Sentado en un sillón justo al lado de la cama de matrimonio. Número 13 de la Barriada de Loma del Pez. Nos abre la puerta su esposa, quien ha estado sin separarse un minuto de él desde que sufrió la caída desde lo alto de la cubierta del polideportivo del colegio García Lorca. En el hospital de Ceuta, en el hospital de Jerez y ahora en la lenta recuperación que ha comenzado y que continuará durante muchos meses.
Allí, al lado de Ismael juegan sus dos hijas pequeñas. Nos reconoce que “sin la familia, sin su apoyo, es imposible que hubiera llegado hasta aquí. Ellas, junto con mis padres y resto de familiares son los que me están dando ánimos para seguir adelante”.
Han pasado unos 40 días desde aquella fatídica madrugada en la que se subió al techo del colegio para buscar a unos presuntos ladrones que se habían colado en el interior de las instalaciones educativas. No tiene ningún problema en narrar lo que vivió esa noche, lo cuenta despacio, con minuciosidad, hasta el último detalle.
Pero hay otras cuestiones que también nos interesan de Ismael. Un policía nacional que tiene ahora mismo 35 años, natural de nuestra ciudad, que salió de la Academia y por sus notas tuvo la suerte de venir a realizar las prácticas a Ceuta y luego se quedó. Estuvo 7 años en la UPR, otros 4 en la UDYCO, tanto en estupefacientes como en crimen organizado y luego lleva unos 3 en radiopatrullas.
Agradecimiento. Muy satisfecho del trato que ha recibido tanto en el Hospital de Ceuta como en Jerez
Trasladado desde el colegio García Lorca hasta urgencias del Hospital Universitario estuvo consciente en todo momento. La verdad es que nada más que tiene palabras de agradecimiento para todos los cuadros sanitarios que le han atendido, tanto en el Hospital de Ceuta como en el de la capital jerezana. “En Urgencias se volcaron conmigo, lo mismo que en la Unidad de Cuidados Intensivos, me trataron como si fuera un hijo”.
A las pocas horas de suceder el accidente le operaron de la fractura de cadera y de la fractura del fémur, pero Ismael Derdabi Montegordo tenía, como consecuencia de esa caída desde 15 metros, más partes de su cuerpo rotas. El codo del brazo derecho le había estallado, al igual que el hombro del mismo lado y en el brazo izquierdo también con una escayola por fractura en los escafoides. Las dos primeras operaciones se resolvieron de urgencia porque eran las más importantes y cuarenta y ocho horas después decidieron evacuarle al Hospital de Jerez, donde su cuadro médico es especialista en operaciones de codo y hombro, debido a la gran afición que existe al mundo del motociclismo en la ciudad por la existencia del circuito.
Ismael no lo ha pasado nada bien. Recuerda que las tres noches que pasó en la UCI de Ceuta “para mí se quedan”. Algo parecido le sucedió en el Hospital de Jerez, donde durante una semana casi no podía dormir como consecuencia de una de las secuelas que le quedaron de la operación a la que fue sometido por espacio de ocho horas. “Se me formó un coágulo en la parte detrás de la cabeza. Normalmente, te ponen una almohada redonda para que puedas aguantar tantas horas, pero es mucho tiempo y el cuerpo se resiente. Pues bien, pasé una semana muy mal, sin poder dormir y muy nervioso”.
Es verdad que han pasado 40 días, pero Ismael asume que lo que le sucedió va incluido en el sueldo que recibe como agente de policía: “por supuesto que lo volvería a hacer, si hay alguien en peligro voy hacia adelante. Siempre he tenido una manera muy clara de pensar en esta materia. Tenga en cuenta que soy policía por vocación”.
Secuelas. Sabe que su futuro como agente dependerá si quedan secuelas o no de la caída
En esa manera tan profesional que tiene de entender su puesto de trabajo nos confirma una anécdota que nos había contado el secretario general del Sindicato Unificado de Policía, Esteban Rodríguez: “Cuando se produjo el nuevo Congreso del sindicato, el secretario general me ofreció liberarme. Soy el responsable de la Secretaría de Riesgos Laborales y me comentaba Esteban que teníamos muchos problemas en la frontera y que debía ocuparme de ello desde esa liberación. Sin embargo, le dije que prefería seguir trabajando y que en todo caso se liberaría por el paquete de horas”.
