La situación de los españoles presos en la cárcel de Tetuán, en Marruecos, atraviesa una situación crítica, empeorada con motivo de la pandemia. Alejados de sus familias, en algunos casos han cumplido ya la condena pero no son puestos en libertad. Sus condiciones de vida causan inquietud a sus familias que no saben ya a qué puerta tocar para que, sencillamente, tengan una vida digna, se les traslade a su país o sean puestos en libertad, en el caso de que hayan cumplido ya las penas impuestas. Argumentan que en el Consulado español no atienden sus llamadas y que cada vez los contactos que pueden tener con los presos son menos. Esta situación afecta a los españoles pero también a los gibraltareños que se encuentran en esa cárcel.
“Viven peor que en Guantánamo”, explica una de las familias. Dos veces por semana les permiten llamar por teléfono en conexiones que no duran más de un minuto. No les dan comida suficiente, duermen en el suelo y ha habido casos de covid que se han convertido en una auténtica pesadilla, ya que los afectados han tenido que hacerse con medicamentos por su cuenta que les daban otros presos o, sencillamente, han pasado la enfermedad sin atención.
Si las familias les envían ropa o cualquier producto nunca les llega. “Les roban todo lo que se manda”, añade. Por no tener tampoco han tenido mantas para pasar el invierno. Hay casos de detenidos que ingresaron sin medios de abrigo y han tenido que pasar con lo puesto o surtiéndose de ropa o mantas dejadas por presos que quedaron en libertad.
Chinches, pulgas... Hay presos que hasta han terminado poniéndose tapones en los oídos para que no les entren bichos. Y eso, tremendo, se suma a la pérdida de peso, por la escasa o mala comida, o al hecho de que duermen hasta 50 personas juntas, en el suelo, compartiendo espacio y en condiciones infrahumanas.
Las familias de los presos españoles solo piden un trato digno, como el que se puede dar a marroquíes presos en España. Y sobre todo que se garantice el cumplimiento de los derechos que les asisten: si han cumplido, la libertad; si no, cumplir la pena en condiciones aceptables. La pandemia ha hecho estragos en todos los ámbitos, también en unos presos cuyas familias piden su traslado pero Marruecos no los libera -a pesar de haber cumplido la pena- y España no los reclama. Con el cierre de la frontera del Tarajal, a las familias se les bloquean las puertas para comunicarse más de cerca con quienes, sin duda, están absolutamente abandonados.
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