Perros capacitados para detectar materiales explosivos, animales que igualmente buscan estupefacientes o sustancias psicotrópicas de las maletas de viaje o personales... La Unidad cinológica perteneciente al Batallón del cuartel general de la Comandancia General de Ceuta está hecha de otra pasta.
Ya desde una temprana edad se educa a sus integrantes para un único fin, el de mantener la seguridad en aquellas misiones a las que se les destinen: ya sea en la Península, fuera de España o en la misma ciudad autónoma.
Desde 2002 este equipo se encuentra en la zona del Acuartelamiento Pardo de Santayana, unas instalaciones óptimas para las funciones de adiestramiento. Antes, este espacio se hallaba en el Acuartelamiento Coronel Fiscer. Sea en un sitio u otro, la obligación es la de realizar los ejercicios (casi) a diario, puesto que el descanso es igual de importante que el ejercicio.
La cuestión es que no se aburran, sino que se diviertan mientras efectúan los “juegos”. En este grupo se encuentra el cabo primero Lebrón, quien se ha formado en un curso recibido en Madrid. Durante 6 meses, a modo de teoría y prácticas, Lebrón ha adquirido todos los conocimientos necesarios.
“Al igual que debemos educar a los perros, ellos nos enseñan igualmente”, dice el militar. A modo de simbiosis, animal y humano caminan en la misma dirección.
Desde pequeños se les educa con el objetivo de mantener la seguridad en las misiones a las que son destinados
No obstante, la guardia no hay que bajarla en ningún momento. De forma anual, se llevan a cabo tipos de exámenes para comprobar que las cualidades siguen imperando por encima de todo. “En caso de no cumplir las expectativas que se nos exigen, la opción pasa por quitarnos la licencia”, admite el cabo primero. La raza que predomina es el pastor belga malinois, cuyas características definen por su tamaño mediano y ese color rojo carbonado, con máscara negra.
Su jubilación está predestinada a los ocho o nueve años de servicio, cuando pierden su capacidad de detección o fiabilidad. Eso sí, lo que nunca se esfuma es la nobleza y lealtad, ya que ambas perduran toda la vida. Cuando cierran esta etapa, son donados, como fue el caso de Rua en enero de 2021.
Pero antes de llegar hasta aquí, la misión que se les encomienda no es fácil, pese a que ellos lo vean como un simple entretenimiento con el que recibir un premio en forma de juguete o galleta.
En la actualidad, el Pardo de Santayana alberga un total de 11 perros. Todos están en activo, a excepción de dos que se encuentran en fase de adiestramiento. La mayoría ronda los seis años, lo que denota que cada vez están más cerca de la ansiada jubilación. Asimismo, todos los canes tienen su sitio de descanso, separados uno de otro para una mejor comodidad.
Una cama donde dormir, así como una alimentación mirada con lupa por el propio Servicio de Veterinaria Militar. Los sanitarios les surten a diario el pienso y son quienes deciden si hay que aumentar o reducir la cantidad, en caso de que el can deba subir o bajar de peso; como también modificarles el formato en caso de tener un problema de salud.
En boca de Lebrón, asegura que “no les falta de nada” porque los mantienen en perfecto estado de vacunación y libre de enfermedades, así como el asesoramiento que obtienen los guías sobre el cuidado y tratamiento.
A renglón seguido, estos habitáculos están divididos en dos partes. Por un lado, ese espacio que da al exterior; mientras que el otro se encuentra techado y cuenta con la cama. Además, dispone de una lámpara mata-insectos. Este artefacto permite que los mosquitos, entre otros, no piquen ni traspasen infecciones que puedan dañar la salud de estos animales.
Si por algo tiene que destacar este equipo de canes, es por sus ganas de jugar. Pese a que detecten estupefacientes, bombas pólvora, dinamita o cartuchos; ellos lo ven como un pasatiempo. Al fin y al cabo, no perciben la peligrosidad que acarrea su labor. “Para nosotros es serio, ellos esperan que después de la actividad se les ofrezca un premio”, dice Eusebio Lebrón.
Desde que son pequeños se les va familiarizando con los olores correspondientes. Y, por mucho que pase el tiempo, deben continuar ejercitando día tras día. Uno de los casos prácticos que se les hace consiste en colocarles un vehículo en medio de las explanadas del Pardo de Santayana.
Una vez que se lo indica el dueño, el animal se acerca meticulosamente para comprobar que no lleva explosivos. En caso afirmativo, el lenguaje no verbal entra en acción y este se sienta. Con dicha indicación, el humano sabe que hay algo en su interior.
Esta manera de comportarse se les instruye y se conoce como una “técnica pasiva”. En Ceuta, los once perros de la Unidad actúan de la misma forma: se sientan sin más en caso de dar con la sustancia. En el lado contrario están los “activos”, aquellos que rascan, escarban o muerden; por lo que sería impensable para los explosivos.
