La historia se repite. Primero, Galtieri, en 1.982. Ahora Kirchner. A fin de desviar la atención del pueblo de los graves problemas sociales y recuperar el crédito perdido en la sociedad, la Presidenta de Argentina, al margen de la Ley, nacionaliza YPF, invocando el nombre sacrosanto de la patria. El pueblo se ha vuelto loco de entusiasmo, sin darse cuenta que esa no es la solución al problema de la nación. Tampoco se dan cuenta de que esta señora, fue siempre, y cada día lo es más, defensora de las privatizaciones, y está pensando en su futuro y su familia. Le quedan tres años de gobierno. Mañana, volverá a privatizar la Compañía YPF, quizá con otro nombre, invocando urgentes razones de estado, razones que nunca han salido del ámbito familiar. Tres años dan para mucho, incluso para que, los que hoy la vitorean y aplauden movidos por una exaltación del espíritu nacional y henchidos de amor patrio, no se acuerden mañana de nada, ni siquiera sabrán nunca las privadas, e íntimas, razones de estado de la Sra. Kirchner. La profundidad del petróleo está a nivel del ambicioso que tiene el poder de desviar, a su antojo, la dirección del caudal del preciado líquido.