Cientos de personas cruzan este punto de la N-352, que carece de paso de peatones, cuando se dirigen a las filas de camalos en la playa del Tarajal.
El derribo de la dichosa escalera del Tarajal, a finales de 2013, surge en todas las conversaciones sobre el desconcierto que perturba esta zona de la ciudad. A pie de frontera, los asiduos recuerdan que, en 2014, la construcción de un equipamiento similar unos metros más adelante –en la misma N-352– tampoco convenció a los perjudicados, vecinos de las barriadas próximas y los propios porteadores.
Los hombres y los clientes ajenos al ‘comercio atípico’ que quieren acudir a los polígonos del Tarajal se ven abocados a dar un rodeo, ya sea a través de la pista de tierra apodada como del Jato o bien por la carretera que sube a la barriada Príncipe Felipe. Pero la nueva organización establecida por la Guardia Civil ha sacado a relucir otra carencia que, en materia de seguridad vial, transeúntes y conductores detectan en este tramo de la carretera nacional desde que inauguraron la nueva escalera: “la falta de un paso de peatones”.
Desde el levantamiento de las restricciones a la entrada de camalos en Ceuta, los agentes del Instituto Armado les alejan de la rotonda en aras de impedir la formación de avalanchas y colapsos que interrumpen el tránsito por el paso fronterizo, además de por el riesgo que entraña para sus vidas y las de las personas a las que ordenan. Un sistema de filas que la Policía Nacional emplea en los polígonos y que se ha extrapolado a la playa del Tarajal por esta razón, como pudo comprobar este periódico el lunes, con la particularidad de que el final de la cola suele estar a la altura de la nueva escalera, aunque separada por una de las calzadas locales que soporta mayor tráfico rodado.
Un punto que carece de paso de peatones pese a la afluencia de personas y en el que los porteadores se la juegan cada vez que cruzan. En este caso, por suerte, la ralentización del tráfico por los atascos favorece que su confluencia provoque “menos accidentes” de los que podrían producirse dada esta circunstancia, como explicaron quienes frecuentan el lugar. No obstante, el peligro es mutuo, coincidieron los conductores preguntados al respecto, ya que estos pueden verse envueltos en un atropello pese a respetar las normas de circulación porque los porteadores invaden esta vía de forma constante.
Tanto hombres como mujeres, cargando mercancías, bajan el nuevo tramo de escaleras y, por encima de la barandilla o introduciéndose por el hueco que dejó un barrote arrancado, acceden a pie a la carretera de forma torpe y muchas veces con escasa visibilidad, exponiéndose a posibles atropellos.
Una vez alcanzan la ‘otra orilla’ de la N-352, los camalos descuelgan los bultos hasta el arenal o caminan en dirección al acceso más cercano a la playa donde aguardan hasta que los guardias civiles les permiten proseguir su camino llevando productos a Marruecos.
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