Al mismo tiempo, cabe decir que estos perros especialistas en detección de explosivos (DEX) son los que acumulan más misiones internacionales de todos los miembros del equipo. Hasta la fecha cuatro en el Líbano y próximamente un nuevo equipo DEX partirá hacia este mismo país del Asia Occidental con su guía. El claro propósito de ello es “dar seguridad a las tropas que tenemos desplegadas en zonas operación”, indica Lebrón.
El dicho popular que dice “el perro es el mejor amigo del hombre” encaja a la perfección en esta Unidad Cinológica. Ese amor incondicional se muestra a diario entre el can y el humano. Desde bien temprano, ambos salen a hacer deporte y después de las carreras, llega el momento de descanso mientras el dueño se asea. Cuando regresa, la faena continúa con más ejercicios.
“Todos los días no hacemos lo mismo y reconozco que, según la técnica que estemos perfeccionando, siempre hay alguna en la que se falla más”, explica el militar.
En la misma línea, las cantidades se tienen muy en cuenta. Los mismos amos regulan, igual les pone poca que mucha. Esto sirve para que estén preparados para lo que llegue en cada misión. Raptor sirve de ejemplo. Con seis años a sus espaldas ha trabajado en Ceuta y en territorio nacional, como Zaragoza.
Este equipo de detección de drogas y estupefacientes (DDE) es el que acumula más servicios de todos los miembros del equipo, con sus guías y a cualquier hora, los siete días de la semana, revisan materiales, vehículos y equipos de personas de toda la guarnición de la ciudad autónoma en sus desplazamientos a la Península.
Vidas perrunas que se resumen en un simple juego, pero que para los humanos es importante. Detectar droga o explosivos; pero sea cual sea el material, lo fundamental para esta Unidad Cinológica es que prevalezca la seguridad por encima de todo. Lebrón no recuerda algún capítulo en el que se haya incautado alguno de estos materiales, pero no descarta que haya sucedido.
Ceuta aguarda este rincón castrense en el Acuartelamiento del Pardo de Santayana, donde se encuentra seres tan entrañables como Raptor, Rubí o Aria.
El cabo primero Lebrón lleva en el Ejército un total de 26 años. Experiencia de sobra, pero siempre con la predisposición de aprender. En cuanto a la Unidad Cinológica, él comenzó en 2007. Desde entonces, fundamentalmente ha realizado cursos de guía de droga y explosivos. Admite que ha aprendido mucho de estos animales, los cuales siempre llevan a sorprender al humano por sus capacidades. Entre ellas, el sentido del olfato que lo tienen muy desarrollado. En la actualidad, Lebrón se encuentra con los de explosivos y tiene como compañero a Ravel.
De este grupo de once perros, Rubí destaca por su veteranía y experiencia como detectora de explosivos. 6 años tiene y aún le queda mucho trabajo por delante. Su olfato, sobre todo exquisito, no le hace apenas fallar en sus misiones. El margen de error es mínimo, su formación le ha otorgado que haya sido laureada en alguna que otra competición. Por ejemplo, en 2018 obtuvo la tercera posición dentro del campeonato a nivel nacional de búsqueda de explosivos.
Además de su labor de adiestramiento diaria, el Equipo Cinológico participa en competiciones de búsqueda, trabajo o carreras que se convocan a nivel Ejército de Tierra o nacional, junto con otros equipos de otros ejércitos y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FSCE). Negro fue uno de los afortunados, uno de los que compitió y obtuvo premios por sus destrezas. Este pastor fue tercero en los campeonatos de búsqueda en 2006/2007.
Esto lleva a la ilusión, a que estos canes demuestren todo lo que aprenden a lo largo de su vida. Los hay que ya no están y otros que han aterrizado recientemente, como es el caso de Razzia, quien terminó su periodo de adiestramiento el pasado mes de junio. Poco tiempo más lleva Racia, de los últimos en incorporarse al Batallón.
El perro sale de la jaula y se encuentra con que está en las explanadas donde se realizan las prácticas de adiestramiento. En este caso, el animal comprueba que hay una serie de maletas de viaje, donde una lleva droga en su interior.
El can siempre está atento a su guía, la mirada no la pierde y este es quien le da las órdenes. En este caso, el compañero le indica que se acerque a la primera.
El olor infalible del animal delata que este equipaje no esconde ningún tipo de droga. Su dueño le dice a través de palabras clave que la misión no ha acabado y que debe continuar con la búsqueda, puesto que no ha llegado a su final.
Segunda oportunidad para comprobar que esta maleta oculta alguna droga, como hachís o MDA. Parece que algo se esconde porque tarda demasiado tiempo, su olfato lo está confundiendo por momentos.
Finalmente, este perro decide sentarse porque no duda de que hay sustancias estupefacientes. La actitud pasiva lo hace colocarse hasta que su dueño llegue y compruebe que está en lo cierto.
cuarteo ha terminado. El dueño ha verificado que hay una bolsa con un compuesto, que su sentido del olfato no le ha hecho pasar una mala jugado. Como resultado, este perro se divierte con uno de sus juguetes favoritos.
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