Las muertes por covid no cesan. Detrás de los números hay personas que nos dejan y familias que quedan destrozadas. En el caso de algunas se están viendo azotadas por la pérdida de varios seres queridos, personas a las que prácticamente no pueden siquiera despedir. Es inhumano lo que está ocurriendo, es inhumano lo que nos ha cambiado la vida en cuestión de momentos. Lo que nos ha cambiado para siempre, porque ya nada volverá a ser igual. A pesar de lo que sucede, a pesar de las recomendaciones, los que niegan la existencia del virus aumentan y se vienen a sumar a los descerebrados a los que nada importa. A los descerebrados que piensan que a ellos el virus no les va a tumbar y no toman conciencia para cuidar a los demás.
En el hospital hay gente que ha estado a punto de morir que es joven, deportista, sin patologías... pero se han visto contra las cuerdas, entre la vida y la muerte. Han logrado vencer pero les queda todavía por delante un camino complicado de recuperación. Esa es la segunda parte de esta historia, la que no se ve, de la que poco se informa: esa rehabilitación a la que tienen que someterse los afectados por el covid que quedan con secuelas gravísimas de las que tardan en salir.
La Ciudad insiste en dejar en manos de la responsabilidad el cumplimiento de las medidas que dicta. Consideran que no debe haber un policía detrás de cada persona para que cumplan las normas. Nadie se lo ha pedido, pero sí que actúen al nivel del ejemplo que da el propio ciudadano. De nada sirve que la Cámara de Comercio anuncie la distribución de carteles indicando que solo se debe quitar la mascarilla cuando se come y se bebe, si luego en la práctica la visión que cualquiera puede tener en todas las terrazas es de incumplimiento total y absoluto. Si se busca una política de ‘queda bien’ se llevan el primer premio, pero esa no es la que vale cuando se trata de salvar vidas. Dictamos decretos, repartimos carteles... y en la práctica nada se cumple. ¿Confiamos en la responsabilidad?, ¿en qué grado lo hacemos?, ¿el mismo con el que ‘salvamos’ la Navidad?, ¿vamos a continuar con la misma política en Semana Santa, aprovechando los buenos datos para abrir de nuevo la mano?, ¿qué consecuencias habrá después?
No es cuestión de poner un policía detrás de cada ciudadano, pero sí de entender que la responsabilidad social se pierde en el momento en que hay quienes se empecinan en no cumplir. Y mientras, hay muertes, familias destrozadas y demasiadas lágrimas reflejo de un dolor que no tiene remedio.
Según usted, cual es la solución. Y por cierto no olvide los irresponsables que viajan por la cara