Tal día como mañana sábado hace ochenta años la actual avenida de África bullió como pocas veces en una tarde “hermosa y con un sol brillante” que enmarcó, según recogen los ejemplares de este periódico del 18 de julio de 1940 y los días posteriores, la inauguración oficial de la mezquita de Muley El Mehdi, entonces denominada la Gran Mezquita de Ceuta o, más poéticamente por las connotaciones que dio el Régimen de Franco al proyecto, “las primeras flores del rosal de la victoria”, cuya primera piedra se había colocado exactamente dos años antes.
En realidad la obra había terminado varios meses atrás, el 12 de diciembre del año anterior, y en febrero había sido ‘recepcionada’ por el Alto Comisario Carlos Asensio, pero las autoridades quisieron dejar su puesta de largo oficial y social entre “millares” de personas para el aniversario del Golpe de Estado que se había dado cuatro años atrás.
Desde la rotonda de El Morro hasta el solar de casi 747 metros cuadrados cercano a Puertas del Campo en el que se levantó el primer templo musulmán digno de tal nombre de la ciudad se desplegaron efectivos de las Fuerzas de Regulares “con sus multicolores guiones y la bandera nacional”. Completaron la escenografía “una centuria de cadetes y otra de milicias de la Falange”, así como una representación de cada uno de los sindicatos con banderas nacionales y del Movimiento de gran tamaño”. Ante la puerta de la mezquita se agrupó “gran número de musulmanes de la guardia personal de Su Alteza Imperial” del Jalifa, Muley Hassan, y en el interior, “los alabarderos de su palacio”. Entre las autoridades, el delegado del Gobierno, Jacobo Guitart; el alcalde, Fernando López; el general jefe del IX Cuerpo del Ejército “y otras autoridades civiles y militares y jerarquías del Movimiento”.
Mohamed Kaddur, hijo de Abdeslam Ben Kaddur: "Nadie se ha acordado de aquellos que lucharon por construir la Mezquita”
Entre todos ellos figuraron, con más protagonismo del que les ha dado después la Historia, el presidente de la Comunidad Musulmana que se había creado menos de cuatro años antes, Abdeslam Ben Kaddur, y el resto de su Consejo. El hijo del primero, que fue condecorado tanto por el Jalifa como por las autoridades españolas, Mohamed Kaddur, lamenta hoy que en estas ocho décadas “nadie se ha acordado de aquellos que se patearon calles y despachos”, de los ‘jardineros’ de la “flor” con forma de mezquita, “para conseguir que se dieran pasos hacia la integración".
Junto a su padre formaban parte de la Junta Directiva Hamu Ben Amar Yamina, Ali Ben Hamu Ben Mohamed, Mohamed Ben Hamed Tusani, Hach Salem Ben Hamed (como vocales) y Mohamed Ben Hamu Boanan (en calidad de secretario), todos ligados al negocio del comercio en la ciudad.
“La Mezquita que se entrega para que pronto se abra al culto está enclavada en territorio soberano de España y este es el único motivo de la solemnidad que se da al acto. España edifica un templo musulmán para los súbditos españoles que en esta ciudad viven y tienen la alegría de poder ofrecer a Marruecos el día 18 de julio, de tan feliz recuerdo para todos, patentizando con ello su compromiso y cariño hacia los marroquíes en justa reciprocidad del que ellos tienen para nosotros: fusión máxima y respeto mutuo, esta es la consecuencia que deducirá el viajero que por primera vez se traslade por carretera de Ceuta a Tetuán, es decir, de territorio de España a Marruecos, al observar que a la salida de Ceuta dejó una mezquita para encontrarse con una iglesia católica al llegar a Castillejos. ¡Qué significa esto sino que ambos pueblos se comprenden y se aman!”, resaltó en su discurso el Alto Comisario.
El coste de la construcción del templo se elevó a casi 1.500 euros
El Jalifa le replicó con palabras no menos elogiosas hacia Ceuta (“la ciudad de aspecto elegante, de sorprendente hermosura, de magnificencia admirable y singular situación geográfica en la historia del despertar musulmán que trazó páginas de renglones resplandecientes”) y hacia el dictador, entonces “el Generalísimo”, por haber “mirado a Ceuta con ojos de amor y cariño, ya que lo primero que ha realizado para cicatrizar sus heridas ha sido la edificación de esta Gran Mezquita musulmana debida a los afanes dl hermano predilecto de los marroquíes, el coronel Juan Beigbeder”. También tuvo palabras para “los hombres de esta Comunidad Musulmana” que presidía Ben Kaddur
La mezquita se abrió al culto varios días después, el 26 de julio, cuando se organizaron “actos de compenetración de los dos pueblos hermanos”. Casi 1.500 euros (243.866,42 pesetas) costó la obra, a la que se dotó con un minarete de 33,64 metros de altura, un santuario de 303,65 metros cuadrados y un patio de 176 para contar con una capacidad de acogida de 900 fieles.
