Hoy utilizo una imagen que le escuché en la reunión del Club de Letras al escritor José Manuel Cumplido Galván, “Para comprender el presente -nos dijo- nos vale la imagen de una cebolla, esa planta que está formada por varias capas”. Como también les ocurre a algunos árboles, muchas de las plantas aumentan de tamaño añadiendo nuevas capas. Nosotros, las mujeres y los hombres, también crecemos añadiendo las capas que nos proporcionan los conocimientos y las experiencias que vamos acumulando desde las primeras sensaciones tras nuestro nacimiento.
Pero, si profundizamos un poco más, advertiremos que allí en esas capas conscientes o inconscientes están también depositados datos –recuerdos- de las vidas vividas por nuestros padres y por nuestros abuelos. Allí -en los genes- están grabadas las peripecias gratas o dolorosas de sucesivas experiencias, sí de vidas que, quizás, hayamos olvidado. Allí, como es sabido, está la herencia más importante que hemos recibido. Allí está escrito el trayecto de la dilatada historia recorrida por nuestros antepasados y por la breve trayectoria de nuestra propia biografía.
Pero, por el otro lado, también forma parte de nuestras vidas presente el panorama abierto de un futuro renovador, de los deseos, de los proyectos y de los planes que orientan nuestros esfuerzos diarios hacia nuevos horizontes y que nos descubren unas metas cada vez más altas. El recuerdo nos hacer renacer sólo cuando nos genera unos propósitos transformadores. A veces no somos conscientes de que también nuestras vidas, con sus aciertos y con sus errores, es un legado que depositamos en el fondo de las futuras generaciones. Si prescindimos de uno de estos dos apoyos y nos quedamos sin memoria o sin proyectos, perderemos el equilibrio y el puente del presente se derrumbará irremisiblemente.
El porvenir de nosotros y de muchos otros depende, en gran medida, de lo que imaginemos y realicemos hoy, y este hoy no lo vivimos plenamente si en él no integramos el futuro construido como ilusión, como meta y como proyecto.
Una vida sin recuerdos del pasado y sin proyectos para el futuro es una vida incompleta