La concentración celebrada el Día de la Constitución en la Plaza de Colón de Madrid y la manifestación que asimismo tuvo lugar esa misma fecha en Barcelona, ambas en apoyo de la unidad de España han constituido un relevante gesto demostrativo de que aún hay muchas personas que sienten amor por su Patria y que no están dispuestas a consentir que otras traten de romperla en pedazos. Hubo, sin duda, numerosos asistentes. Según cálculos hechos públicos, que como siempre difieren, en Madrid entre doce mil y veinte mil, y en Barcelona entre siete mil y quince mil. Creo que si hubiese habido más, pues mejor todavía. Se hace preciso divulgar la vital importancia de la unidad nacional para ir modificando el ánimo de cantidad de españoles acomodaticios, pasotas y dados a eludir los problemas mediante el peligroso sistema de ceder y ceder, porque lo que está en juego es algo muy serio.
El acertado manifiesto leído en la Plaza de Colón estaba suscrito por intelectuales y personalidades de todo género e ideología, desde Pablo Castellano, que en 1989 fue elegido Diputado por la lista de Izquierda Unida, a Jaime Mayor Oreja, del PP, y a Joaquín Leguina, ex-Presidente de la Comunidad madrileña por el PSOE. Se trataba, en síntesis, de defender aquello que, según establece el artículo 2 de la Constitución, constituye su propio fundamento, es decir, la unidad indisoluble de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles.
Por eso, como ceutí, y por tanto español, me han dolido muchos de los comentarios relativos a estas demostraciones que han sido subidos a internet por gentes amparadas en el anonimato. Lo más bonito que dicen de los concentrados o manifestantes es que son fascistas o “fachas”, carcas, cavernícolas, retrógrados, patrioteros… Como si el salir en defensa de la unidad de España, es decir, del contenido del artículo 2 de la Carta Magna, fuese sólo cosa de la extrema derecha más radical. Algo realmente deplorable. Es verdad que hay también comentarios en apoyo del fin perseguido, pero por desgracia son los menos.
Uno de esos “valientes” comentaristas, indudablemente socialista, trata de “salvar” a su partido desmintiendo de modo solemne que entre los firmantes del manifiesto haya habido “dirigentes” del PSOE. ¡Qué horror! ¿Gentes de su cuerda mezcladas en algo tan repugnante? ¡Imposible! Está visto que éstos no se enteran de qué va la cosa, ni comprenden que defender la unidad de España nos incumbe a todos, y no solamente un capricho de la derecha. En el video proyectado en Madrid se recogían frases de Indalecio Prieto y de Manuel Azaña, entre otros, en las cuales demostraban un sentido de España, de su unidad y de su esencia, que tendría que estar asumido y compartido por cualquier buen español, con independencia de su postura dentro del abanico de las ideas políticas.
En definitiva, que me declaro ferviente partidario de la unidad de la Patria, es decir, de lo que dice nuestra tan festejada como maltratada Constitución, y que estoy absolutamente de acuerdo con las organizaciones convocantes de la concentración de Madrid y de la manifestación de Barcelona, reconociendo, además, el mayor mérito de los integrantes de esta última, por cuanto salieron a la calle a sabiendas de que podrían encontrar rechazo y hasta eventuales agresiones por parte de independentistas radicales, que los hay. Lamentablemente.
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