Están hartos, no quieren hablar con nadie. Se sienten engañados por todos: por los políticos que acudieron como buitres carroñeros y por algunos que se dedican a contar falsedades sobre ellos. Los pescaderos ven cómo tienen que cerrar sus negocios sin encontrar ayuda y a sabiendas de que los compromisos que les dieron se han esfumado. ¿Se acuerdan de las 48 horas?, ¿de la visita específica a Madrid para que el Gobierno de España desbloqueara la situación?, ¿se acuerdan también del tanto que quería apuntarse la Ciudad haciéndose la preocupada por los problemas no solucionados por la administración competente? Ni unos ni otros han conseguido que el próspero sector de hace unas semanas siga siendo así.
La poca mercancía que llega de la Península es la que siempre han traído algunos de estos pescaderos. No es nada nuevo. Los demás rechazan hacerlo porque no solo es más caro sino que la clientela no la quiere. Lo poco que se expone para la venta es lo que consigue cada uno. Las quejas de poco les han servido. Como a los demás sectores afectados por las decisiones radicales adoptadas por Marruecos.
La Ciudad y la Delegación del Gobierno han sido incapaces de dar una solución. La primera lleva días paseando sus 140 medidas para salir de la crisis, bien podrían pasarse por el mercado y preguntarle a los pescaderos qué proponen ellos. Porque, salvo que alguien me demuestre lo contrario, del papel hecho por el alcalde no comen quienes deben alimentar a sus familias y atender sus puestos de trabajo. La delegada -que no habla hace meses con la prensa sobre la frontera- mandó a su equipo a comunicar a los medios que en Madrid se iban a preocupar de la crisis del pescado. Si no me falla la memoria han pasado casi 3 semanas sin que en el Gobierno de la Nación se hayan enterado todavía lo que sucede en Ceuta, a pesar de que los medios nacionales ya se animan a dar portadas de esta situación.