Ha vuelto a suceder. Otro caso más que demuestra los enormes problemas que causa la política inhumana practicada en Ceuta con los cadáveres de los inmigrantes cuyos cuerpos son recuperados en el mar o en la frontera.
Una política tildada así por mera falta de empatía que se materializa en la imposibilidad de mantener durante un tiempo prudencial esos cuerpos para avanzar en la localización de sus familiares.
No hay un solo congelador ni un depósito que permita establecer un protocolo que ayude a disponer de un plazo mínimo que permita realizar estas gestiones.
Tan solo días después del entierro de un menor marroquí sin identificar en la tumba 4878 del cementerio de Sidi Embarek han comenzado a llegar los primeros datos que van a servir para que la Guardia Civil trate de identificarlo.
El niño, de unos 14 años de edad, llevaba muerto horas cuando los GEAS lo sacaron del mar en la zona de la almadrabeta. No tenía documentos pero era perfectamente identificable, algo importantísimo para el laboratorio de criminalística de Policía Judicial.
Al no disponer de instalaciones que permitan conservar los cuerpos sin vida un mínimo de tiempo cumpliendo la normativa en materia de salud pública se ordenó vía judicial su entierro.
En este caso se daban todas las probabilidades para que se hubiera conseguido algo tan importante para unos padres como comunicar si su hijo es el que terminó su vida intentando el pase a Ceuta además de permitir la repatriación del cadáver si así lo pide la familia.
Ahora lo único posible es iniciar los trámites para que oficialmente se dé el cuerpo por identificado para lo que es necesario la realización de pruebas de ADN a quienes dicen ser familias directas. Otra traba en el caso de los carentes de visado para cruzar Tarajal.
No es el primer caso que se produce pero quizá sí el más sangrante no solo porque se trata de un niño sino porque además las primeras noticias sobre su identificación han llegado al poco de su entierro tras la difusión de lo ocurrido. No siempre se consiguen datos de forma rápida sobre todo si se trata de fallecidos procedentes de puntos alejados del norte y por tanto con una menor visibilidad de lo que sucede en la frontera sur.
Esas familias empiezan a inquietarse cuando pasan los días y no reciben noticias. En este caso el cadáver del niño fue recuperado por los GEAS un 22 de noviembre y el entierro se ordenó un 25. Los primeros datos que apuntaban a su identidad se han conocido el pasado 2 de diciembre.
Nadie se hace responsable ni da el paso para disponer de un lugar que permita abordar con dignidad lo que sucede en la frontera sur, sobre todo calmar a familias de fallecidos y posibilitar repatriaciones de cadáveres a su país de origen. La falta de medios, de neveras que conserven adecuadamente los cuerpos y de un congelador que pueda ampliar el periodo de mantenimiento con garantías impide una investigación pausada.
Son gestiones que no suponen una inversión elevada y que reportan beneficios morales además de situar a Ceuta, como ciudad ubicada en la frontera sur, en un puesto destacado en cuanto a la forma digna de tratar las tragedias sin final que aquí se producen.
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