El tribunal de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta dictó ayer sentencia firme condenatoria contra un hombre que reconoció haber cometido un delito de robo con intimidación y otro de allanamiento de morada.
La pena que se le impuso consiste en cuatro años, tres meses y un día de prisión más el abono de 200 euros en concepto de indemnización para la víctima por los objetos que le fueron sustraídos durante el robo. El acusado se conformó con la pena que le ofrecía la representante del Ministerio Fiscal, que rebajó su petición inicial de 6 años de cárcel tras el reconocimiento de los hechos por parte del hombre.
Los hechos por los que se el acusado fue juzgado tuvieron lugar el día 10 de julio del año 2009 en una vivienda de Ceuta. Según el relato de hechos, la víctima tenía un apartamento alquilado que era donde residía en Ceuta. El día de autos llegó al mismo y se encontró la puerta forzada. Este hecho le extrañó, pero aún así entró en la casa para comprobar si pasaba algo. Encontró algunas cosas revueltas y, cuando se disponía a mirar mejor si le faltaba algo, le abordó el acusado poniéndole un cuchillo en el cuello y atándole con los cables de una videoconsola que había en la vivienda. Entonces le obligó a decirle dónde estaban las cosas de valor y, tras cogerlas todas, salió corriendo del lugar, no sin antes dejar sus huellas dactilares en una caja de un móvil que estaba guardada en el piso. Esta prueba sería definitiva a la postre, ya que la Policía Científica encontró el rastro y comprobó que se trataba de una huella completa -con sus doce puntos de coincidencia-, lo que descartó cualquier tipo de dudas sobre la autoría del delito. A esta evidencia se unió el hecho de que el acusado fue señalado inequívocamente por la víctima durante una rueda de reconocimiento.
El condenado fue detenido semanas más tardes y su relación con lo ocurrido el día 10 de julio era evidente, ya que las huellas coincidían y la caja del teléfono móvil se encontraba guardada. Eso le situaba inequívocamente en el lugar de los hechos.
El Fiscal pidió que cuando llegara el momento de cumplir parte de la condena en tercer grado se procediera a su expulsión. El tribunal desechó esta opción.
El condenado usaba varias identidades diferentes
El acusado en el juicio de ayer estaba identificado como Mohamed A., aunque según los datos que posee la Policía Nacional y los propios juzgados podría haber utilizado hasta cuatro identidades diferentes. Por raro que parezca, esta práctica es habitual entre algunos de los delincuentes de la ciudad. El hecho de usar diferentes filiaciones complica a la Policía su trabajo e incluso, una vez detenidos, hace que sea más complicado comprobar sus antecedentes penales así como las cuestiones legales que pudiera tener pendiente. De esto son muy conscientes unos delincuentes que suelen carecer de identificación y que se aprovechan de los trámites burocráticos para intentar burlar a las autoridades y eludir sus responsabilidades.