Usuarios de la piscina del ‘Guillermo Molina’ han trasladado sus quejas por la situación en la que se han encontrado las instalaciones. El pasado agosto estuvo cerrada precisamente porque se iban a llevar a cabo labores de mantenimiento. De estas nada se sabe, puesto que los usuarios han empezado septiembre con la desilusión de toparse con un entorno sucio, puertas rotas, cucarachas muertas incluso halladas dentro de las piscinas, mobiliario que no está en condiciones... Nada que ver con un servicio por el que pagan y que no es digno de ser ofrecido por la Ciudad, al menos de esta manera.
Las causas no radican solo en el conflicto seguido en materia de limpieza, con trabajadores que no cobran y a los que se les está llevando a una situación desesperada porque los sistemas de acción/castigo no existen. Al trabajador nadie le protege, se pensarán que no cobrar durante tres meses es algo asumible para una familia en la que un solo miembro es el que trabaja y en la que solo entra el ingreso por estas labores. Es de vergüenza.
Alguien tiene la responsabilidad de chequear que las instalaciones ofrecidas y abiertas al público cumplen unos mínimos. Alguien tiene que tener el mando para, a sabiendas de que no se cumple con las mínimas condiciones, actuar al respecto. Alguien debe poner el punto y final a una situación que no tiene por qué ser sufrida ni aceptada por quienes tienen que poder disfrutar de unos recursos en condiciones. Lo contrario es, sencillamente, una estafa.