Esperanzados por las posibilidades que se abren para las mejoras ambientales, hace meses que llevamos interesándonos por el denominado Plan Hidrológico de Ceuta. En el plano positivo está el creciente interés que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir tiene por mejorar la situación del ciclo del agua en nuestra ciudad después de reconocer abiertamente el abandono que hemos sufrido en estos temas por parte de la Administración central del estado. Sin embargo, como conocemos el funcionamiento de la burocracia administrativa, estamos recelosos de que al final todo quede en un simple documento, sin compromisos efectivos que mejoren la cuestión del agua de una manera integral. Por no mencionar los grandes intereses de los poderes económicos bien acostumbrados a saquear las arcas públicas a cambio de ofrecer servicios que, si bien aumentan el confort, no favorecen necesariamente el bienestar. Es más, desde nuestro punto de vista se está destruyendo gran parte de lo que nos arraiga al territorio y se está favoreciendo un espejismo de fantasías confortables que enmascaran las verdaderas pesadillas que nos esperan en un futuro muy próximo.
En este futuro posible, la pérdida de nuestro patrimonio acarreará la desaparición de servicios que los sistemas naturales de nuestro territorio ofrecían gratuitamente, y que será solventada a golpe de talonario por los alienados buscadores de comodidades, que confunden con la calidad de vida. Por todo esto que exponemos, el PGOU nos importa tanto como el Plan Hidrológico para Ceuta y pensamos que están no solo relacionados sino que de ellos puede depender mucho el bienestar o el malestar que todos podemos alcanzar como sociedad en pocos años. Centrándonos en el plan hidrológico que es el gran tema ambiental que nos ocupa, vamos a partir de nuestra participación en una mesa redonda (celebrado en el Ayuntamiento) y un taller (organizado en la planta desaladora) para exponer nuestras ideas y reflexiones alrededor de este importante documento. Lo primero que habría que indicar es que el paradigma de pensamiento mecanicista imperante desde hace siglos es el que ha estado guiando primordialmente a la acción política, la burocracia y, por supuesto, a los señores del dinero. Realmente el progreso material y económico es algo indiscutible en nuestras sociedades opulentas y los referentes son el enorme desarrollo tecnológico que ha proporcionado posibilidades inmensas de trastocar, que no controlar, los ciclos de la naturaleza. Quizá uno de los mayores signos, en nuestro periodo histórico, del proceso de imposición mecánica sea la gran extinción de seres vivos y sus hábitats que se está produciendo y el saqueo de los recursos planetarios que son tratados como simples mercancías en el mercado global. De esta manera, empezamos nuestra mesa redonda haciendo una reflexión hacia la necesidad de dudar sobre la omnipotencia del concepto mecanicista y anteponerlo al organicista en relación al tema que estamos tratando y que podemos sintetizar en “otra manera de tratar el agua es posible, conveniente y necesaria”. Decir esto en una sala repleta de profesionales de la ingeniería es poco más o menos que anatema, pero además se ser una genuina expresión de nuestra forma conceptual de enfocar los problemas ambientales, también proporcionaba un cierto alivio después del discurso tan complaciente que se había estado escuchando por parte de la mayoría de los demás invitados a la mesa redonda.
Sólo nuestro amigo Juan Redondo del partido Verde puso más o menos el dedo en la llaga sobre el abandono de los cauces de Ceuta. También había que indicar que se trataba de un plan que nace de la precipitación y las prisas por cumplir con las normativas europeas en estas materias, que obliga a tener los papeles ordenados en un plazo de tiempo determinado. Si estamos colaborando en este proyecto es para que sirva de algo y revierta en cierta medida la situación actual del tratamiento sobre el agua y no para estar de coartada legal en un proceso público en el que la administración se ve obligado a invitarnos. Sabemos que hay personas con cargos políticos relevantes que nos consideran buenos colaboradores en nuestro papel reivindicativo, pero para que podamos desarrollar nuestra tarea necesitamos acuerdos que nos lleven a avanzar en el tratamiento del agua y su ciclo, con una visión más holística, que sienten las bases de beneficios futuros para la ciudad. Justamente, son las prisas lo que menos nos gusta del plan hidrológico, sobre todo porque hay mucho por hacer y por el gran ámbito ambiental que abarca este plan, pues como hemos estado indicando en otras ocasiones, también incluye las masas de agua litorales.
Para nosotros hay cuatro temas de gran calado que incluyen: la problemática EDAR y la mejora de la red de saneamiento, la disminución de las pérdidas en la red de distribución del agua, la naturalización de los cauces de aguas continentales y la disposición de manantiales de agua para disfrute ciudadano y también la ordenación del litoral y sus recursos. Sin embargo, la precipitación no puede justificar la banalización en el enfoque de algunos aspectos cruciales del plan hidrológico, como la falta de atención siguiera mínima para las especies marinas y sus hábitats, evidenciado en el avance del plan. Mal comienza un plan que aspira a garantizar, entre otras muchas cuestiones, un buen estado de conservación a la diversidad biológica marina. Con respecto a la EDAR necesitamos que el plan asegure su buen funcionamiento y la integración paisajística de su afeante infraestructura.
