A la funcionaria del Juzgado de Ceuta, Mª Ángeles Lozano, la mató de un disparo su marido, agente de la Policía Local, realizado a muy pocos centímetros de su cuerpo. Así se recoge en el informe de balística efectuado por la Policía Nacional tras el análisis de los vestigios recogidos por los componentes de la Unidad Científica.
“El disparo fue hecho en el margen inferior de la media distancia y a pocos centímetros de la superficie corporal”, se indica en la documental a cuyo contenido ha tenido acceso este periódico. Hubo un segundo tiro que impactó contra la encimera de la cocina en donde tuvo lugar la discusión inicial que terminaría con este fatal desenlace. Ese disparo se produjo después del forcejeo que mantuvo el agente con su propia hija, que era menor de edad, y que intentaba así arrebatarle el arma para que no continuara agrediendo a su madre, que estaba aún con vida, herida de gravedad y en el suelo.
La Policía Nacional reflejó en los informes la trayectoria de los disparos: el primero, que es el clave, hecho a muy pocos centímetros de la víctima, con orificio de entrada y salida y que fue el que le quitó la vida.
La pistola empleada fue la reglamentaria del Cuerpo Local, modelo Walther p99 AS, dotada con un cargador que contenía 13 balas.
El arma fue encontrada debajo de la cama de la habitación principal de la vivienda, a los pies de la misma, junto a un cargador y una vaina percutida. El detenido, que sigue cumpliendo prisión preventiva en una cárcel de la Península desde que sucedieran los hechos en marzo de este año, había colocado expresamente allí la pistola, después de efectuar los disparos en la cocina.
En la reconstrucción policial realizada se deja constancia virtual del espacio en que se ubican ambas salas, la separación entre las dos y los lugares en donde fueron encontrados los diferentes restos que han sido objeto de análisis.
Debajo de la cama se encontró una vaina, otra en el fregadero, mientras que en la nevera había fragmentos de plomo. En la inspección ocular de la vivienda, además de intervenirse la pistola usada para el crimen y las vainas, se recogió el cinturón de la Policía Local que portaba este agente, en donde había guardado el arma antes de desenfundarla así como un cargador.
La instrucción sobre este crimen la lleva el Juzgado número 4, competente en violencia sobre la Mujer. Un Juzgado que hasta la fecha ha tomado declaraciones a las distintas partes, testigos y ha aceptado la práctica de algunas de las diligencias solicitadas hasta el momento, con vistas al esclarecimiento de un suceso que conmocionó a Ceuta y afectó especialmente al colectivo judicial que conocía de cerca a la víctima.
El disparo que le quitó la vida a Mª Ángeles se produjo después de una discusión provocada por el detenido, quien había abandonado su puesto de trabajo para regresar al hogar ubicado en Parques de Ceuta en torno a las diez de la mañana.
Tal y como consta en la hilera de declaraciones recogidas hasta la fecha, el agente empezó a preguntar de forma nerviosa y a voces “dónde” estaba “la cita”, que qué “había hecho” con ella. Se refería a una cita médica. La víctima insistió en que no había cogido nada y empezó a rebuscar en la basura.
Consta en la declaración de la hija, testigo de lo ocurrido, que vio a su padre vestido de policía local sacar el arma mientras su madre buscaba ese papel. La hija intentó evitar el disparo pero, según sus manifestaciones, el padre la apartó y asestó el tiro mortal. Después intentaría otro que terminó desviado por el forcejeo.
Tras dejar expresamente la pistola debajo de la cama, tanto el policía local como la propia hija, cada uno por separado, llamaron al 112 -teléfono único de emergencias- para comunicar lo que había sucedido.
Sí que consta en la instrucción que el policía pidió toallas a su hija para tapar la herida de la víctima mientras hablaba por teléfono para que desde la Sala le dieran instrucciones sobre cómo actuar para frenar esa hemorragia. A la vivienda llegarían posteriormente efectivos del Cuerpo Local, la ambulancia del 061 y finalmente la Policía Nacional. Los primeros agentes en llegar vieron al detenido que seguía taponando la herida y manifestando repetidamente la frase: “Qué te he hecho yo después de lo que hemos pasado, 22 años”.
La hija había acudido a avisar a unos familiares directos que residen justo debajo de su hogar de lo que había ocurrido.
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