de estos dos colegios ha implantado una serie de medidas, adecuadas tanto a su centro como a su alumnado. Este dispositivo de seguridad se aplica en las entradas y salidas de los alumnos y durante su estancia en el colegio.
Estos dos centros, a través de sus protocolos, han asegurado el interior del colegio de la mejor forma posible para proteger tanto a niños y docentes, como a familiares y personal no docente. Aunque, por supuesto, siguen las medidas generales de toma de temperatura, uso de gel y mascarillas en todas las zonas para los mayores de seis años.
En el Colegio San Antonio, por ejemplo, los alumnos llegan al colegio en transportes adaptados y son recibidos por el personal del centro, quienes, en algunas de las ocasiones, tienen que ayudar a los niños con la tareas de desinfección y con su entrada al aula.
El ‘Rosalía de Castro’, por otro lado, hace que los niños y niñas entren y salgan por puertas diferenciadas. Así, evitan las aglomeraciones.
Cada curso sabe por la puerta que ha de acceder y por dónde abandonar el centro. Todo ello de manera escalonada y guardando intervalos de tiempo entre cursos.
Dentro de las aulas, el protocolo sigue llevándose a cabo. Mesas separadas y ratios reducidas son las principales medidas que se han tomado en ambos centros, además del uso de mascarillas o pantallas por parte del equipo docente, sobre todo, en las aulas de infantil ya que los menores de seis años no están obligados a usar la mascarilla.
Ha habido colegios, como el ‘Rosalía’ que también optaron por el uso de la implantación de los turnos que irán cambiando cada 15 días. Asimismo, como no dejan de ser niños, este centro también ha optado por realizar recreos en infantil. Los pequeños del colegio disfrutan de un rato de juegos al aire libre, por turnos. Mientras un curso de infantil está jugando en el patio, el otro grupo permanece en el aula.
El ‘San Antonio’, por su parte, y teniendo en cuenta a su alumnado, decidió dividir a los estudiantes en dos grupos para que pudiesen ir durante todo el día, pero en días alternos. Los alumnos del programa de formación sí que van todos los días, pero están divididos también para que no coincidan en las distintas actividades.
Otras de las opciones que se propuso a los centros fue la creación de las aulas burbujas para evitar el contacto con otros cursos. El ‘Rosalía’ no ha utilizado esta medida, porque a través de su sistema de turnos y entradas y salidas escalonadas, evita el cruce de los grupos. Además de otras medidas utilizadas. Pero la situación en el ‘San Antonio’ es totalmente distinta.
El alumnado de este centro forma parte de los grupos de riesgo, por lo que las medidas que se han tomado son más extremas. En este caso, los grupos burbujas son un hecho. Cuando un maestro o alguien de personal necesita hablar con el docente o cuidador del aula, no puede acceder a la clase, sino que tiene que hacerlo desde la puerta -y así mismo hicimos-.
Pero las medidas establecidas por los colegios no son las únicas que estos escolares, docentes y personal siguen al pie de la letra. La mascarilla y el gel se ha convertido en un complemento diario. Cada mañana, además de sus mochilas, los niños y niñas ceutíes se colocan su mascarilla y llevan su bote individual de gel para ir al colegio. Aunque en el colegio San Antonio a veces es complicado que esta medida se cumpla, los docentes y el resto de personal están equipados para garantizar la protección del alumnado. Las pantallas o gafas de seguridad, mascarillas y, a veces guantes, se han convertido en el aliado perfecto para el personal del centro.
Sin embargo, en el ‘Rosalía de Castro’, los de primaria dan ejemplo. Los niños y niñas han demostrado un grado de responsabilidad muy alto y no se la quitan en ningún momento. Además de esto, hacen uso de su propio bote de gel cuando han tenido un contacto más directo con su maestro o maestra o algún compañero, aunque en el aula están separados entre sí por la distancia de seguridad.
La evaluación de este casi mes que llevamos de curso para estos dos colegios está siendo positiva. Ambos han demostrado que llevando a cabo las medidas de seguridad e higiene establecidas en su plan de contigencia, el cual está siempre en constante evaluación, se puede hacer frente al covid. Las familias pueden estar tranquilas y seguir confiando en el trabajo que están realizando en ambos colegios, porque cuando activan el protocolo por positivo, pese a ser importado, han demostrado que funciona.
La jefa de estudios del CEIP Rosalía de Castro, Trini Molina, alabó el compromiso de los niños y niñas del centro. Aunque señaló que en los de infantil no es obligatorio el uso de las mascarillas, las maestras utilizan pantalla protectora y mascarilla, y hacen uso del gel hidroalcohólico tras cada alumno, puesto que tienen que ayudarlos a subir las escaleras para que no se caigan. “Y los niños de primaria están muy concienciados de las normas. No se levantan, tienen su mascarilla puesta y en las entradas y en las salidas hacen la fila manteniendo la distancia de seguridad”, indicó Molina. Por otro lado, en el ‘San Antonio’ la máxima seguridad la aportan los docentes, ya que muchos de los alumnos, por motivos de salud no pueden llevarla. El personal, mediante el uso de los EPI, protegen al alumnado y, a su vez, se protegen así mismos. En este centro las medidas son extremas y el uso del gel es continuo, tanto para los alumnos como para todo el personal.
Las entradas y las salidas en estos dos centros se hacen de manera escalonada, aunque cada uno a su manera. Por un lado, en el CEE San Antonio, el horario de entrada empieza a partir de las 8 y media de la mañana, mientras que la salida empieza a realizarse a la una y media. Los alumnos llegan al centro en transportes adaptados, en diferentes horarios y entran por las puertas más cercanas a su aula. Por otro lado, en el ‘Rosalía’ las entradas y las salidas se hacen por puertas distintas, según el curso, y de manera escalonada, con intervalos de cinco y diez minutos por grupo. De esta manera, se evita el contacto de grupos por los pasillos.
Aislamiento de los grupos o aulas burbujas han sido algunas de las medidas que se decidieron implantar en esta nueva vuelta a los colegios. En el Rosalía de Castro, sin embargo, se decidieron por evitar el cruce de grupos. Para ello, decidieron tomar otras medidas como las entradas y salidas escalonadas. La coordinador covid de este centro, Trini Molina, señaló que “se mantienen las medidas de limpieza y seguridad de desinfección de manos o lavado con agua y jabón durante las sesiones. Intentamos que tengan un aula de referencia donde van los especialistas y están los tutores, en vez de que los alumnos circulen por el centro para evitar los cruces de grupos. Porque nosotros controlamos esto en el centro, pero como no controlamos los contactos de los estudiantes fuera, hemos decidido que por su propia seguridad era mejor mantenerlos así, que hacer lo del grupo burbuja que después podemos tener más problemas. Pero en el ‘San Antonio’, debido a que son alumnos del grupo de riesgo, los grupos burbujas son un hecho. La coordinadora covid y enfermera de este centro, Susana Gabari, indicó que “los niños, una vez que llegan al centro, van a su aula y se van a relacionar durante toda la mañana con sus compañeros de clase, su tutora y su cuidadora, nada más. Sale al recreo ese aula solo, no hay profesores itinerantes, es decir, hemos intentado que sea realmente un aula burbuja. La verdad que de momento creo que tanto las familias como los niños están respondiendo muy bien”. Las medidas en este centro son extremas y solo pueden acceder al interior de la clase el docente y el cuidar de la misma, nadie más.
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