Categorías: Opinión

Poner Ceuta patas arriba

Recientemente hemos sabido que Ceuta se encuentra entre las doce Regiones europeas con más paro. Que en Ceuta hay paro no es lo llamativo, sino que de doce, ocho son españolas. Las otras son Departamentos franceses fuera de Europa, Guayana, Martinica, Reunión y Guadalupe. El problema del paro en Andalucía, Murcia, Extremadura, Valencia, Castilla-La Mancha o de Canarias preocupa pero debido a que son regiones extensas y con grandes recursos de todo tipo, turísticos, agrícolas, deportivos, industriales, etcétera, no deberían de tener muchos problemas para salir de esa ignominiosa lista. El problema lo tiene en verdad Ceuta –y Melilla–, debido a su escasa extensión, a su carencia de agricultura, industria o ganadería.
Que un territorio de 19.5 km2 soporte una población de 80.579 habitantes, que supone una densidad de 4.132 hab./km2, es a todas luces un escándalo y un peligro. Según el Anuario Económico de La Caixa, la población ceutí ha crecido un 7% en un lustro –5.303 personas en términos absolutos–. Algo más de 1.000 personas por año. Un repaso rápido por la tabla de paro en las Comunidades Autónomas, ninguna Comunidad se acerca al paro que Ceuta tiene entre jóvenes de 16-25 años; y entre 25-49 años sólo se acerca Canarias. Echar un vistazo a la tasa de paro de las mujeres en Ceuta, comparada con otras Autonomías, dan ganas de salir corriendo. Siempre exceptuando a Melilla.
Entre    el aumento vegetativo de la población ceutí, sobre todo los árabo-bereberes, los asentamientos ilegales que se realizan a través del coladero en que se ha convertido la aduana del Tarajal, los marroquíes que se empadronan en nuestra ciudad con tan sólo presentar el pasaporte y un domicilio –el 80% de los extranjeros que viven en la ciudad son de origen marroquí–, los niños marroquíes no acompañados, MENA, y los ceutíes que –según dicen– retornan a su ciudad para ponerse de alguna manera a buen recaudo de la crisis, la población de Ceuta va aumentando lentamente pero sin pausa.
Este aumento de la población parece ser que no inquieta, no les quita el sueño, a las autoridades ceutíes encargadas de la cosa pública. Al menos, que se sepa, no funciona ningún Comité de Expertos para estudiar y, en todo caso, dar solución a este problema demográfico. Un aumento desmesurado de la población, como el nuestro, incide negativamente en los servicios públicos asistenciales, en la escasez de plazas escolares y aumento de la ratio en las aulas –con el fracaso escolar correspondiente–, en el tráfico –Ceuta tiene 61.185 vehículos a motor–, en la huella ecológica que cada individuo imprime sobre su entorno, construcciones caóticas –hay 150 viviendas por hectárea–, tal vez en el aumento de ciertas enfermedades debidas a la aglomeración de personas en espacios reducidos, etcétera.
Se mire por donde se mire, la situación de Ceuta es altamente problemática y peligrosa. Problemática porque falta espacio para tanta gente y faltan recursos, y peligrosa porque el asentamiento de ilegales marroquíes y el empadronamiento de ciudadanos marroquíes, así como la acogida indebida de los MENA, podrían constituir un riesgo real, en un futuro no lejano, para la identidad de Ceuta y para su continuidad dentro del Reino de España.
La desidia, la dejadez, la pereza, en suma, de quienes han de velar por la  ‘res publica’ han hecho posible que esos menores marroquíes no fueran devueltos  inmediatamente a su país en virtud del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación entre el Reino de España y el Reino de Marruecos, firmado el 4 de julio de 1991, en Rabat. Lo que ha sucedido y sucede con estos menores es de locos. Si Marruecos es un país soberano, lo es a todos los efectos para con sus menores, y a las autoridades marroquíes les corresponde la búsqueda de los familiares de esos menores, en ningún modo les corresponde a las autoridades españolas, ya sean políticas, ya sea la misma fiscalía de menores. Si un menor suizo es localizado en España, será entregado sin dilación a la embajada o al consulado más próximo sin que pongan ninguna objeción. ¿Por qué esa ambigüedad con los marroquíes? El papelón que desde el principio ha hecho la fiscalía de menores en este asunto es para nota, ¿nunca se le ha ocurrido al fiscal correspondiente que todo lo relacionado con los MENA es una burda maniobra de Marruecos? ¿No podía haber intervenido de oficio sin esperar a la denuncia de la AUGC?
España, ante el comportamiento vergonzoso de los marroquíes, debe hacer como Reino Unido o Alemania, que han establecido declaraciones adicionales o reservas a la Convención sobre los Derechos del Niño, o como Francia, que sencillamente los expulsa. Con el nuevo gobierno hay que poner Ceuta patas arriba y dejarse de corrección política y de pensamiento único.

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