Por supuesto, le gustaría volver a la calle, a los radiopatrullas, al servicio activo, pero todo dependerá de cómo vaya la recuperación. Le han dicho los médicos que en el caso de la cadera se necesitan varios meses para que la misma suelde en condiciones. Después de las vacaciones de Navidad deberá volver al hospital jerezano para que le hagan una revisión. Trasladarse otra vez a la Península, pero confía en que sean pocas jornadas.
Desde que ha vuelto nada más que ha podido salir dos veces a la calle. Necesita ayuda y más en unas viviendas como las de Loma del Pez, donde cada habitación está en un tramo de escalera. “Cuando tengo que ir a la puerta de la calle me tienen que subir, porque la pierna izquierda la puedo apoyar, pero la derecha ni tocar el suelo”. Sabe que le queda por delante una larga recuperación y rehabilitación. Ya viene cada día una fisioterapeuta a su casa para darle algunos masajes. En la conversación con Ismael se denota que es una persona con espíritu fuerte, a quien no le han regalado nada en la vida y que pondrá toda su voluntad, apoyado por su familia, para salir adelante. Se ha marcado un objetivo: volver a vestir el uniforme azul y salir a la calle. Estamos convencidos que lo logrará y que no quedará por su esfuerzo, por su fuerza de voluntad.
Quiso dar las gracias a la Jefatura Superior de Policía por todo el apoyo que le han demostrado a lo largo de este tiempo y a sus propios compañeros. Recuerda cómo el delegado del Gobierno y el jefe superior le visitaron en el Hospital de Ceuta unas horas después del accidente, el mismo jefe superior “me ha llamado en un par de ocasiones”.
“Se habla de un reconocimiento por lo que ha pasado, me lo han comentado los propios compañeros, pero ya se verá” fueron sus últimas palabras durante la conversación con este periódico.
No fue de los primeros radiopatrullas en llegar esa noche a las instalaciones del ‘Federico García Lorca’. Cuando aparcó el vehículo ya había otros compañeros viendo lo que pasaba. Se dirigieron a la parte trasera por si desde allí se venía algo. “Desde los balcones los vecinos nos iban dirigiendo. La verdad es que como soy muy ágil debido a que practico mucho deporte escalé el muro y ayudé al alumno en prácticas que se vino conmigo”.
Resultó que las luces del edificio escolar estaban encendidas. “Nos acercamos y comprobamos abriendo las ventanas desde fuera que no había nadie en ninguna de las aulas ni de las oficinas”.
Fue cuando recibieron el aviso de que los ladrones estaban en el techo. Se pudo encaramar al mismo y no venía nada, pero les indicaron que en ese instante estaban subidos a la estructura superior del polideportivo. A través de una escalera de hierro accedió hasta esa zona. Pisó y vio que era resistente, “pero había una parte oscura, donde no se veía nada, con tan mala fortuna que pisé y vi como me caía al vacío. Quedé con las dos piernas en la parte del techo enganchado y me cogí a un cable con una de las manos. Pensé en subirme pero era imposible. Tampoco podía dar un salto hacia una de las estructuras de la cubierta porque estaba a tres metros de distancia. Sabía que iba a caer y debía hacerlo de la mejor manera posible. Solté las dos piernas y ya me quedó cogido solo del cable y le advertí a mi compañero que caía…”.
En medio segundo chocó contra el suelo y rebotó de manera que su cabeza también sufrió daño al estrellarse contra el cemento.
Llamó rápidamente a su compañero para que se le acercara. Una experiencia como ya en su día nos comentó este agente en prácticas de las más fuertes que había vivido en su corta experiencia policial, pero igualmente coincide con Ismael que estas situaciones son inherentes a la profesión que han escogido.
Ismael cuenta que fueron minutos interminables hasta que pudieron llegar los sanitarios y abrieron las puertas del colegio. Minutos de unos dolores terribles, pero aguantó.
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