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Piden quitar los carteles de 'prohibido jugar a la pelota' en la calle

Un informe británico apunta que el 55 % de los padres cree que sus hijos juegan mucho menos fuera de casa que cuando ellos eran niños

En un informe presentado esta semana en Reino Unido, la Raising the Nation Play Commission ha propuesto prohibir a nivel nacional los carteles de 'No jugar a la pelota' en espacios públicos, una señal de veto que también puede verse en las calles de Ceuta.

La investigación, publicada coincidiendo con el Día Internacional del Juego, argumenta que este tipo de señalizaciones alimentan una cultura social de intolerancia hacia el juego infantil en la vía pública y deben eliminarse si se quiere recuperar una infancia saludable y activa.

Aunque se trata de un documento elaborado en Inglaterra, en Ceuta también es habitual encontrar este tipo de carteles en plazas, calles y zonas comunitarias, donde se advierte expresamente de la prohibición de juegos de pelota. Por ello, el contenido del informe británico ha despertado interés en distintas ciudades, incluida la ceutí, donde las restricciones al juego al aire libre son visibles en varios espacios vecinales.

Las causas del descenso del juego infantil al aire libre

La comisión autora del informe lleva por nombre Raising the Nation Play Commission y ha estado presidida por el empresario y activista Paul Lindley. Tras un año de investigación, el grupo ha elaborado un plan estratégico titulado 'Todo por lo que jugar: un plan para garantizar que todos los niños de Inglaterra puedan jugar', que alerta de un descenso drástico del juego infantil al aire libre en las últimas décadas.

La causa, aseguran, no es solo el auge de las pantallas o el doom-scrolling (deslizarse por las redes sociales), sino también las barreras físicas, culturales y legales que impiden a los menores ejercer su derecho a jugar.

En concreto, el informe propone que el Gobierno británico apruebe una Estrategia Nacional de Juego, que incluya no solo la eliminación de los carteles restrictivos, sino también la creación de barrios más amigables para la infancia, una mayor inversión pública –propuesta en 125 millones de libras anuales– y la designación de un 'ministro del juego' para liderar esta política. Los autores piden además un cambio profundo en la cultura urbana, en la planificación del espacio público y en las políticas educativas.

El miedo a la delincuencia y menos tolerancia al juego en la calle

La pérdida de espacios seguros para el juego, los recortes en centros juveniles y parques, el miedo al tráfico y a la delincuencia, así como una creciente tendencia a ver el juego infantil como algo molesto, han reducido a la mitad el tiempo que los niños británicos pasan jugando al aire libre en una sola generación.

Según una encuesta realizada para este estudio, el 55 % de los padres cree que sus hijos juegan mucho menos fuera de casa que cuando ellos eran niños. Además, tres de cada cuatro opinan que la sociedad actual tolera menos que antes que los menores jueguen en la calle.

El informe no se detiene solo en la prohibición de los carteles: también propone recuperar el tiempo de recreo perdido en las escuelas, integrar el juego en el currículo escolar, prohibir el uso de teléfonos móviles durante la jornada lectiva y subir la edad legal para consentir el uso de plataformas digitales a los 16 años.

Asimismo, insta a regular las características adictivas de las aplicaciones dirigidas a menores, como las rachas de uso (streaks) o los desplazamientos infinitos.

Una herramienta de salud pública

En términos sanitarios, el informe considera el juego como una herramienta de salud pública. Propone, por ejemplo, un programa piloto de ¡juegos con receta', y la inclusión del juego como eje estratégico en los planes decenales del Ministerio de Salud británico.

A su vez, plantea medidas para reforzar el papel de los padres como promotores del juego, campañas de sensibilización y mayor apoyo a las ludotecas, áreas de juego móviles y calles adaptadas para el juego vecinal.

Jugar, un derecho prioritario de la infancia

Entre los más de mil firmantes del llamamiento figuran médicos, directores de centros escolares, expertos en urbanismo, líderes de organizaciones sociales, académicos y responsables de gobiernos locales, que han dirigido cartas a varios departamentos del Ejecutivo británico para pedir que el juego vuelva a ser un derecho prioritario de la infancia.

El respaldo incluye también al exministro de Cultura Andy Burnham, actual alcalde del Gran Manchester, quien lideró la última Estrategia Nacional de Juego en 2008.

Desde el Centro para Vidas Jóvenes, que ha colaborado con la comisión, su directora ejecutiva, la baronesa Anne Longfield, ha alertado del deterioro de la salud mental y física de los menores británicos. “Demasiados niños pasan sus años más preciados sedentarios, desorientados ante sus teléfonos y, a menudo, solos. No es casualidad que esta generación, la que menos juega, sea también la menos feliz”, ha señalado.

“Demasiados niños pasan sus años más preciados sedentarios, desorientados ante sus teléfonos y, a menudo, solos"

Aunque el informe se centra en la situación en Inglaterra, el debate que plantea resuena también en contextos como el de Ceuta, donde los carteles de 'prohibido jugar a la pelota' se cuelgan tanto en espacios público como en zonas comunitarias.

No se trata de una propuesta legislativa que afecte directamente a España, pero sí de una llamada de atención que invita a reflexionar sobre cómo se diseñan los espacios urbanos y cuál es la actitud hacia el juego espontáneo en la vía pública.

La propuesta británica no defiende que los niños jueguen sin control, sino que aboga por una transformación integral que equilibre seguridad, libertad y desarrollo. “Crear comunidades verdaderamente lúdicas no se trata solo de gestionar mejor el tráfico –explica Paul Lindley–, sino también de revertir la creciente cultura de intolerancia hacia los niños que juegan”. En palabras del propio presidente de la comisión, “necesitamos devolverles a nuestros niños el tiempo, el espacio, la oportunidad, la libertad y el derecho a jugar”.

En Ceuta, la existencia de estas señales puede pasar desapercibida para algunos, pero para muchas familias con hijos representa un obstáculo cada vez que salen a la calle a disfrutar de un rato de ocio. A falta de un informe similar en España, la propuesta británica sirve como punto de partida para abrir el debate sobre el lugar del juego infantil en los entornos urbanos.

¿Deben ser los niños invisibles en el espacio público? ¿O merecen calles, plazas y parques pensados también para ellos? El informe 'Todo por lo que jugar' no ofrece respuestas universales, pero sí plantea preguntas que trascienden fronteras.

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