Jacob dijo: Júramelo primero; y él se lo juró, y vendió su primogenitura a Jacob. Entonces Jacob dio a Esaú pan y guisado de lentejas; y él comió y bebió, se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura”.
Judas vendió a Cristo por 30 monedas de plata. Eva y Adán traicionaron a Dios comiendo la fruta prohibida. Los palmeros de la Federación traicionaron a Rubiales y lo dejaron a los pies de los caballos. Bruto mató a César y caín mató a Abel. El General Franco traicionó a la República, Pinochet traicionó a Allende y el Tamayazo traicionó la voluntad del pueblo.
Toni Cantó ha traicionado a los partidos políticos en los que ha militado. La madrastra de Blancanieves la traicionó pues quería ser más bella que ella.
¿Venderse? ¿Entregar el alma al diablo a cambio de nada? ¿Conquistar lo que buscas perdiendo la dignidad? ¿Engañar, mentir, utilizar, sobornar, traicionar? ¿Saberse cómplice?
Nos vendemos por cualquier cosa: poder, dinero, prestigio, amor, envidia, odio o venganza.. vendemos para que otros compren las máscaras que nos ocultan... y así habitamos en el desprecio con el que regamos la vida.
No venderse, no suplicar piedad al tirano, no agachar la cabeza cuando te humillan, no ceder si te proponen una victoria basada en la derrota.
No claudicar, no abandonarse por los aires de grandeza de los que te oprimen, no mendigar diálogo si el monólogo acusador quiere cerrarte la boca.
Los mercaderes nos esperan, trazan estrategias para robarte, para saquearte, para arrancarte todo lo que vales.
No te rindas si la serpiente te tienta, no negocies con ella. No ayudes en proyectos en los que nunca has creído, no les rías las gracias para caer bien, para conseguir el aprecio de los que te desprecian.
Mantente firme, demuestra tu valor ante el chantaje, di lo que piensas, denuncia la injusticia, implícate en tu honor aunque un ejército de víboras te acorrale. Sigue tu camino, no andes el camino de los demás por miedo a la soledad. No implores el respeto que no te tienen ni te vistas de gala para que te dejen pasar en una fiesta que no es la tuya.
Oirás la voz de tu conciencia cuando el gallo haya cantado tres veces. Te verás sucio, atrapado en una tela de araña que han preparado para ti. Te obligarán a devorar la carroña en la que te has convertido y tendrás prohibido mirarte a la cara pues serás como el retrato de Dorian Gray, un hombre que busca la inmortalidad y para encontrarla, para no envejecer jamás y no perder esa belleza de la que tanto alardea tiene que matar.
Me ha costado más de medio siglo en asimilar mi venta. Me he prostituido toda mi vida por el reconocimiento, por caer bien, por ser uno de los suyos. Y así me sujeto ahora a lo que queda de mi naufragio, el madero del barco hundido.
Aspiro a una isla, conservo el mapa del tesoro que guardé por todos temores imaginables. En el cofre espero encontrarme a ese yo que he recuperado después de haberlo vendido tantas veces. Cuando vuelva a sonar el CAÑONAZO seré libre.