El día primero de enero, se despierta gran parte del personal con la resaca y la pesadez de las indigestiones causadas por las pantagruélicas celebraciones y comidas acumuladas en los felices días navideños y en la divertida Nochevieja. En un acto evidente de contrición, se prometen una serie de objetivos a cumplir durante el entrante año. Estadísticamente de comprueba que las inscripciones en gimnasios se multiplican en los primeros días de enero. Se hace voluntad de eliminar calorías en la alimentación, limitar la ingestión de alcohol, suprimir los dulces y caminar cada día los 10.000 pasos aconsejados o más. Lamentablemente, la carne y la voluntad son débiles y las promesas de cambio se van diluyendo poco a poco reincidiendo en costumbres alejadas de las propuestas para volver - como cada inicio del siguiente año- a las efímeras decisiones.
Sin embargo, creo que es oportuno plantearse también con el inicio anual la práctica, de manera habitual, de la beneficiosa técnica del puttering. Para los puritanos y mal pensados no estoy aconsejando que se recurra a la utilización del que dicen ser el oficio más antiguo del mundo, pese a que el término se parezca mucho a la denominación que se utiliza para el mismo.
Es cierto que los lenguajes pueden provocar equívocos por las similitudes fonéticas. El presidente de Rusia se llama Putin aunque no tenga relación su apellido con la palabra a que se asemeja. Ni que decir tiene -con la asignación convencional idiomática del idioma ruso- que su esposa reciba el nombre de Putina no deja de ser curioso y hasta divertido.
"El diccionario de Cambridge lo define como "hacer las cosas de forma relajada, sin prisas ni grandes esfuerzos"
A título de anécdota, también relacionada con el lenguaje, la utilización de la palabra chumino- definida por la Real Academia Española como término malsonante- se refiere al órgano sexual femenino. No es sino la similitud fonética con la pronunciación de la expresión anglosajona Show me now, que significa enséñamelo. La misma era frecuentemente usada por los marineros ingleses, en otros tiempos, dirigiéndola a las trabajadoras del amor en el puerto de Cádiz para que, alzándose la falda, le mostraran su tesoro. Ellas interpretaron la pronunciación como el nombre que los hijos de la Gran Bretaña daban al mismo. Se adoptó y difundió el término, que figura en el diccionario de español con la antedicha definición de la Academia y que se utiliza popularmente de forma procaz.
Volviendo de nuevo al puttering, es el gerundio del verbo inglés putter que significa haraganear u holgazanear, pero su significado como técnica de comportamiento es la dedicación a realizar actividades de forma tranquila, distrayéndose y sin agobios. El diccionario de Cambridge lo define como “hacer las cosas de forma relajada, sin prisas ni grandes esfuerzos”. Por ejemplo, ordenar los libros del despacho, preparar un desayuno tranquilamente, cuidar las plantas o modificar las localizaciones de los adornos en la sala de estar. Se trata de procurase un vacío mental sin la tensión de los objetivos o la productividad que están muy presentes en las actividades profesionales diarias. En cierto modo, coincide con el sentido de holgazanear porque no estamos sometidos a una concentración o dedicación mental, sino a unas acciones tranquilas y distraídas. Las pequeñas tareas cotidianas – factibles de realizarlas en el hogar– nos proporcionarán un bienestar emocional.
Lo importante es dedicarle al puttering unos momentos diarios de una forma asidua, sin que suponga una obligatoriedad. Puede ejercitarse en los ratos libres del día e incluso en las pausas de trabajo. No debe trasladarse a las vinculaciones con móvil u ordenador, ya que la mente debe flotar libre.
El puttering ha sido reconocido por psicólogos e importantes personalidades del mundo empresarial y creativo que lo practican, como una terapia propia de personas inteligentes ya que acerca a la felicidad y proporciona unos beneficios psicológicos patentes. La reducción del estrés es uno de ellos, fomenta la calma y la tranquilidad, eliminando los pensamientos negativos y liberando tensiones emocionales. Con la satisfacción que produce lo que se está haciendo aumenta la producción de dopamina - hormona de la felicidad- aumenta la creatividad e incluso la tranquila movilidad que proporciona la actividad realizada supone también algo de ejercicio físico. Escribir, pintar, leer o preparar unas recetas de comida, con una música relajante sin la presión de conseguir unos resultados perfectos sino con la satisfacción de estar realizando algo, es la base de la técnica. La ventaja del método con respecto a la meditación o el yoga es que las actividades, sin el propósito de alcanzar unos resultados concretos, al final cambian aspectos de organización u orden de los elementos físicos del hogar: biblioteca, ropa de armario, elementos de cocina, enseres del despacho o salón, plantas decorativas, ordenación de discos y artículos de prensa, etc. Todo ello, sin lugar a dudas, supone un valor añadido que proporciona también una satisfacción y comodidad personal adicional. Sumemos pues, a las propuestas voluntaristas del inicio de año, la dedicación a la práctica del puttering.