A veces decimos que queremos estar solos: estamos cansados de nuestro trabajo o quizás agobiados por todo aquello que hemos tenido que atender y hasta puede que la pereza haya hecho mella en nuestro ánimo. La vida, sin duda. se muestra muy exigente y hasta el pensamiento se inunda de temores.
Necesitamos - decimos - algo de tranquilidad a nuestro alrededor para tratar que nuestro ánimo se serene y podamos volver a gozar de la serenidad que consideramos hemos perdido. Es cierto, pero tal vez, en alguna ocasión, abusemos de ello. Tal vez suceda que nos miramos demasiado a nosotros mismos y apartamos la vista - y hasta el corazón - de otras muchas personas que están pasando por momentos o situaciones muy difíciles. Sabemos muy bien lo que ocurre, conocemos las dificultades existentes para abrirse camino en la vida y también de la escasa preparación de una gran cantidad de personas; lo sabemos bien y convivimos con esa situación. Por eso, aunque estemos cansados y llenos de preocupaciones, hemos de vencer esa apetencia de soledad para serenar nuestro ánimo. Hay mucha gente que necesita de tu permanencia en la lucha, de tu palabra de consuelo, de tu acción para la solución de los problemas que agobian a tanta gente. Es una realidad que está a la vista de todos y es necesario hacer todo lo posible para encontrar soluciones adecuadas. Incluso es necesaria la audacia llena de responsabilidad para atacar los problemas con pleno conocimiento de causa y aunque sea duro el camino a seguir. Es natural que, a veces. te sientas cansado y hasta agotado, con deseos de tranquilidad a tu alrededor, ¿pero no debes seguir en la lucha? De ti depende la decisión; pero, a poco consciente que seas de la importancia de la labor a realizar. renunciarás al descanso y seguirás en la lucha entablada para procurar la mejoría de vida de tantos que necesitan ayuda. Es una labor dura y llena de condicionamientos que hay que tratar de resolver con justicia y la fuerza de la razón. Es necesario trabajar conscientemente; la dureza y dificultad de los problemas tendrán solución razonable si se emplea adecuadamente la inteligencia y un mucho, también, de amor hacia los que sufren. Hay quienes ofrecen soluciones fáciles; pero no las hay. La solución de los problemas difíciles es, siempre, complicada. Por eso hay que huir de los ofrecimientos simples que puedan cautivar a quienes están necesitados de ayuda. No hay más solución que la del trabajo ordenado y constante, sabiendo bien lo que se pretende y se puede lograr. Pero hay que olvidarse del cansancio y hasta del agotamiento personal; hay que seguir firmes ante los temporales. Firmeza, esa, que depende de la voluntad de cada persona, haciendo frente a la dureza de los problemas.
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