El protagonista de este artículo es el primer sacerdote-paracaidista y además también el primero que se lanzó en un salto de guerra, en aquella contienda bélica de Ifni-Sáhara hace sesenta y ocho años. He de dar las gracias a la amabilidad y gran corazón de este palentino, coronel-capellán del Ejército del Aire Eloy Pastor Diaz, que con enorme cariño supo atender mis constantes molestias, para facilitarme todo el material documental y gráfico, y que en su día fue portada y ocupó titulares y páginas de toda la prensa nacional al obtener el título de Cazador Paracaidista en Alcantarilla (Murcia) en el año 1952.
Mitad monje mitad soldado
Eloy Pastor Diaz, coronel-capellán del Ejército del Aire, nació en un pequeño pueblecito llamado Villaviudas (Palencia), una tierra donde sus habitantes son trabajadores, hospitalarios y sencillos, que dio hombres célebres, como Íñigo López de Mendoza, Ponce de León, Alonso Berruguete, Modesto Lafuente, Esteban Collantes o Casado del Alisal entre otros.
La vocación al sacerdocio le lleva a ingresar en el Seminario de Palencia, donde tras cursar los estudios, el 2 de junio de 1946 era ordenado sacerdote y diez días después, en su pueblo natal, celebraba su primera misa para más tarde ejercer de párroco en Peñafiel y Mélida. Es aquí donde después de tantos años, varias generaciones le recuerdan con gran cariño por su gran labor pastoral, que Don Eloy, como le llaman sus paisanos, dejó tras su paso un imborrable recuerdo de su gran labor apostólica. Al dejar estas parroquias para incorporarse como capellán al Cuerpo Eclesiástico del Ejército del Aire, las humildes gentes de estos pequeños pueblos sintieron enormemente la marcha del sacerdote y amigo, quien siempre estaba dispuesto a prestar su ayuda.
El 9 de noviembre de 1951 el Boletín Oficial del Aire nº 125, publicaba el ingreso en el Cuerpo Eclesiástico del Aire de Eloy Pastor Díaz, con categoría de capellán 2º, al haber superado el ingreso por oposición. Posteriormente, realizando los cursillos correspondientes, quedaba destinado en la Región Aérea Central en Madrid, pero el espíritu joven y de aventura de aquel joven sacerdote castrense de 28 años le lleva a solicitar el Curso de Paracaidismo Militar.
En el año 1952 ingresa en la Escuela de Paracaidismo Militar Méndez Parada, de Alcantarilla, para realizar dicho curso. En los primeros meses realiza 22 vuelos con 18 horas y 20 minutos, y realizando los seis saltos que son requeridos para la obtención del título. El Boletín Oficial del Aire nº 80 publicaba la concesión del título de Cazador Paracaidista" del Ejército del Aire, correspondiéndole el nº de titulo 945.
La noticia del entonces capellán Eloy Pastor Díaz de sus saltos, dio la vuelta al mundo en prensa, revistas, documentales, etc. Concretamente un diario así lo reflejaba: “el páter Eloy Pastor Díaz es un hombre de costumbres sencillas y vida austera. Dejándose llevar como el ‘perfecto obediente’ que cita San Ignacio de Loyola, ha realizado el Curso de Paracaidista sin omitir sacrificios, atendiendo al mismo tiempo a sus feligreses, haciéndose querer y respetar, tanto de superiores como de inferiores”, La Verdad, Murcia, 13 de junio de 1952.
Otro diario nacional así informaba: “el padre Eloy Pastor Díaz ha realizado su primer salto en paracaídas a 500 metro de altura, con lo que ha pasado a ser el primer sacerdote de España que ha efectuado el arriesgado ejercicio, que ha llevado a cabo con gran pericia y magnífico resultado”, Informaciones, Madrid, 4 de junio de 1952.
De Sidi Ifni al salto de guerra de Hagunia
El día 7 de diciembre de 1957, desde la Base Aérea de Getafe, partía en varios aviones el 1º Escuadrón Paracaidista del Ejército del Aire, compuesto por tres compañías y su plana mayor con destino a Sidi Ifni. Con dicha unidad iba su capellán, Eloy Pastor Díaz.
Copiado de su hoja de servicios su actuación en dicha contienda, dice que en Sidi Ifni ejerce su sagrado ministerio en el Hospital Militar, atendiendo a heridos, en las posiciones de Busgadir, Guebira, Cota 496 y otras posiciones en la zona de combate. Allí en primera línea de fuego llegaba el aliento y el cariño a los soldados de este valiente capellán, oficiando la santa misa en las mismas posiciones a varias unidades los días 8, 10, 15, 22, 25, 29 y 31 de diciembre de 1957.
Toma parte en la protección del convoy a Buyarifen el 22 de enero de 1958. El 30 de enero atiende a los heridos de un combate, y a varios de ellos ya moribundos les administra la extremaunción. El 18 de febrero el escuadrón, en territorios del Sáhara, participa en la operación Morabito, que consistía en realizar un salto sobre Hagunia para impedir que el enemigo se retirase. Dicho escuadrón, al mando de su jefe el teniente coronel Mariano Gómez Muñoz, era lanzado sobre la zona de Hagunia, donde saltaba también el capellán Eloy Pastor. Fue toda una noticia al ser el primer capellán que se lanzaba en una acción de guerra.
En dicha acción resultó herido, como así consta en el parte del Estado Mayor de Capitanía General de Canarias, 1ª Sección de fecha 21 de junio de 1958, firmado por el coronel-jefe de Estado Mayor de esta Capitanía en la relación de muertos, heridos y desaparecidos. De las heridas tardó en curar dos meses y 20 días, y era destinado a la Zona Aérea de Canarias y África Occidental española, donde en este destino (Las Palmas de Gran Canaria) estuvo varios años como capellán-vicario de dicha Zona Aérea de Canarias.
El que fue primer capellán-paracaidista en España, vivió en su pueblo, Villaviudas (Palencia), donde transcurrió su vida con el cuidado de su pequeña huerta y oficiando la santa misa en la iglesia de su pueblo, y aunque los años pasaron, su espíritu joven le mantuvo firme y apegado a sus recuerdos, como sus condecoraciones: la Medalla de Ifni-Sáhara en Zona de Combate, Placa de San Hermenegildo y Medalla Sufrimientos por la Patria, entre otras. Era diplomado en Psicología por la Universidad de Madrid y licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca.
La imagen de este sacerdote castrense es la de un extraordinario soldado de Cristo, como así lo dijo en una entrevista: “al capellán castrense le basta para llevar la condición de soldado, con sentirse padre y amigo de todos los demás. El paracaidista suele ser un cristiano más generoso por lo valiente y lo joven”, Boletín de la Hermandad del Trabajo, septiembre de 1958.