Llegan los días donde mis pensamientos giran sobre la obra de un gran hombre. Ese que todos dicen que es el hijo del Padre hecho hombre.
Esa ganas de ser un ser vivo, sentir, padecer, y estar en comunidad solo me traen los clásicos recuerdos de presenciar unos “pasos”, donde el conjunto, de imagen, costaleros, penitentes, fieles, soldados, marchas, me traen una melancolía que incluso ahora, cuando estoy escribiendo este texto me salen las lágrimas.
Es revivir una parte de la historia de un Cristo que fue humillado, maltratado, despreciado y finalmente crucificado, por los pecados de todos nosotros.
Gran amor hay que desprender, para que no se echará para atrás en esos momentos donde incluso un mortal se lavara las manos en señal, de que no había nada que refutar de lo que había hecho ese hombre que le puso Jesús su madre, María.
Ella que no puso reparo en aceptar un encargo tan divino, que cuando se lo dijo a su marido terrenal, ese pobre carpintero, José, la ayudó a tenerlo y guarecerle de todas las envidias que iba generando.
Pero pronto se vio que algo o alguien le iba dando su mano, para que pudiera en el futuro transmitir una idea nueva: “quereros los unos a los otros, como yo os quiero”.
"Ayudar a nuestro prójimo, intentar que sea feliz el que esté enfermo, interceder por lo que piden ayuda"
El amor era ese ancla donde las personas estábamos unidos, y que el pecado nos tenía apartados.
La envidia, el querer tener más, no ayudar a nadie. Cuantos pensamos en ese día tan mal trecho, donde Caín mató a Abel por envidia.
Y aquí seguimos en este mundo donde la felicidad es un bien que cuando lo tenemos nos parece mentira y buscamos por defecto ser unos pobres desgraciados.
Ayudar a nuestro prójimo, intentar que sea feliz el que esté enfermo, interceder por los que necesitan ayuda.
Ay, Dios mío si fuéramos mejores, no hubieras tenido de hacer lo que hiciste, dar a tu hijo un camino de maldad, desgracias, dolor y la muerte terrenal. Menos mal que lo tienes a la derecha de ti.
Los demás nos sentimos afligidos por tener que ver y recordar en estos días donde la Semana Santa da ese dato donde un hombre es llevado a lo más bajo de un ser humano, a ser humillado, maltratado, crucificado, por todos nosotros.
Señor te pido perdón por todos mis pecados.
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