Mientras se navega por los pasillos traseros a la iglesia de Juan Carlos I, uno se puede encontrar con diferentes grupos de la barriada que hacen uso de las salas para talleres o actividades, pero de pronto entre todos aquellos que entran y salen se hace el silencio. Una soprano, voz grave bien marcada, notas llenas de emoción y una melodía que acaba de poner a todos los pelos como escarpias y las emociones a flor de piel. No se logra escuchar la letra, pero le canta a algo tan maravilloso que es un momento para disfrutar con los ojos bien cerrados. Pero cuando parece que esos gloriosos segundos han terminado, emerge un fuerte vibrato por parte de una voz masculina, hay que saber que se cuece en la última sala de este largo pasillo, algo tan soberbio parece irreal vivirlo en ese lugar.
La realidad toma forma cuando al abrir las puertas nos encontramos ante un grupo de unas veinte personas de muy variadas edades. Son, simplemente, un coro de villancicos, el coro de la barriada que desde hace 8 años le canta a los ángeles, a los de la Navidad. Es de esos coros apegados a las tradiciones que se niegan a rendirse ante el decaimiento del famoso certamen de nuestra ciudad. “Nosotros seguiremos luchando para que esto siga adelante para que este festival que es parte de nuestras costumbres y nuestra historia nunca se pierda, ya que si se desvanece es como si se disipase parte de la Navidad”, comentaba la directora del coro, Ana Rodríguez. Un lamento que tienen todos los coros participantes que continúan la tradición con cada generación, pero los tiempos cambian “y estoy viendo que por desgracia no le queda mucho”, comentaba Rodríguez. Y su esfuerzo se percibe en sus letras y sus entusiasmo. Permanecer entre este grupo es terminar amando la Navidad hasta para los más abnegados a las fiestas, es imposible resistirse, dicen que es lo que les motiva, “cantar a la Navidad, a la felicidad, a la unión”, son los únicos requisitos para formar parte de sus filas. “A muchos se les despertarán las penas, pero también son muchos los motivos de alegría, cantando se quitan las penas”, y si es entre ellos, es lógico. Son canciones cargadas de vitalidad, de sentimiento y fraternidad. Las letras de siempre, la temática habitual, pero versionado al estilo Juan Carlos I les ha hecho ganadores del segundo premio en variadas ocasiones. Esta edición volverán a presentar dos villancicos inéditos con los que “sólo” buscarán la complicidad de su público, “con eso nos consideramos ganadores”, comentaba Elisabeth Calle, una de las componentes más jóvenes.
Juan Carlos I ha sido un coro en evolución, comenzó como un grupo de amigas de la barriada que se reunían en talleres, su afición por la música les condujo la creación de un coro que ha trascendido generaciones y con aire renovado y juvenil prometen “seguir dando mucha caña”.
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