De la misma manera, el plan debe recoger las actuaciones que la empresa ACEMSA deberá realizar obligatoriamente, con plazos y presupuestos incluidos para mejorar el sistema de recogida de aguas sucias. Los problemas de pérdidas de agua potable de la red de abastecimiento deben ser controlados pues todavía estamos en un 50% de pérdidas como mínimo y apenas se ha avanzado en este problema. La propuesta sobre el establecimiento de una línea de fuentes de aguas naturales procedentes de los manantiales de Anyera y la recuperación y naturalización de los cauces de arroyos de la ciudad han provocado una disonancia cognitiva en algunos de los ingenieros. Especialmente deseamos comentar cómo el ingeniero y representante de ACEMSA en la mesa redonda tachó de bucólico el disfrute de las fuentes naturales de agua confundiendo un adjetivo típico de una atmósfera del pensamiento romántico con lo que verdaderamente quería decir, “antiguo” y por lo tanto superado. Esto es una de las características de los voceros del sistema mecánico, nunca mirar al pasado buscando respuestas que nos ayuden a enfocar mejor el futuro. De todos modos, lo que ignora nuestro apreciado representante de ACEMSA es que ser humano significa sobre todo sentirse a uno mismo y sentir y necesitar que se forma parte del mundo natural, y esto, junto con las reglas éticas primigenias, está dentro de nuestra naturaleza tanto genética como social.
Acto seguido esgrimió la razón sanitaria para desautorizar el agua de manantial para disfrute público argumentando que no se podía tratar, obviamente la finalidad es la de disfrutar de agua no tratada, algo que su mente mecánica volvió a rechazar como parte del reflejo de su organización psíquica.
En otra de nuestras intervenciones, un representante de la confederación hidrográfica dejó claro que prefería el asfalto y las poderosas infraestructuras para el transporte de vehículos a mantener un arroyo finiquitado porque estaba lleno de basura y debía ser condenado a la sepultura ingenieril bajo un buena capa de cemento. ¡Despertad ciudadanos!, que el abandono por parte de todos de los arroyos es la excusa perfecta para justificar todas las intervenciones desarrollistas que generen “volumen de negocio”.
Una persona anónima en el público se atrevió a hacer una muy interesante intervención en la que hacía un llamamiento a recoger más agua de lluvia tal y como se hacía en época medieval y así ayudar a paliar los problemas derivados de la escasez del recurso líquido y de los elevados costes del proceso industrial de la desalación. El moderador de la mesa puso pues la guinda a la representación mecanicista que se estaba desarrollando en la sala pues respondió al joven de manera displicente indicando que el Medievo fue una época atrasada en la que se producían epidemias. No respondimos en ese momento porque pensamos que ya habíamos acaparado demasiado tiempo pero ahora lo haremos por coherencia y también por vergüenza. Pues bien, no debe olvidar el señor ingeniero que el Neolítico nos da de comer todavía hoy en día merced a la selección de las especies vegetales y la domesticación de los animales. Sin este proceso tan poco conocido y apreciado no existiría nada de la civilización humana. Con respecto al Medievo, fue en muchos aspectos un periodo muy importante de la humanidad todavía en proceso de investigación, en este sentido si el Neolítico nos da de comer a todos, el Medievo exploró unas posibilidades brillantes de integración con el mundo y los dioses, en esta época los recursos eran muy apreciados y el agua en cierta manera se veneraba pues nacía la tecnología hidráulica y no se trataba como mera mercancía, esto ha sido una degeneración ulterior del mercado y sus adoradores. Sin duda el mundo medieval nos ofreció un tipo de hombre más humano y sosegado.
Está claro que la Confederación no quiere oír hablar de balsas y otras formas domésticas de recogida del agua, en definitiva no desean actualizar ciertas prácticas del pasado que dieron resultado pero son complicadas de poner en marcha y por el contrario ansían asegurar la producción del agua por medio de la desalación, es decir simplificar problemas derivados creando uno mayor de cara al futuro por cortoplacista y dilapidador de recursos energéticos. Si es posible hágase.
El pensamiento mecánico y sus inercias se resisten a cambiar como cualquier estructura del pensamiento humano que además lleva tanto tiempo arraigado en la mente colectiva, nos tememos que sólo una grandísima crisis podrá cambiar. Por todo esto, la intervención anónima comentada nos parece tan importante y moderna pues está favorecida por una visión circular que mira hacia el pasado sin complejos, proyectando hacia el futuro sin escatimar posibilidades. Por último, pero no menos importante resultaría la inclusión, dentro del plan, de una cláusula de reflexión sobre la capacidad demográfica del territorio ceutí. Un debate sobre este aspecto tan crucial debe abrirse con el fin de que se puedan llegar a establecer ciertas limitaciones poblacionales que aseguren unos mínimos de calidad de vida y eviten ulteriores problemas .