Vox tiene un problema grave. Sus dirigentes en Ceuta, desnortados, lo tienen. Que estén nerviosos por no poder ocultar por más tiempo su auténtica cara -odian lo diferente, en todos los ámbitos- les lleva a ofrecer ruedas de prensa caóticas como la de ayer, en la que lamentaron que haya determinados medios de comunicación enemigos que supuestamente no hacemos bien nuestro trabajo porque no volcamos sus notas de prensa. Lo dicen quienes siempre han despreciado a todos los medios de comunicación en general porque, aseguraban en campaña, no les hacemos falta ya que ellos tienen sus propias maneras de hacer llegar sus mensajes. Aun así, a pesar de que todos los periodistas somos unos “muertos de hambre” según Vox, su líder Juan Sergio Redondo quiere que sus notas de prensa, que en muchas ocasiones son puras mentiras, se trasladen tal cual a todos los ciudadanos. Y quiere también que todos los periodistas falten a los principios básicos de cuestionarse lo que a uno le presentan por delante.
Vox ha llegado a culpar de graves delitos a quienes no son sus autores. Lo hizo el pasado verano con el apuñalamiento en la Ribera, cuestionando incluso la investigación de la Policía Nacional a la que tanto dicen defender. Este fue quizás uno de los ejemplos más sonados, pero aberraciones así se producen casi a diario porque lo suyo no se llama hacer política, lo suyo se llama sembrar odio. Y eso, créanme, lo hacen muy bien.
Vox no solo tiene obsesión con algunos medios, sino que además sus dos dirigentes -los únicos que comparecen- demuestran una cobardía clara.
Ayer dieron un claro ejemplo. Fueron unos cobardes al pedir, a su manera, disculpas a Carolina Pérez y Yolanda Bel si se habían sentido ofendidas por unas palabras que, aseguraron, habían sido tergiversadas por esos malos periodistas de esos malos medios de comunicación. Son cobardes y además nos toman el pelo. El pleno se emitió en directo, los vídeos están recogidos en los canales de youtube: Carlos Verdejo dijo lo que dijo -sencillamente lo que piensa él y su partido- y Redondo, callado como siempre, reafirmó sus palabras estrechándole la mano mientras en ese mismo instante, sin que los medios malos escribiéramos algo al respecto, la propia Pérez -que de tonta tiene poco- se enfrentó a Verdejo hasta que Rontomé se la llevó para que la situación no fuera a más. Eso lo vieron/vimos todos. Pero es más sencillo hablar de manipulación para escapar de la polémica que les ha azotado en todo el rostro. ¿Pedir disculpas? No lo harán. Ellos piensan lo que piensan, a nadie creo que nos sorprende. Solo quedan ellos.