Pepe 'Pela Palmeras', el hombre que lleva 8 años cocinando comida para gente necesitada de lunes a lunes. Es sepulturero en Algeciras y desde hace ocho años hace comida para sesenta personas. Recibe llamadas hasta de Latinoamérica de gente dispuesta a donarle alimentos.
Pepe Villegas, conocido como "Pela Palmeras", se define como cocinero solidario. El apodo le viene de su otro trabajo, la poda de palmeras. Nos dice que así seguirá mientras pueda, porque entiende que la solidaridad no es solo para un rato. Sin bombo, sin boato, sin alharacas, Pepe trabaja en un anonimato sigiloso, sin buscar la fama, el aplauso de las instituciones o el reconocimiento de su labor. ¡Hay que hacerlo y se hace!
Antes de ir a trabajar, a las cuatro de la mañana, ya está en marcha en su cocina. Sabe la necesidad que hay en la calle, desde donde le llegan las comandas, colgadas de una cuerda en la ventana de su casa. Recuerda los repartos en su furgoneta durante el confinamiento de la pandemia. La vida da muchas vueltas y la solidaridad no puede ser una campaña de un rato, porque la gente come todos los días.
Pasar hambre forja el carácter y Pepe lo cultiva con entrega. Solo pide alimentos para llenar las ollas que calienten el estómago de quien lo necesita.
La noticia me pasó de largo; los medios de comunicación contaron como una anécdota de gente rara y estrambótica. Hay personas que hacen de su vida un camino infinito; no lleva a ningún sitio pero da vueltas en una rueda de solidaridad.
Mientras la guerra sigue, mientras nuestro presidente del Gobierno reflexiona 5 días, mientras nuestro Ayuntamiento cambia losas, mientras los políticos se insultan, mientras los bancos amasan fortunas, hay un Pepe Palmeras que está en todas partes y aparecerá en los sitios más insospechados.
La vecina que te pega a la puerta por si necesitas cualquier cosa sabiendo que estás enfermo, el alumno que te pregunta el motivo de tu desolación, las mujeres que cantan nanas en los hospitales destruidos por las bombas, los que denuncian la injusticia con el peligro de perder la vida, los compañeros que, a cambio de nada, no te dejan caer, Tula Fernández que se apunta a cualquier batalla por la educación sin tirar la toalla, Paloma y Gonzalo, trabajadores de El Faro que me animan a escribir sobre " la insoportable levedad del ser", los donantes de sangre, los valientes que dan un riñón sabiendo lo que significa, las familias que pierden un hijo y ofrecen los órganos para un trasplante masticando el dolor para no ahogarse en lo insoportable, los que salen a la calle pidiendo justicia y son detenidos, los que se atreven a perderlo todo para empezar de nuevo, el que se lanza a la mar para salvar a un náufrago y pierde la vida, alguien que te espera para darte la mano en cualquier circunstancia.
Pedro, el horniguilla que no para de trabajar y no se cansa, que salió del infierno dejando los diablos y que te alegra la existencia aunque no tenga nada.
Son muchos, son muchas, son legión, son ángeles sin alas, son héroes sin premios, son historias que no se cuentan, son dioses que no rezan porque no tienen tiempo, son almas que buscan almas: no lloran, no se quejan, no maldicen su destino, no conocen el odio, la venganza, no piensan en ellos, no sueñan porque siempre están despiertos, son inmortales porque otros heredarán sus aperos de labranza.
Pienso en el héroe de monopatín, asesinado el 3 de junio en Londres al defender a una mujer de un ataque yihadista, en Antonio Barrull, el hombre que salió al paso para defender a una mujer maltratada sin importarle las consecuencias.
Todos son Pepe ‘Pela Palmeras’ que se transforman y que tienen el don de estar en todas partes.
¿No los ves? ¿No has mirado bien? ¿No los escuchas?
Cuando dejes de verte, de mirarte y escucharte serás unos de ellos.
Este CAÑONAZO va dedicado a los que no tienen medallas ni falta que les hacen. Son más grandes que el amor.
Una verdad como un templo. Hay personas que no se dan importancia, estás son las que valen.