La obra fue un primer paso de integración
El Mihrab se orientó “conforme a las disposiciones dadas personalmente por el Jalifa” y en el vestíbulo de entrada se colocaron “dos piedras históricas del Alcázar de Toledo y del de Teruel, dos gloriosas epopeyas del Movimiento”. Encima, la conocida frase de Franco dirigida a los musulmanes: “Y cuando florezcan los rosales de la paz, las mejores flores serán para vosotros”.
Mohamed Kaddur no recela hoy de la frase que vincula el templo con el dictador: “Así fue la Historia y es un hecho, la verdad, que, sin el apoyo económico del Régimen, la mezquita no se hubiera podido construir, pues la capacidad económica de los responsables de la Comunidad Musulmana estaba muy lejos de ser suficiente para ello y Marruecos no dio un duro... No me molesta lo de ‘la mezquita de Franco’ y, es más, me molestaría que se quitara la placa”, opina.
El núcleo de aquella primera Comunidad Musulmana lo formaban comerciantes
Más crítico se muestra, aunque elude entrar en profundidades, con el final que tuvo aquel grupo de musulmanes que se unió por primera vez y que se disgregó a principios de la década de los cuarenta por “rencillas” y otras disputas que después han marcado “hasta la actualidad” la realidad de esa parte de los ceutíes divididos en “reinos de taifas”.
Kaddur hijo reivindica para su padre y el resto de sus colaboradores un reconocimiento por haber impulsado la erección de aquella primera mezquita (con casa comunal) en una ciudad donde solo había varios morabitos (los de Sidi Embarek, Sidi Brahim y Sidi Bel Abbas) que insistieron en la necesidad de “erigir una Gran Mezquita que, reasumiendo condiciones de joya en la parte Religiosa y arquitectónica, en la posteridad pueda ser monumento que evidencia y proclame la ayuda leal y justo sentir de los hijos [musulmanes] de nuestra querida España”.
Después, durante meses hasta que la obra dio inicio, reunieron fondos y pidieron a los alcaldes de distintas ciudades piedras para dar realce histórico al proyecto que este sábado cumple 80 años activo.
La Ordenanza de creación de la Comunidad Musulmana de Ceuta, de fecha 23 de noviembre de 1937, incluía doce puntos a modo de “misión” y razón de existir. El primero, la “construcción o habilitación” de mezquitas en la ciudad. El segundo, “la organización de la Justicia Islámica”. A renglón seguido, impulsar la creación de escuelas “para niñas y niños”, de baños árabes, de “zocos para musulmanes y residentes en esta ciudad”, de cementerios y de “recintos especiales para cárceles de mujeres y hombres”. Igualmente se proponían sus responsables promover “asilos para ancianos e inválidos” y un “reformatorio de menores”. La constitución de “Juntas de Beneficencia” y la construcción de Kisarias para artesanos eran otros propósitos que se completaban con la adscripción a la Falange “si se considera constituir algún gremio musulmán”.
Los discursos pronunciados hace 80 años en la inauguración de la Mezquita de Muley El Mehdi incidieron en su vocación de integración para la población de la ciudad
“Con tan claro exponente de convivencia”, puso de relieve el Alto Comisario Carlos Asensio durante la inauguración de la mezquita de Muley El Mehdi (nombre del hijo del Jalifa de entonces) hace este sábado 80 años, “no puede preocuparnos el porvenir, que habrá de llegar por fuerza, florido y sin espinas”. A continuación, prometió a los musulmanes de Ceuta “restaurar” los santuarios existentes en la ciudad. “Coged la llave que os entrego con la seguridad de que no solo servirá para abrir esta mezquita, sino también el corazón de España en lo que se relaciona con Marruecos”, apostilló.
A su lado, el Jalifa Muley Hassan, que entonces era como “un guía espiritual”, algo así como lo que actualmente supone en términos religiosos el Rey de Marruecos para los fieles islámicos de la ciudad, manifestó su “inmensa satisfacción” y “agradecimiento”. “Quien se esfuerza logra lo que persigue”, añadió antes del recorrido que todas las autoridades presentes realizaron por las dependencias de la mezquita, a cuyas puertas se cantó el Cara al Sol y se escucharon “con reverencia” los himnos jalifianos y de España, según recogió la crónica de ‘El Faro’ del momento.
El arquitecto José María Tejero y Benito redactó el proyecto de la mezquita
El proyecto de mezquita fue redactado por el arquitecto José María Tejero y Benito por encargo del Alto Comisario en un expediente que se abrió en 1937, según la recopilación histórica que ha realizado Mohamed Kaddur, hijo del presidente de la Comunidad Musulmana que impulsó el proyecto.
El sistema constructivo básico se concretó en muros de mampostería y arcadas de fábrica de ladrillo sobre cimientos de hormigón ciclópeo y cubiertas de chapa galvanizada, a una o dos aguas, sobre correas y cabios de madera, con cielo-raso de cañizo.
Su organización espacial se ajustó “al modelo arquitectónico primitivo” con un único acceso situado en el centro de su fachada principal. A la izquierda del zaguán se ubicó la zona destinada a las abluciones y las letrinas y a la derecha el cuarto del almuédano, comunicado con el alminar o minarete del edificio.
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