Pisada profunda

Aloha!!!
¿Cuántas son las veces que en nuestra vida vamos, venimos, subimos, bajamos, corremos, nos escondemos, reímos, lloramos… y ni siquiera nos damos cuenta de ello? ¿Nos hemos parado alguna vez a pensar en la consecuencia de nuestro día a día, en la forma en que lo vivimos, en cómo afecta a los demás… y a nosotros mismos?
De pronto puede llegar un día en el que se cruza en nuestro camino un libro, una enfermedad, un problema sin solución aparente, una experiencia que deja huella, una crisis económica, una frase reveladora o alguna persona que nos dice alguna verdad que otra a la cara… y todo puede cambiar!!!
Así de sencillo es como uno puede empezar a verse rodeado de dudas, incertidumbres, amasijo de interrogantes y comeduras de coco acerca del tipo de vida que lleva.
De pronto es como si un foco de luz que antes no nos alumbraba lo hiciese por primera vez, y comenzamos en ese momento a ver luz donde antes había sombra…
Pueden suceder tantas combinaciones como seres humanos maravillosos y únicos hay en este Universo.
Puede ser que un trabajo cómodo y bien visto socialmente en el que llevamos ya “demasiado tiempo” comience a ser una cárcel a la que a diario tenemos que ir a la fuerza…
Puede ser que aquello que llamamos nuestro día a día, ese salir y entrar de casa para ir a realizar esas tareas tan universales como hacer la compra, lavar el coche, echar gasolina, ir al cine, salir de marcha, ir al gimnasio, estudiar, etc… se convierta en una sucesión de aficiones que dejan de un plumazo de tener sentido…
Puede ser que aquellas personas que nos rodean, que nos cuidan, que nos hacen la vida agradable, a quienes queremos,  que nos ayudan y que nos acompañan en nuestro caminar no sean las que más necesitemos precisamente para continuar dicho camino…, eso no tiene nada que ver con si son buenas o malas personas… tan solo es que no son en ese momento las más adecuadas para continuar en este camino.
Es posible que aquella experiencia, enfermedad, problema, situación de crisis en la vida, verdad dicha a la cara, o artículo inspirador en cualquier periódico que se nos haya cruzado de pronto en nuestra vida… nos ponga en jaque todo cuanto  veníamos haciendo, todo por  cuanto estábamos luchando, todo por cuanto estábamos viviendo…
Y ahí, en ese preciso momento nos podemos cuestionar la profundidad de nuestra pisada en el caminar de la vida… ¿Pasamos por ella de puntillas o con pisada profunda?
En nuestro interior, hacemos que pasen por nuestra cabeza en estado de shock y revolucionada aquellos días, meses y años que hemos vivido con las experiencias, charlas, encuentros, relaciones, enseñanzas que nos hayan aportado y vemos como hemos sentido, entregado, vivenciado dichas actividades..., lo que al fin y al cabo configura nuestras vidas.
Y pueden pasar 3 cosas:
1ª) Que no sea nuestro momento de hacernos ninguna cuestión acerca de cómo va nuestra vida y continuemos tan normalmente a nuestro trabajo, a tomarnos nuestro café o a comprar el periódico a diario.
2ª) Que veamos como ha sido nuestra vida y nos sintamos orgullosos de cómo la hemos llevado en todo momento, en cómo hemos lidiado con ese toro invisible que es vivir en sociedad con todo lo que ello conlleva.
3ª) Que salten nuestras alarmas internas y descubramos que hemos ido de puntillas sobre nuestra propia vida.
Si te toca la opción 1ª ó 2ª… perfecto!!! Enhorabuena!!! Sigue jugando!!!
Si te toca la 3ª es posible que un cierto miedo comience a recorrer tu cuerpo en proporción al grado de nivel de consciencia con el que hayas revisado tu vida…, con el nivel de consciencia con el que hayas acercado la lupa a aquellos actos que has realizado.
Es posible que en este punto los cimientos de tu vida, de tu modelo de existencia comiencen a tambalearse y aquello que sustentaba tus creencias, tus maneras de pensar, tus objetivos, tus proyectos de futuro quede colgado de un finísimo hilo…
¿Cómo hemos vivido nuestras 24 horas diarias, con corazón y pasión o en modo de piloto automático? ¿Cómo nos hemos dirigido hacia los demás… abiertos, amables, con respeto infinito o cargados de miedo? ¿Cómo nos hemos tratado a nosotros mismos…? ¿Con devoción… o hemos negado mil veces nuestro verdadero e inmenso potencial?
¿Cómo ha sido la huella que hemos dejado en nuestra vida? ¿Cómo es la huella que dejamos en aquello que hacemos? ¿Dónde está ese sentir que realmente estamos allí donde queremos estar y haciendo lo que queremos hacer? ¿Dónde está esa templanza en los momentos en los que el barco empieza a hundirse? ¿Dónde han quedado aquellos sueños que nos propusimos algún día? ¿Dónde están todos esos deseos que les pedimos a las estrellas fugaces las noches de verano? ¿Dónde está ese Plan A de nuestra vida? ¿Por qué estamos viviendo un plan B? ¿Por qué incluso muchas veces accedemos a vivir un plan C?
¿Dónde queda nuestro potencial, nuestras ganas de comernos el mundo, de vivir de aquella manera que realmente nos merecemos, de atreverse a ser quien de verdad somos?
De pronto un día, una mañana fría y nublada de tu vida te encuentras mirando al cielo en espera de lluvia y te preguntas si de verdad estás donde ELIGES estar, si de verdad estas llevando la vida que deseas, esa vida que en realidad merece ser vivida…
¿Qué puedes dar a aquellos seres que te rodean si apenas te das nada para ti mismo? ¿Qué felicidad y alegría puedes dar a tus seres queridos si el primer ser querido: TÚ, no entra en tus planes de reparto? ¿Qué puedes aportar al mundo desde el lugar equivocado?
Entonces comienza a llover y las gotas arrastran la “pintura invisible” con las que alguien pintó los barrotes de la cárcel y le dio por llamarla “Libertad” en un acto de paternalismo.
Si no resuena en tu interior nada de lo que he escrito hoy… de verdad te doy mi más sincera enhorabuena!!!
Si estás en la otra opción (y tú sabes muy bien cual es…) Bienvenido al club!!! Tienes ante ti quizás el mejor regalo que podría haber recibido tu persona, tu vida, tu existencia…
Busca la puerta de salida, pisa profundo… y comienza a VIVIR!!! Comienza a escribir tu propia leyenda!!!
Muchas gracias!!!
Aloha nui loa!!!