Ahí tenemos a los flamantes representantes del PP. Sin rubor llevan a cabo una campaña contra el ministro Fernando Grande-Marlaska a costa de la tragedia de Melilla. Como si les importara lo más mínimo que se aclare lo que allí pasó. Eso es lo grave, que un partido como el PP con una trayectoria antigua y presente con demasiadas lagunas en torno a la inmigración se nos presente en sociedad vendiendo un interés en que se aclare si se arrastraron cadáveres de una frontera a otra o si se enseñaron todos los vídeos habidos y por haber.
Ojo, esto lo pide el PP. El partido que tiene a sus espaldas cuantiosos episodios sin aclarar, el partido que en Ceuta ha permitido de todo con los inmigrantes, que ha presenciado a través de distintos delegados del Gobierno auténticas palizas en el lado marroquí sin pestañear, que ha encadenado una mentira tras otra en su forma de gestionar la comunicación el 6F o que ha promovido expulsiones de inmigrantes de forma inhumana. Ese PP ahora se nos presenta interesado en saber qué sucedió. Es de chiste, pero gracia tiene poca, porque se trata de personas y se trata de lo que pasó en una auténtica tragedia. Es de chiste, pero gracia tiene poca, porque al PP nunca le ha interesado en absoluto qué sucedió en las vallas. Y estoy segura -es de las pocas certezas que tengo en la vida- que si vuelve al gobierno le seguirá interesando poco.
No, Grande-Marlaska no lo está haciendo bien. Pero que sea un PP el que venga a pedir dimisiones cuando sus ministros fueron todo un ejemplo de lo mal que se puede gestionar una crisis fronteriza... es de tener poca vergüenza.
Al PP le debe gustar eso de hacer el ridículo, lo que jode -a mí particularmente sí- es que lo haga utilizando las vidas de los demás. Si al PP le hubiera importado alguna vez lo que sucede en la frontera sur no habría permitido tanto pisoteo de los derechos humanos ni hubiera promovido ridículas maneras de mentir al personal con sus gestiones de las crisis migratorias.
Pidan el cese de Marlaska. Háganlo. Pero no utilizando la valla de Melilla, ni las muertes, ni lo que allí pasó aquel día.