“Por mi familia volvería a repetir, sin dudarlo, mis sacrificios y esfuerzos”

El discurso del hostelero Francisco Lagares tras recibir el premio fue muy emotivo Muy emotivo. Así fue el discurso de Francisco Lagares tras recibir la placa que simbolizaba el reconocimiento por toda una vida en el sector de la hostelería. Su intervención la centró en su vida laboral, pero también personal, con un especial reconocimiento a su familia, especialmente a su esposa, Paquita, con quien se casó hace 52 años, y a sus hijos: Maribel, Alicia, Maite, Daniel y David. De ellos dijo que han sido y son “pilar fundamental en su vida” y que por ellos “volvería a repetir, sin dudarlo, los sacrificios y esfuerzos que conllevan  mis 71 años trabajando tras una barra”.
Lagares dijo que va a cumplir 80 años pero que conserva una buena memoria, y por ello cuando cierra los ojos para recordar sus inicios en esta profesión se ve “detrás de una barra poniéndome de puntillas para poder llegar al mostrador y sin poder atender a los clientes”. Era la época del Protectorado Español en Marruecos, cuando  tenía 9 años. Como anécdotas contó que su primer sueldo fue de 40 pesetas, que lo entregaba entero a sus padres quedándose él sólo con el bote, y una cerveza costaba media peseta. Para ir a trabajar recorría 15 kilómetros en bicicleta, y después trabajaba ocho horas “y al finalizar la jornada hacía otras quince para cortejar a mi Paquita, con la que me casé hace 52 años y con la que he tenido la suerte de poder formar una maravillosa familia”.
También recordó cuando montó en 1972 la cafetería y restaurante de la Casa de España en Tetuán, iniciando su vida como empresario hostelero. Fueron años “difíciles aunque al mismo tiempo entrañables”.
Lagares también habló de su llegada a Ceuta y recordó que en el año 1978 accedió a la Cafetería Apolo junto a su compañero Manuel Heredia, “no sin dificultades, ya que en esa época no existían fondos europeos ni subvenciones locales ni estatales que ayudasen al emprendedor, había que acudir a los bancos para obtener financiación”. En ese momento tuvo el apoyo “fundamental” de Pedro Azcoitia, a quien estará “eternamente agradecido” ya que gracias a su intermediación le concedieron el préstamo necesario para pagar el traspaso de la cafetería. Llegó un momento en el que llevaba adelante la Cafetería Apolo y la del movimiento vecinal de Zurrón, donde estuvo trabajando 32 años.
Lagares también se refirió al esfuerzo que ha hecho durante su vida laboral, en la que sólo tuvo vacaciones cuando era asalariado ya que en sus 50 años como autónomo sus vacaciones “se han reducido a una semana en agosto”. La Cafetería Apolo sólo se cerró en dos ocasiones: una para acometer una “necesaria” reforma y otra cuando falleció su madre. “Con trabajo he sacado adelante a mi familia y a mi negocio”, dijo. Para finalizar, tuvo un agradecimiento para su clientela, empleados, proveedores, familia, amigos y asistentes al acto, y dos agradecimientos “muy especiales”: a su esposa por ser un “soporte fundamental” para él, y a su hijo Daniel, por su apoyo diario en el negocio. Ahora, con la jubilación cerca, espera seguir disfrutando de los suyos, de sus amigos y de su petanca.