La prisión de Ceuta, en Mendizábal, se blinda
ante el coronavirus. Y lo hace adoptando
medidas preventivas precisamente para evitar contagios entre los internos, después de haber superado los tiempos más duros de la pandemia manteniendo la cárcel protegida sin registrar contagio alguno. Desde la dirección ya se ha transmitido instrucciones a los jefes de servicio, funcionarios y coordinadores de servicio interior en el ámbito de las relaciones íntimas mantenidas por parte de los presos. Se aplica la orden 100 para la contención del Covid-19 en las cárceles.
Así, toda vez que la curva de casos va en aumento, se ha procedido a suspender desde el próximo 28 de septiembre las comunicaciones íntimas hasta nueva orden. Los vis a vis familiares ya se habían suspendido en el periodo de estado de alarma sin volver a recuperarse, pero ahora se da un paso más para evitar contactos de presos con sus visitas precisamente en ese propósito perseguido de que el virus no entre en la cárcel y pueda mantenerse la salud no solo de los internos sino también de los propios funcionarios.
En cuanto a las comunicaciones se mantienen las que se realizan a través de locutorio de cristal pero con un máximo de dos personas -antes se permitía hasta cuatro-. Se aplica en este caso la orden 102, que persigue minimizar y mitigar el impacto que la situación de suspensión provisional de comunicaciones especiales de internos con familiares y allegados puede generar en los vínculos afectivos. Así, la dirección de Mendizábal implementa un sistema de videoconferencia a través de ordenador ya que vía telefonía móvil se ve afectada por la deficiente cobertura.
Se reduce al máximo cualquier tipo de contacto entre los presos y sus familiares pero se posibilita que las conexiones con la protección debida puedan llevarse a cabo desde un ordenador que será debidamente custodiado y desinfectado en cada uso. Todas las videollamadas podrán llevarse a cabo en una parte designada a tal efecto por la propia prisión, garantizando la privacidad de las mismas, manteniéndose la pureza de todas las conexiones y con un tiempo máximo de 10 minutos por conexión.
Los internos podrán solicitar esa vía de comunicación si tienen una necesidad justificada de poder ver a un familiar, solicitud que será aprobada por la propia dirección para ejecutarse con todas las garantías. Con la aplicación de estas dos órdenes, la 100 y la 102, desde esta misma semana, lo que se persigue es ir aplicando restricciones pero siempre con vistas a garantizar la salud de los propios presos, algo que hasta la fecha se ha conseguido ya que ni en los peores tiempos de la pandemia se registraron contagios dentro de la penitenciaría.
Se establece además un periodo de cuarentena de diez días para los casos en los que los internos regresen a la cárcel después de un permiso o una conducción de otra cárcel. Es una manera de evitar, también, que el virus entre en la cárcel y una forma que la dirección de Mendizábal ha entendido clave para adelantarse a cualquier situación de empeoramiento. Todas las medidas preventivas posibles son válidas para seguir manteniendo fuera del centro la amenaza de contagio.
Hasta el momento en la cárcel de Mendizábal no ha habido ningún contagio en internos ni en personal laboral ni funcionarios. Sí se han producido aislamientos por sospecha pero no positivos. No obstante la aplicación de las órdenes es una manera de adelantarse a un riesgo que nadie puede frenar, porque como dijo el propio responsable de Ingesa, Jesús Lopera, con una pandemia como la que estamos viviendo es inviable usar el término ‘riesgo cero’. La nueva normalidad implica más contactos, mayor movilidad y, por tanto, más rapidez en los contagios y traslado del virus.
La propia prisión de Ceuta fue ya, en tiempos de pandemia, una adelantada a la hora de implementar protocolos para garantizar aislamientos sanitarios si fueran necesarios y realizar las pruebas a todos los trabajadores vinculados con la penitenciaría.
Impedir al máximo la generación de riesgos
Desde el principio la cárcel aplicó protocolos para evitar la entrada del virus, pero ahora da un paso más en su blindaje toda vez que la curva de contagios que se está registrando va en aumento y no se produce el retroceso esperado por las autoridades sanitarias.
Las claves
¿Qué se cambia?
Aplicación de dos órdenes. Se quiere ejercer un mayor control para evitar riesgos, y así se ha ordenado que se haga en el ámbito de las relaciones íntimas de los presos con sus contactos y en el de las comunicaciones. Hay restricciones que se aplican precisamente para que el virus no entre en la prisión.
Cuarentena
Diez días. Los internos que regresen después de permisos o los que vengan conducidos de otras cárceles tienen que pasar un periodo de cuarentena de diez días para evitar riesgos.
¿Por qué ahora?
Una manera de prevenir. Esta medida no se aplica porque haya habido positivos, de hecho no se ha producido un solo contagio en la cárcel. Se adopta para que, precisamente, no haya riesgos y se mantenga bien lejos la presión a la que se pueden ver sometidos no solo los internos sino también los propios trabajadores. Dado que la curva de contagios no es positiva a nivel de todo el país y también de Ceuta, hay que prevenir con el tiempo suficiente y es por ello que desde la dirección se ha preferido adoptar este tipo de medidas de previsión antes que tener que anunciar cualquier posible confinamiento.