La Delegación del Gobierno de Ceuta saca de dudas a la población musulmana acerca de la Orden Ministerial que autoriza la entrada de borregos desde Marruecos por la Pascua del Sacrificio: los ceutíes no pueden importar corderos “igual que todos los años”. Todo lo contrario que los melillenses, a quienes la delegada de la ciudad hermana informó esta semana que tienen permitido traer borregos en virtud de una modificación de la Orden que “abre el abanico de posibilidades”. La explicación del Gobierno de la plaza de los Reyes se queda ahí, en la prohibición, nada aclara sobre las razones que la motivan. Una restricción que puede ser interpretada a este lado del Estrecho como una "discriminación" del Gobierno de Pedro Sánchez hacia los ceutíes respecto de los melillenses. Solo fuentes del sector consultadas por este periódico rompen ese silencio de los corderos. La causa fundamental y principal es que no existe frontera comercial en Ceuta, mientras que Melilla sí la tiene. Esa es la razón aduanera básica. Y, por tanto, Ceuta carece del denominado Punto de Inspección Fronteriza (PIF) que en nuestro caso se encuentra en Algeciras. La ausencia de este control de productos de origen animal procedentes de países terceros y destinados al consumo humano imposibilita una actuación de los inspectores en frontera dependientes del Estado que, en el caso del borrego, se trata de animales vivos. En Ceuta sólo existe la figura del veterinarios autonómicos o municipal, agrupada en la misma figura, y, por tanto, ni existe un control en frontera a nivel veterinario en su sentido estricto ni puede haber una entrada de ninguna partida comercial porque no hay una aduana comercial efectiva. Si Ceuta dispusiese de ella como ocurre en Melilla, otro cordero balaría. En definitiva, la aplicación en Ceuta de la modificación de la Orden Ministerial, de entrada, no es estudiable, ni tan siquiera se plantea una regulación ya que la ciudad autónoma carece de esa aduana comercial. Este requisito trasciende la polémica sobre el borrego y se adentra en el terreno socioeconómico y político que tomó caminos diferentes en ambas ciudades autónomas con un reconocimiento desigual de ambas aduanas comerciales por parte de Marruecos: aceptada en Melilla y sin aceptar en Ceuta.