Decíamos hace dos domingos que este año del 80º aniversario de la fundación de nuestro periódico parecía mostrársenos cruel por los sucesivos fallecimientos de destacados nombres propios de la historia del decano acaecidos en estos últimos meses.
A los de los ex – directores Vicente Amiguet y Juanjo Medina, se unió el del ex - redactor Rafael de Loma y, ayer sábado, el de José Benedicto Núñez al que queremos recordar también hoy reproduciendo algunos pasajes de la entrevista que le realicé hace un lustro.
‘El Tete’, como cariosamente le conocíamos en la Casa, era uno de nuestros últimos linotipistas y el único superviviente, junto a ‘Maciste’, hijo, que nos quedaba de aquellos sufridos y esforzados hombres que, a diario, convertían el plomo en líneas de texto.
Benedicto era sobrino político de José Saura Calderón, el fundador de ‘El Faro’, y primo hermano de su hijo y sucesor, Saura Benedicto. Dados sus vínculos con la familia, comenzó a frecuentar el periódico desde muy joven ayudando en las tareas administrativas, al tiempo que hacía sus primeros pinitos en la corrección de las pruebas de las galeradas que salían de las linotipias, hasta que un día terminó sentándose en una de ellas.
-En las linotipias estuve componiendo desde los 18 hasta los 48 años. Treinta años de mi vida con el único objetivo de sacar ‘El Faro’ adelante, algo que en determinadas épocas y con los medios que contábamos entonces resultaba un milagro diario. Con fe todo se puede conseguir y eso lo puedes atestiguar tú, que tuviste la oportunidad de conocer aquellos heroicos tiempos para los talleres.
-Recuerdo siempre tres linotipias, una a continuación de la otra.
-Sí, además de una máquina plana de impresión, a la que posteriormente sustituyó una rotativa alemana, la primera que tuvo el periódico. Luego, cuando nos trasladamos a la calle Solís, esas linotipias estaban abiertas a la calle ya que, debido al calor y a los vapores del plomo, nos veíamos obligados a tener la puerta abierta, para curiosidad de quienes pasaban por la puerta.
- La ‘Meteor’ que trajo Ferrer a principios de los setenta, era el último grito por entonces.
- Era la que más corría y, por consiguiente, a la que más le temíamos. Vino a reforzar a las otras tres. Cada uno teníamos ‘nuestra máquina’ y ninguno quería que los demás se la tocasen. Éramos muy celosos en este tema.
-¿Qué era lo más difícil de vuestro trabajo?
- La escasez o la no inexistencia, simplemente, de repuestos y matrices. Fue por lo que, en cierta ocasión, se trajeron unas linotipias que habían desechado en Tánger, para obtener repuestos. Teníamos también que luchar también con el calor que desprendían, especialmente en verano, y para que decirte con los apagones, que afectaban al crisol del plomo líquido de la linotipia en el que se fundían las líneas de composición. Sucedía que, al enfriarse, se solidificaba y, al regresar el fluido eléctrico, había que esperar unas dos horas para reanudar la tarea con el consiguiente perjuicio para la puntual salida del periódico.
- Frente a todas esas dificultades, ¿os considerabais bien pagados los linotipistas?
- Bien pagados creo que sí, pero no satisfechos. Se nos exigía componer un mínimo número de líneas y a partir de él se nos abonaba un plus de acuerdo con las extras confeccionadas.
- Además de tener que ser pacientes por la lentitud de aquellas máquinas, creo que también se precisaba una buena dosis de habilidad para ponerse al frente de ellas.
- Yo te diría que había que ser muy cuidadoso. Quizá por ser así fue por lo que se me confió poner la fecha en cada número del diario y, precisamente por ello, la última línea que compuse en este periódico fue la de la fecha de ese día.
¿Un periodista frustrado?
Benedicto Núñez, tras la desaparición de las linotipias, vivió los primeros tiempos de la profunda renovación tecnológica que vivió la prensa, al frente de una fotocomponedora, si bien los últimos años de su vida laboral los dedicó a regentar un pequeño comercio en ‘Juan Carlos I’.
-Las linotipias desaparecieron para dar paso a las fotocomponedoras, más rápidas y manejadas directamente por el periodista. Lo mismo que el sistema morse de recepción y aquellos teletipos con sus interminables cintas impresas a modo de telégrafo. El actual es impresionante por su rapidez y limpieza. Que ‘El Faro’ se elabore en Ceuta y se imprima en la Península es algo que si me lo llegan a decir en los años sesenta o setenta, no me lo habría creído.
- Me consta que el mundo de la prensa te apasionó siempre.
- Me gustaba mucho subir a la redacción, en la que solía escribir algún que otro articulito. Guardo un recuerdo imborrable del acto de la entrega de la Medalla de Oro de la Ciudad al rey D. Juan Carlos I a la que acudí por mi condición de concejal, acontecimiento en el que tuve la oportunidad de ejercer como enviado especial de la prensa ceutí. Creo que allí pude demostrar esa vocación que llevo dentro. Y se me ocurre que la diferencia entre el periodista y el político está en que el informador refiere día a día, minuto a minuto, lo que ocurre, a diferencia del político que, por el contrario, cuenta lo que él quisiera que ocurriera de acuerdo con sus pretensiones.
- ¿Qué periodistas de los que trabajaron contigo en la Casa te vienen ahora mismo a tu memoria?
- Tú conociste y me consta la admiración y el mutuo cariño que os teníais ambos, a Francisco Amores López, un redactor autodidacta que se hizo en ‘El Faro’ y triunfó después en ABC. Podría hablarte también de Simón de Roda o de Peguar, periodistas igualmente inolvidables. Y, por supuesto, aquel gran pilar que sostuvo el periódico durante muchísimos años, el gran ‘Maciste’, el regente de talleres, personaje de pequeña estatura y de una extraordinaria capacidad de trabajo e iniciativa.
Sindicalista y concejal
José Benedicto Núñez fue siempre una persona muy activa. Compatibilizando su trabajo en ‘El Faro’ ejerció como presidente del sindicato de Papel, Prensa y Artes Gráficas en el desaparecido sindicato vertical. Posteriormente fue elegido concejal de la primera corporación democrática de nuestro ayuntamiento por la desaparecida UCD, con Ricardo Muñoz Rodríguez de alcalde.
- Una de mis grandes preocupaciones fue la erradicación del chabolismo. También y dado lo reducido de nuestro término municipal, incidí mucho en la necesidad de ganar terrenos al mar, como efectivamente habría de suceder años después.