Anadie escapa que la concentración de población en nuestro pequeño territorio está provocando graves problemas. Uno de ellos, sin duda, es la destrucción y la desaparición de una parte importante del bello paisaje ceutí. Contradictoriamente y de forma muy improvisada, tal y como se comporta el ser humano, a la vez que se desarrollan proyectos de recuperación paisajística y patrimonial en el Monte Hacho (recuperación del antiguo edificio de la Sirena de Punta Almina, la conversión del antiguo vertedero en un futuro parque cultural y de esparcimiento) también se acometen otros necesarios para el medioambiente pero que no tienen su mejor ubicación en esta zona emblemática de la ciudad, por ejemplo la EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) o la planta de transferencia de residuos. En este contexto, es lícito cuestionar lo apropiado o inapropiado de ciertas infraestructuras en relación a nuestro querido territorio montano. Como hemos apuntado anteriormente, determinadas infraestructuras son necesarias e ineludibles para mejorar nuestra calidad de vida y asegurar nuestro futuro pero, en la mayor parte de los casos, “rematar la jugada” no es el fuerte de nuestra especie y, desde luego, tampoco es la especialidad en nuestra España.
Sin embargo, “el remate de la jugada” es un aspecto que se nos antoja fundamental para que tanta inversión y quebraderos de cabeza administrativos y ciudadanos hayan merecido la pena. En estos días ha salido a colación el problemático asunto de la EDAR debido a los olores que está empezando a producir sin que este funcionando a plena capacidad. El periódico decano de la ciudad se ha hecho eco de este problemático asunto, que continuará dando que hablar en el futuro. Desde nuestro punto de vista, el olor y el impacto paisajístico pueden reducirse significativamente hasta quedar en el ámbito de lo humanamente aceptable, la cuestión está en si esto se hará o volverán los intereses de las grandes empresas, otros intereses espurios poco confesables y la dejadez político-administrativa a dejar la citada instalación sin el remate necesario. Ante tanta desidia, decidimos en su día solicitar públicamente que la obra de la EDAR fuera objeto de una auditoria con el fin de aclarar las modificaciones del presupuesto que, esta necesaria pero insaciable obra, había provocado a la hacienda pública sin que los problemas paisajísticos que había provocado y el nauseabundo olor fueran resueltos satisfactoriamente. La otra infraestructura instalada en el Monte Hacho es la planta de transferencia de residuos. Ésta, además de afear el paisaje del emblemático promontorio, también continúa exportando basuras, aunque en menor medida, que se vuelan hacia la ladera del monte y desde aquí al mar. La diferencia entre las dos infraestructuras mencionadas estriba en que la EDAR es inamovible y redundará en importantes beneficios ambientales, así como desde el punto de vista de la salud pública; por el contrario, la planta de transferencia es una simple empaquetadora de basuras que puede y debe trasladarse de este lugar. La recuperación de la Sirena de Punta Almina y el cierre de amplias zonas del Monte Hacho, hasta hace poco amenazadas a la especulación territorial, son indicadores positivos a favor de la conservación y la recuperación del Monte Hacho como espacio cultural, ambiental y de disfrute ciudadano. Gran parte de la población ceutí de todas las edades disfruta a diario del Monte Hacho, que además conserva un medio marino pleno de hábitats y especies de gran interés científico, ecológico y estético.
Admitiendo la necesidad de empaquetar y trasladar las basuras a la península, continúa siendo igual o más urgente preservar nuestras zonas naturales limpias de estas afeantes y mal ubicadas construcciones. Además, una planta de estas características, debe mejorar manifiestamente y avanzar en el tratamiento de los residuos. Completarse con un añadida y dimensionada actuación que dignifique el necesario reciclaje y destierre el chatarrerismo cutre y desordenado que ahora se practica en la zona con total impunidad. La actual planta de transferencia de residuos tiene mucho que mejorar: en cuanto al ruido infame de su compresor, respecto al inadecuado tratamiento de las basuras que está favoreciendo el frecuente reguero de líquidos nauseabundos por dónde pasa el camión del contenedor o en el lugar en el que los contenedores quedan depositados para su embarque a la península, y sobre todo cambiando de ubicación y dejando al Monte Hacho, trasladándose a un área de escaso valor natural. No creemos que sea compatible su ubicación con los usos recreativos que se están desarrollando en Ceuta en torno al medio forestal. Además la bulimia voraz de territorio y espacio de este tipo de plantas es insaciable, puesto que sus actividades se van ampliando cada vez más, como es lógico y necesario pues persiguen obtener mayores beneficios económicos (que es la lógica de cualquier empresa capitalista) y también ofertar un mejor servicio a la Ciudad Autónoma. Mucho dinero se lleva el contrato de los residuos (conocido popularmente como el contrato de la basura) como para tener que soportar todas estas deficiencias comentadas y la falta de profesionalidad a la hora de mantener limpia la ciudad (de este tema hablaremos en otra ocasión pues deseamos dar pelos y señales de muchos lugares plenos de basuras dónde no pasan los servicios contratados por la Ciudad Autónoma). Sabemos que se trata de dos conceptos diferentes pero los dos pertenecen a la misma empresa privada.
Estamos en un momento crucial para que la administración pueda comenzar a dar los pasos necesarios en la salvaguarda y recuperación de nuestro Monte Hacho. Con la finalización de las obras del antiguo vertedero de Santa Catalina (no exento de justa polémica pues o bien los cálculos ingenieriles no fueron ejecutados con exactitud o bien se mintió sin pudor y por una u otra razón se recreció indebidamente la montaña de basuras en la zona del relleno) se conectará toda la zona del cementerio y del futuro parque de Santa Catalina con la sirena de Punta Almina y el resto del Monte Hacho. Una zona que previsiblemente será muy transitada por caminantes y que de seguro concentrará a senderistas, visitantes de fin de semana y deportistas en el futuro. Desde el mar se aprecian dos cambios sustanciales en el Monte Hacho: la bajada de cota del antiguo vertedero y su estabilización y mejora paisajística y por otro lado la clara recuperación de la sirena de Punta Almina y su nueva fachada iluminada y reluciente. En medio está la planta de transferencia. Repetimos, la administración está en un momento crucial para reubicar esta infraestructura y mejorarla en línea con una planta de tratamiento de residuos a escala ceutí.
En este futuro próximo no vemos que esta planta de transferencia tenga cabida en este preciado entorno. Sobre todo teniendo en cuenta que una parte del parque de Santa Catalina se dedicará a explicar la importancia del medio marino y el paso de las aves y el edificio de la antigua sirena rehabilitada ya ha sido propuesto para albergar un espacio de encuentro de senderistas, lugar de avistamientos de aves y tetrápodos marinos y que explique las migraciones marinas y aéreas a través del Estrecho de Gibraltar. Se nos ocurre que el espacio a medio camino entre el parque y la sirena, dónde ahora está ubicada la planta de transferencia, puede ser dedicado a nuestro pudridero modernizado para evitar olores y visiones poco estéticas, un lugar visitable dónde se puedan admirar los esqueletos de algunas ballenas al aire libre (tenemos que sacar algunos esqueletos de grandes cetáceos al exterior como se ha hecho en muchas partes de España pues nuestro espacio museístico es limitado) y enseñar la parte pública del trabajo científico con las osamentas mostrando nuestra gran colección y los principales resultados obtenidos por nuestro proyecto que lleva más de una década de funcionamiento en Ceuta: construyamos el espacio a las esculturas naturales al aire libre en vez de soportar la actual planta empaquetadora de residuos.
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