El tribunal de la Sección VI de la
Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta dejó visto para sentencia un
juicio por un delito de
abusos sexuales continuados. La víctima había recibido supuestamente tocamientos hasta en dos ocasiones por parte del acusado que era su
profesor particular. Tras escuchar las declaraciones de los distintos testigos, el Ministerio Fiscal siguió con su escrito inicial de calificación y solicitó la pena de 5 años de prisión por un delito de abusos sexuales continuado, 5 años de libertad vigilada, así como otros cinco de inhabilitación para desarrollar trabajo con menores.
La víctima relató que los hechos ocurrieron en 2015 y se produjeron hasta en dos ocasiones. La denuncia se refería a haber sufrido tocamientos por parte de su profesor particular en la cocina, donde a veces daba clase y siempre cuando se encontraban los dos solos.
La denunciante señaló que esos tocamientos se habrían sucedido en dos ocasiones y ambas de la misma forma. “Tengo un problema en la piel y él empezó a preguntarme que cómo me encontraba. Aprovechó para meterme la mano por debajo de la camiseta y realizarme tocamientos. No me hablaba nada, ni yo tampoco supe reaccionar”, explicó.
Esos hechos se sitúan en el año 2015, cuando la denunciante tenía 12 años. No fue hasta 2021 cuando lo denunció. Los dos hechos ocurrieron con 15 días de diferencia entre uno y otro.
Explicó que no denunció antes “por miedo” y porque pensaba que “sus padres” no la iban a creer. “No sabía cómo explicarlo porque además mi padre era amigo de él y hacían muchas cosas juntos”, dijo.
Lo que le hizo cambiar y tomar la decisión fue el enterarse, a través de un hermano, que una joven que también recibía clases particulares había denunciado al acusado por abusos sexuales. “Vi que era el momento porque entonces ya me podían creer”.
A partir de ahí se lo contó tanto a sus padres como a su hermana que es la le dio ánimos y le dijo que lo tenía que denunciar. “Se lo cuento a mis padres, se quedaron bloqueados y mi madre y mi hermana me dijeron que eso no podía quedarse así, que había que denunciarlo”.
A petición de la
Fiscalía, le pusieron un vídeo en el que se veía a la denunciante bailando en compañía de una sobrina del acusado. “Sí, soy yo. Era mi amiga, salía con ella, dormíamos juntas. El miedo no me desaparecía pero al estar con ella me imaginaba que no me pasaría nada”.
La víctima fue clara cuando comentó que dejó de dar clase “porque abusaba de mí, pero a mi padre le dije que no me enteraba con él para que así no me llevara”.
Hasta 2021 le estuvo llevando para que le ayudara haciendo fotocopias. “Necesitaba ayuda y mi padre me decía que acudiera a casa de él. ¡Qué le iba a poder decir mi padre!”.
Otros testimonios
La Defensa preguntó si la denuncia no era en realidad una “revancha” porque se quiso ir a Cataluña a estudiar y el acusado aconsejó a su padre que no la dejara porque era “mala estudiante”.
En el juicio también testificó el padre de la víctima quien señaló que se hizo muy buen amigo del acusado cuando su hija empezó a dar clases con él y que incluso se iban todos los fines de semana a Marruecos.
Además reconoció que son una familia “muy conservadora” por lo que entiende que su hija tuviera miedo a la hora de contarle los hechos. “Al saber que había una denuncia de otra chica, mi hija cogió valor. Es lógico”.
Relató que tras la denuncia de la otra chica, la mujer del acusado lo llamó para que “testificara a su favor” y detallara que “era muy buena persona”. “No quise entrar en bronca con ella, por lo que le dije que hablara con mi mujer que ella le iba a explicar todo”.
El testigo señaló que su hija “jamás” le ha faltado el respeto como dejó entrever la Defensa y reconoció la “buena relación” que existía con el acusado antes de que le confesara los hechos.
Asimismo el testigo desmintió a la Defensa y señaló que fue el director del IES Clara Campoamor el que le aconsejó que su hija no se marchara a Cataluña, negando que fuera el acusado.
La testifical del profesor se centró en negar cualquier “tocamiento” a la víctima. “Ella venía, daba sus clases particulares y se marchaba. Eso era lo único que ocurría”, mantuvo.
Explicó que la acusada fue su primera alumna pero que a los pocos días ya llegaron otros jóvenes. El acusado señaló que aún sigue teniendo muchos alumnos.
No negó que se hubiera dado alguna clase en la cocina, aunque lo normal era “en el salón”. Dejó claro que nunca “la toqué”. “Me he preocupado por su problema de piel, le doy consejo de nutrición, pero nada más”.
A la pregunta de la Fiscalía de por qué cree entonces que le ha denunciado, el acusado se limitó a explicar lo mismo que su letrado y señaló que fue él quien le aconsejó al padre de la víctima que no la dejara marchar a estudiar a Cataluña. “Era una mala estudiante y si le costaba con sus padres encima, imagínase ella sola en Cataluña”.
Los testigos propuestos por la Defensa se limitaron a señalar que el acusado “siempre” daba clases en el salón y que nunca “se había quedado solo con la víctima”. De esa forma la Fiscalía le señaló a la mujer del acusado que él mismo había reconocido que a veces daba clases en la cocina, a lo que ella rectificó y señaló que “puede ser que alguna vez pero ahora no lo recordaba”.
La sobrina del acusado, amiga de la víctima, destacó que ella no le detectó ningún cambio de comportamiento y que incluso después de los supuestos hechos siguió quedando con ella e incluso “durmiendo en mi casa”.